"Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos", reza el primer artículo de la Declaración Universal de Derechos Humanos para en el segundo señalar que no debe haber distinción alguna por cuestiones de "raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición".
En 1948 se aprobó esta declaración con el objetivo de no volver a los horrores de la II Guerra Mundial. Sin embargo, y casi 70 años después, todo ha quedado en papel mojado. En muchos lugares del planeta se vulneran los derechos y libertades más básicos del ser humano. Y no hace falta irse muy lejos para comprobarlo.
En Finlandia, la identidad de las personas trans está sometida a un duro proceso. La ley del país exige la esterilización para conseguir el reconocimiento del género sentido. Es decir, si una persona quiere pasar por un proceso de reasignación , primero tiene que aceptar una esterilización forzosa.
Ante esta ley, el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas se ha pronunciado invitando al país a modificarla. El pasado 25 de agosto, sin embargo, el gobierno finlandés decidió hacer oídos sordos, según recoge Amnistía Internacional.
El órgano de Naciones Unidas sugería, principalmente, dos modificaciones: por un lado, eliminar la esterilización, procedimientos médicos y el diagnóstico de salud mental como requisitos para el reconocimiento de género; y por otro, desarrollar un procedimiento rápido, basado en la autodeterminación, disponible independientemente de la edad y la condición médica o financiera.
La situación en Europa
En Finlandia, actualmente el género se asigna en la documentación al nacer. Para conseguir modificarlo, además de la esterilización, se ha de presetar un certificado médico que garantice que la persona en cuestión desea vivir con otro género de manera permanente y probar que actualmente, vive día a día bajo dicho género. Este proceso se alarga tres años y no es accesible para los menores de edad.
Aunque parezca increíble, el proceso de esterilización para una persona trans es muy común en Europa. Países como Bélgica, Grecia, Suiza, República Checa o Bulgaria lo recogen en su legislación. Según Transgender Europa, hasta veinte países europeos requieren la esterilización para que se reconozca el nuevo género de una persona trans.
La situación podría cambiar. Tras la denuncia de tres mujeres trans, el pasado mes de abril el Tribunal Europeo de Derechos Humanos dictaminó que exigir la esterilización atenta contra los derechos de las personas trans. Así, los países miembros deberán adaptar sus leyes en esta línea.