Amalia Calonge ha vivido el peor año de los 21 que llevaba trabajando como funcionaria en la Universidad Rey Juan Carlos. Un año "horroroso", que empezó en el momento en el que obedeció la orden de un catedrático y se metió de lleno en el 'caso Cifuentes'. Un tiempo más tarde se hizo un selfie con la ex presidenta... y de ahí no pudo salir.
Calonge fue quien modificó las notas del controvertido máster de Derecho Autonómico de la Universidad Rey Juan Carlos de Cristina Cifuentes. Y, por esto, fue imputada por la titular del Juzgado de Instrucción número 51 de Madrid, un procedimiento del que consiguió librarse al demostrar que cambió las calificaciones por orden del catedrático Pablo Chico. Y caso archivado.
Según ha declarado la propia Calonge al diario La Razón, cuando modificó las notas en 2014, "no tenía ni idea de quien era Cristina Cifuentes porque en aquella época no era presidenta de la Comunidad de Madrid". Y añade que fue años después, en 2017, "cuando vino a recoger el título, me hice un selfie con ella, al igual que los becarios que estaban por allí y otros funcionarios que la reconocieron". "En mi caso, se utilizó para atacar a la presidenta en un intento por hacer ver que éramos amigas", denuncia Calonge.
Un calvario laboral
Por su parte, a pesar de que la causa judicial se archivó, en la universidad quedó abierto un expediente administrativo al considerar como falta grave "la prevalencia de la condición de empleado público para obtener un beneficio indebido para sí o para otro". Un expediente que caduca ahora, un año y medio después de que empezara este calvario laboral y personal para Calonge.
Ella misma ha confesado al medio que da la noticia que ha estado "un año de baja, con ansiedad, mis tres hijos y mi marido han sufrido mucho. También ha sido un infierno para mis padres y mis hermanos, pero gracias a todos ellos lo voy superando". En este sentido, Calonge asegura que se ha convertido en "una cabeza de turco para los medios de comunicación" al mismo tiempo que lamenta haberse visto señalada por algunos compañeros de la universidad.
A todos los daños personales y psicológicos también hay que sumarle los miles de euros que durante todo este tiempo ha tenido que desembolsar en abogados para defenderse de las acusaciones. "Ha sido horroroso, quiero normalizar mi vida y trabajar porque para eso me pagan", afirma Amalia, que a pesar de los errores cometidos, va a volver a trabajar en el campus de Móstoles en el puesto de adjunta a la gerencia. Una nueva oportunidad para enmendar los errores cometidos, supuestamente, por culpa de la coerción y no por una decisión personal. Errores de los que se espera que haya aprendido.
