Hace ya casi un año el Gobierno finlandés anunció su intención de permitir que algunos comercios cobrasen únicamente con medios electrónicos, quitando así la obligatoriedad de aceptar monedas y billetes. La medida, que comenzó a llevarse a cabo en enero de este año, suscitó pronto la polémica sobre el futuro del dinero en efectivo. Y es que parece que cada vez nos cuesta más pagar con monedas y billetes físicos, frente a las facilidades que existen con el comercio electrónico: el pago con tarjeta ofrece seguridad, y el pago con teléfonos móviles se está desarrollando rápidamente.
Pero incluso aunque estos métodos de pago se estén extendiendo debido a su comodidad, muchos son los inconvenientes que aparecen asociados a su uso: la disminución de la privacidad, el mayor poder que obtendrían los bancos o la exclusión que sufrirían las personas más pobres son algunos de los problemas que hay que sopesar antes de lanzarse de cabeza en el mundo de las transacciones electrónicas.
Una idea peligrosa para los grupos desfavorecidos
Ya en 2008 había en el mundo en torno a 1.300 millones de teléfonos fijos, para una población global de unos 7.000 millones de personas. Sin embargo, pronto despuntaron los teléfonos móviles, y en la actualidad son más de 6.000 millones de personas las que tienen un móvil.
Al mirar estas cifras, es evidente que algo ha ocurrido cuando se han disparado tanto las ventas de un producto que sirve, fundamentalmente, para hacer llamadas. Y la respuesta es bien simple: para tener un teléfono fijo, es necesario disponer de una cuenta bancaria con la que pagar la factura; sin embargo, los teléfonos móviles permiten la recarga de saldo a través de dinero en efectivo, lo que da pie a que un mayor número de personas tengan acceso a él. Entre otros motivos, es por esto por lo que los teléfonos que no son Smartphone se siguen comercializando a lo largo del globo.
¿Y qué implica esto? Sencillamente que a día de hoy existe un grueso de la población mundial que no tiene acceso al sector financiero, y por tanto, que se vería excluido de poder comprar en el caso de que desapareciese el dinero en efectivo. Según un informe del Centro del Sector Financiero de PwC y el IE Business School, existe una relación entre el desarrollo de una economía y el uso de un método de pago que no sea el efectivo. Así, en África se utilizan billetes y monedas en un 99% de los casos, mientras que en Norteamérica se utilizan un 51% de las veces. Asimismo, grandes grupos poblacionales de los países del norte, como las personas de rentas más bajas y las personas mayores, siguen utilizando dinero en efectivo para sus transacciones comerciales.
Frente a esta situación de desigualdad se están tomando una serie de medidas en algunos lugares del mundo. Un ejemplo de ello lo proporciona el Banco Central de Ecuador, que ha lanzado su propia moneda digital con el objetivo de que la población que no tiene acceso al sistema financiero, en torno al 40%, pueda acceder, a través de la mensajería instantánea de su teléfono móvil, al comercio electrónico.
Todo el dinero en poder de los bancos
La abolición de los métodos de pago tradicionales, además, dará más poder al sector financiero. Por un lado, los bancos supervisarán todas las transacciones comerciales que se realicen, con lo que tendrán información sobre lo que se compra con ese dinero. Por otro lado, si no existe el dinero físico los ciudadanos estarían obligados a participar en el sistema financiero. Una cosa es que se deba fomentar que las personas más desfavorecidas tengan acceso al sistema financiero, y otra muy distinta que nadie pueda elegir si participar de él o no.
Al comienzo de la crisis financiera, en 2008, muchas personas decidieron sacar de sus cuentas el dinero que tenían ahorrado, con lo que todo el sistema financiero pudo haber colapsado. Y es que el banco tiene poder para "inventarse" el dinero, con lo que si todos los clientes sacan su dinero a la vez, el sistema colapsa.
¿Cómo se inventan el dinero los bancos? Imaginemos que en todo el sistema económico sólo existen 100€ que tiene María. Ella los deposita en el banco y le dan una tarjeta para que pueda comprar con esos cien euros sin necesidad de sacar el dinero en efectivo. Con ese dinero de María el banco quiere ganar dinero para él, con lo que le ofrece un préstamo a Juan para que vaya a comprar. Él también tiene una tarjeta con la que puede gastar cien euros que le ha prestado el banco. Por tanto, en este sistema sólo hay un billete de cien euros, pero hay dos tarjetas que pueden gastar un total de 200€.
Por esto, si todo el mundo decidiese sacar su dinero de los bancos el sistema se caería: la banca no tiene el dinero que nosotros depositamos allí porque está invirtiendo continuamente. No habría dinero que devolver.
En el caso de que no hubiese dinero en efectivo y se produjese otra crisis bancaria a nivel global, ¿cómo podríamos recuperar nuestro dinero si no tenemos la posibilidad de sacarlo en efectivo?
Algo similar ocurre en Japón, donde la banca ha estado cobrando intereses negativos con el objetivo de incitar a la población a gastar dinero para estimular la economía. De hecho, se dice que hubo tanta gente que sacó el dinero de los bancos que se disparó la demanda de las cajas fuertes. ¿Qué habría ocurrido si la posibilidad de sacar el dinero en efectivo no ocurriese? El dinero es de las familias, no de los bancos.
La privacidad y la seguridad, la eterna disputa
Una de las principales ventajas que se esgrimen cuando se habla del comercio electrónico es la transparencia: si todas las transacciones fuesen a través de un sistema financiero, no habría posibilidad de evadir impuestos, y se pondría freno al comercio ilegal de drogas o armas, puesto que todo queda sobre el papel.
Sin embargo esta suposición parte de que la seguridad es un valor más importante que la privacidad. ¿Hasta qué punto es deseable que los bancos y los Gobiernos sepan en qué nos gastamos nuestro dinero para aumentar la seguridad?
Por otro lado, parece demasiado optimista afirmar que la evasión fiscal se acabaría. El mayor porcentaje de dinero evadido parte de las grandes fortunas y las grandes empresas, que echando mano de la ingeniería fiscal dejan de pagar, legalmente, los impuestos que les corresponden. Los gigantes Google o Amazon son un gran ejemplo de esto.
De la misma forma, es bastante optimista pensar que las organizaciones criminales no obtendrán algún método de pago, similar al blanqueo, que les permita continuar delinquiendo sin que se conozcan sus verdaderas actividades.
Por tanto, si bien el comercio electrónico nos facilita a todos las transacciones comerciales, es necesario reflexionar en torno a todo lo que ello conlleva. ¿Cuánto poder nos podemos permitir darles a los bancos?