"Las informaciones dan un paso más en una campaña de acoso y derribo que dejó de ser política para convertirse en personal. Se han traspasado líneas rojas". Así lo aseguraba el pasado miércoles 25 de abril Cristina Cifuentes cuando anunció su dimisión como presidenta de la Comunidad de Madrid. Lo hacía después de que saliese a la luz un vídeo en el que podíamos ver cómorobaba dos botes de crema en un supermercado cerca de la Asamblea de Madrid en 2011. Esto fue el detonante de su renuncia después de que El Diario mostrase a la opinión pública cómo la política del PP falsificó su máster en la Universidad pública.
La propia Cifuentes asegura que todo se debe a una campaña orquestada dentro de su propio partido para echarla del porder por tener un discurso de "tolerancia cero contra la corrupción", y es que la Comunidad se personó en el caso Púnica como acusación y se sumó a la petición de la Fiscalía para prorrogar la estancia en prisión de Francisco Granados. Precisamente fue Granados, imputado por el caso Púnica, quien en febrero de este año insunuó que Cifuentes tuvo una relación especial con Ignacio González y que además conocía de primera mano la financiación ilegal del partido.
Objetivo: acabar con Cifuentes
Desde ese momento no cesaron las informaciones acerca de las políticas e influencias pasadas que tuvo Cifuentes en el partido y fuera de este. Sin embargo, hay que recordar que ya unos meses antes un informe realizado por la Guardia Civil la vinculaba con la adjudicación de manera irregular del contrato de la cafetería de la Asamblea de Madrid. Fue entonces cuando Cifuentes se dio cuenta de que algo iba mal, ya no tenía todo bajo control y su equipo suponía que "algo se cocinaba contra la jefa". Estas suposiciones se confirmaron pocos días después en un lujoso hotel de la capital cuando un intermediario de Cifuentes recibió un mensaje por parte de un empresario: "No pararemos hasta matarla, hasta acabar con ella".
Esta amenaza venía de parte de un empresario que tiene muy buena relación con Ignacio González, quien fue a prisión por el saqueo del Canal de Isabel II, más conocido como el Caso Lezo. Esta trama sería el comienzo de la persecución política y personal a Cifuentes, ya que existen muchos intereses económicos ocultos con los que la presidenta trataría de acabar. La advertencia del empresario llegó a Cifuentes y se dio cuenta de que sus enemigos eran muy poderosos y que podrían acabar con su carrera política de forma muy fácil. Un mes después acudía al Congreso de los Diputados por las palabras de Granados y declaraba ante a comisión de investigación sobre la financiación ilegal del PP.
Al día siguiente, el 21 de marzo, fue cuando El Diario publicaba la información sobre el máster que obtuvo de manera irregular en la Universidad Rey Juan Carlos. Desde ese día le ha tocado defenderse pero las informaciones que iban saliendo jugaban en su contra: no había acudido nunca a clase, nadie la conocía, los profesores no la tenían en sus listas, firmas falsificadas, amenazas a una profesora por contar que nunca la examinó... Y mientras Cifuentes trataba de defenderse, sus declaraciones no eran nada convincentes ante los hechos e incluso hizo caso omiso a miembros de su partido que le pedían que dimitiese. La presidencia corría cada vez más peligro pero ella se resistía: "No van a poder conmigo", dijo en una reunión de su partido.
"Fuego amigo"
Un mes después y viendo que la decisión de Cifuentes era seguir al frente de la Comunidad de Madrid, decidieron atacar de manera directa hacia su persona. El medio OKDiario la llamó por la noche el 24 de abril para informarle de que al día siguiente saldría el vídeo del supuesto robo en un supermercado en 2011. Ella sabía de la existencia de dicho vídeo y está convencida de que será el fin de su mandato en la autonomía. Así se volvió a repetir lo que siempre había pensado: se trata de "fuego amigo".
Tenía razón. Según publica El Confidencial, el responsable de la empresa que gestionaba la seguridad en la tienda en la que supuestamente Cifuentes habría robado, trabajaría después para Ignacio González, uno de los principales enemigos de la expresidenta y a su vez muy buen amigo del empresario que quería acabar con ella. El supermercado nunca denunció a Cifuentes, aunque un periodista veterano de la Asamblea de Madrid asegura que González enseñaba pantallazos del vídeo del robo a sus íntimos. Se mofaba de Cifuentes.
La política madrileña llevaba más de 30 años en el PP de Madrid y según un dirigente del partido optó por dejar de ser "uno de los nuestros para tomar la bandera de la regeneración y crear una nueva figura y cargar contra sus excompañeros. Podía haber optado por no remover el pasado y liderar la Comunidad y el partido sin echar la vista atrás. Pero no quiso o no supo".
Por el momento, Cifuentes sigue siendo la presidenta del PP de Madrid pero Rajoy quiere que renuncie para establecer una gestora. Ella sabe que si deja de ser una diputada regional perdería sus privilegios de aforada y podría ser juzgada si finalmente es imputada por el caso Púnica y por la concesión del contrato de la cafetería. Ahora le toca al PP elegir a un candidato para las elecciones de 2019.