Ha pasado más de un año desde que los medios comenzaron a advertir de la propagación del coronavirus y va a cumplirse otro año desde que comenzó el confinamiento que nos mantuvo meses en nuestras casas. Por aquel entonces, se relativizaba todo con comentarios del tipo "será cosa de dos semanas", esperando que un año después fuese algo anecdótico. Lo cierto es que la población general está agotada de vivir en una pandemia devastadora, como es lógico.
Después de haber pasado por tres olas de infecciones, muchos expertos ya hablan de una "cuarta ola", pero, en este caso, de problemas de salud mental, que podrá afectar a un 30% de la población mundial. Los datos de la Organización Mundial de la Salud afirman que, para 2030, la depresión será la primera causa de discapacidad. Esto, además, se plantea en un contexto en el cual ha aumentado el consumo de medicamentos para tratar padecimientos psíquicos como la ansiedad o la depresión. En los estudios alrededor de la relación entre la Covid-19 y la salud mental, se estima que "entre enero y septiembre la venta de estos fármacos creció en España un 4%", es decir, ahora se venden cuatro millones de envases más.
Las causas de la fatiga pandémica
Este cansancio constante, acompañado de otros síntomas, es lo que la OMS ha denominado "fatiga pandémica", y gran parte de la población la padece. La situación epidemiológica actual no invita a estar pasando por un buen momento para la salud mental, y es por ello por lo que se han reportado mayores casos de personas con estrés constante. El estrés, que surge cuando una persona se ve desbordada en una situación que sienten que no pueden manejar, genera una tensión constante que, no solamente agota físicamente, sino que también deja mella a nivel mental.
A mayor estrés, mayor cansancio, lo cual lleva a mayores dificultades para desempeñar diariamente las labores cotidianas, aumentando las emociones negativas. Según explica Antonio Cano, catedrático de Psicología en la Universidad Complutense de Madrid, "estamos más irritables". Esto puede llevar a mayores conflictos o incluso pagar el malestar con personas ajenas a él, con el sentimiento de culpabilidad que le acompaña. Esta situación crea aún más fatiga, por lo que se convierte en un bucle.
A esto se le suma el agotamiento extra de haber tenido que adaptarse a unos hábitos nuevos de vida, como la incorporación de las mascarillas, la distancia social o el miedo constante de infectarse o infectar a un ser querido. La incertidumbre que llevamos arrastrando desde hace un año, cuando se pensaba que la Covid sería algo anecdótico, puede llegar a generar ansiedad por un futuro incierto, una apatía constante e incluso depresión por la desmotivación al ver que la pandemia sigue ahí. Se podría considerar que la fatiga pandémica es un agotamiento, resultado de llevar un año intentando ser funcionales en un sistema donde se valora la productividad por encima de todo, a pesar del difícil momento por el que está pasando la humanidad.
Cuidarse de la Covid, pero cuidar también la salud mental
Es por esta serie de razones por las que resulta imprescindible que se ponga especial atención al padecimiento mental y a la escucha interna, para reconocer si las diferentes emociones que se sienten son por algo puntual o surgen de la fatiga pandémica. Para gestionar estas emociones, hay multitud de recomendaciones sobre las que han hablado diferentes expertos. Debe tenerse en cuenta, antes de nada, que cada persona siente las cosas de formas diferentes, por lo que habrá recomendaciones que no funcionen por igual según quiénes las usen.
Una de ellas, y más importante, es no aislarse de ninguna forma. En estos meses ya hemos experimentado de diferentes formas lo que es el aislamiento, y lo cierto es que no es algo que haga bien para la salud mental. Este punto no solamente se refiere a salir de nuestros hogares para ver a otras personas, dentro de las medidas de seguridad, sino que también deben compartirse las emociones, no quedárselas para uno mismo, porque es lo que lleva al sentimiento de soledad.
Por otra parte, se recomienda hacer actividades que resulten agradables, esto ya depende de cada persona. El caso es realizar actividades que despejen a la persona y le hagan recordar que, dentro de todo lo malo que ha traído la pandemia, todavía se han conservado muchas cosas buenas que nos recuerdan a la vida de hace un año. Por ello, también es importante seguir la siguiente recomendación: cuidar las emociones y los pensamientos.
A veces, dado el contexto, se pueden generar pensamientos que surgen de esta fatiga, y que llevan a ver una perspectiva únicamente negativa de todo, lo cual genera emociones y conductas desadaptativas. A pesar de lo complicado que es reconocer cuándo un pensamiento surge de la parte más desadaptativa de la mente, de vez en cuando es recomendable pararse a pensar si lo que sientes surge de algo que es real, o es producto de un agotamiento constante. A partir de ahí, seguir trabajando en hacer cosas que te ayuden a salir del bucle.
Si es necesario, pedir ayuda
Esto son solo tres consejos de los muchos que hay, dado que también se recomiendan aspectos como cuidar una buena alimentación, basada en todo tipo de nutrientes, no estar constantemente expuestos a medios de comunicación o a las redes sociales, entre otras. Y, de todas formas, también es importante recordar que, si fuese necesario, acudir a la terapia psicológica puede servir para sobrellevar una situación que se está haciendo una bola, por lo que pedir ayuda se convierte en una necesidad.
En general, la fatiga pandémica es algo completamente normal que está sintiendo la gran mayoría de la población, por lo que resulta muy importante apoyarse entre todos, cuidarse y tener en cuenta que no estamos solos.