Enrique Olivares, el falso cura que secuestró a la familia de Bárcenas en su vivienda de Madrid supuestamente pagado por el Gobierno del PP, no puede testificar contra nadie: sufrió un ictus en su celda de la prisión de Cuenca en 2018 que afectó seriamente a sus capacidades de comunicación.
El recluso, que mantiene el código de identificación 2013018343, fue trasladado poco después a Aranjuez, un centro que cuenta con mejores instalaciones para enfermos crónicos.
El grave deterioro que ha sufrido por este ictus ha dificultado seriamente sus capacidades para tirar de la manta contra el partido. Cuando intenta hablar, apenas puede expresarse con claridad y, cuando lo consigue, incurre en continuas incoherencias.
Sin embargo, ahora cambia su situación. La publicación de varios documentos todavía secretosdonde se fijan 500.000 euros de fondos reservados destinados a la operación Kitchen, confirma la sospecha de los investigadores: que el Gobierno del PP pagó a la policía patriótica de Villarejo para destruir pruebas en contra de la financiación opaca del PP.
Los investigadores tienen serias sospechas de que ese dinero también se usó para pagar a Enrique Olivares, ahora incapaz de hablar por un ictus, para que se llevara información sensible escondida en casa de los Bárcenas. El plan era muy claro: secuestrar a la familia, llamar al exchófer de la familia, Sergio Ríos (supuestamente sobornado también con los citados fondos) y llevarse toda la información sensible que pudiera afectar al partido.
Sin embargo, el plan no salió como se esperaba. El hijo del extesorero, Guillermo Bárcenas, consiguió desatarse a tiempo y redujo a Olivares. Su madre y la empleada del hogar permanecían atadas y el padre fuera de la vivienda. Fue en ese momento cuando Ríos accedió rápidamente a la vivienda y colaboró con la familia, que empezó a sospechar rápidamente de él: ese día estaba librando y no le correspondía estar en esa zona. Un policía ya le ha acusado directamente.
Solo, aislado y deprimido
Mientras continuan las investigaciones, la situación de Enrique Olivares dista completamente de ser idónea. El ictus que sufrió en 2018 ha mermado radicamente su capacidad de relacionarse con sus compañeros, por lo que vive prácticamente aislado en la prisión de Aranjuez en calidad de enfermo crónico.
Actualmente no recibe visitas de ningún familiar. Su hermana de 57 años no tiene relación con él, así como su exmujer y su hijo que ahora tiene 38 años. Esta situación de aislamiento total le ha llevado a desarrollar una profunda depresión que preocupa al personal de la cárcel donde se encuentra en la actualidad.
El trato con el personal del centro también es complicado, ya que tiene serios problemas para aceptar las secuelas del ictus que ha padecido. Los funcionarios aseguran que llega a ponerse agresivo cuando no sn capaces de comprender sus peticiones.
Todo ello se suma a la reciente muerte de su madre, Adoración, algo que ha agravado su situación. El recluso no conoce todavía el motivo exacto de su fallecimiento ni qué sucederá con su herencia, por la que pregunta frecuentemente. Enrique Olivares intuye que su progenitora ha fallecido como consecuencia de su avanzada edad, pero critica que nadie le haya informado sobre ello.