No pudo ser, quería cumplir su sueño de ganarse la vida, trabajar y competir en Europa. Sin embargo, los intentos de Helal Ali Mohammed Al-Hajj por cruzar la frontera marroquí fueron en vano y, a diferencia de su amigo Akram, no lo consiguió. Pereció en las costas de Melilla, a 30 metros de suelo firme. Su cuerpo fue rescatado del fondo del mar dos días después, tras una intensa búsqueda llevada a cabo por el Grupo Especial de Actividades Subacuáticas de la Guardia Civil, que duró dos días. Todo ocurrió el pasado 16 de septiembre.
El joven que lo acompañaba, Akram, lo consideraba su "mejor amigo", "su escudo", su "gran hermano". Juntos, atravesaron un largo camino de obstáculos desde su Yemen natal. Hasta que el trágico suceso no ocurrió, nadie le reconoció sus logros deportivos. "Nadie le apoyaba, nadie le prestaba atención", se lamenta. El país atraviesa una crítica situación desde hace años, la guerra y la escasez de recursos lo han dejado debastado y su población no puede más. Lo mismo le ocurrió al periodista deportivo que pereció en aguas argelinas hace unos meses. La población yemení no aguanta más dentro de sus fronteras y necesitan un futuro mejor, al menos uno donde poder sobrevivir dignamente. Este era el objetivo de Akram, Helal y su hermano Said.
"Era muy divertido, siempre me hacía reír. Confiaba en mí y me llamaba "mi gran hermano", confiesa a El Diario, justo en frente del lugar donde les dejó la embarcación en la que se subieron en busca de la felicidad, más allá de Oriente y África. Akram está ahora protegido por el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes en Melilla (CETI), donde enfrentarse a la muerte de su mejor amigo no ha sido fácil. Entró allí unas horas después de tocar la orilla, después de que unos inmigrantes procedentes del África Subsahariana le indicaran dónde podía asistir y, aunque no le gusta, de momento tendrá que permanecer allí.
Helal (24 años, Yemen) murió la semana pasada tratando de llegar por mar a Melilla, según nos informan testigos presenciales. Otra trágica muestra de que ni a quienes huyen de guerras inhumanas se les garantiza el derecho a solicitar asilo de forma segura. #VíasLegalesYApic.twitter.com/esngek5jsB
— CEAR (@CEARefugio) 24 de septiembre de 2019
Los hechos ocurrieron de manera fortuita e inesperada, ambos intentaron cruzar a España en anteriores ocasiones, pero pensaron que la única escapatoria pasaba por adentrarse en las aguas mediterráneas y poder cruzar la frontera a través de una embarcación que unos conocidos yemeníes les consiguieron. Lo afronta con dolor, contando su historia. El medallista, un deportista profesional que había sido campeón nacional de Wushu, vivía en Argelia desde 2018, momento en el que decidió unirse a su amigo y a su hermano tras salir de Saná (Yemen), por las horribles condiciones en las que se encuentra actualmente el país.
Su objetivo no era otro que estudiar y mejorar, salir adelante. "Su sueño era ser como Connor Anthony McGregor". Anteriormente había logrado la medalla de bronce en los Juegos de la Solidaridad Islámica de 2017 en Bakú, de la misma manera que lo consiguió en los Juegos Asiáticos de Yakarta 2018. Todo un héroe nacional, cuyos méritos solo le fueron reconocidos una vez fallecido. Tristemente, no llegó a verlo. Su travesía hacia el norte de África fue toda una odisea, primero tuvo que pasar Egipto y, tras establecerse en Argelia, pasó a Marruecos por Oujda para intentar llegar a suelo español. Lo intentó en seis ocasiones, las cuatro primeras no salieron bien debido a la altura de la alambrada y los controles fronterizos que llevan a cabo las autoridades. En otra ocasión lo intentó por Farjana, aunque esta vez la policía marroquí lo interceptó y lo llevó al calabozo. Su última opción era la que le llevó a la muerte.
Hasta que subió a esa pequeña barca de madera con motor, había permanecido en Nador (Marruecos) durante un mes, pagando 5 euros diarios por una habitación de hotel. Al-Hajj no iba a dejar a su gran amigo atrás y junto a él, pagó dos pasajes en la citada embarcación. Sabían a qué se exponían, pero desconocían cómo acabaría. Lo hicieron a través de otros yemeníes, incluso el cobrador les estaba esperando a orillas de la costa melillense. Quedaron en entregarle 500 euros cada uno.
A tan solo 30 metros de la costa, ambos tuvieron que saltar. Pensaban que la ruta solo duraría diez minutos y les dejaría en la arena. No iban preparados, ambos vestían pantalones largos y botas. "Primero se tiró Helal y después yo. Luché por mi parte para segur vivo, y él luchó por su lado para vivir... Luché contra la muerte, nadé y llegué a las rocas, mi garganta estaba muy seca, no sentía nada; conseguí gritar su nombre Helal, Helal, Helal, pero no pude encontrarlo", relata abatido.
El hombre que estaba esperándolos recibió a Akram, quien asegura que por poco tampoco lo consigue. Sin embargo, este se dio a la fuga: "Me dijo que iba a buscar ayuda pero no apareció nunca". El yemení describe las olas como "enormes" y defiende las capacidades físicas de su amigo "porque él sabía nadar". Cree que se golpeó contra una roca.
Denuncian la falta de visibilización que sufren los migrantes
La embajada de Yemen en España considera que el Gobierno debe saber hacer frente a casos como el del medallista. Si bien intentaron repatriar el cuerpo, acusan al Gobierno de hacer caso omiso a los procedimientos correspondientes al transporte del cuerpo a Saná, capital del país.
Esto solo evidencia "la indiferencia y la corrupción reinante en el ministerio", reflexiona el comunicado emitido. Finalmente, Exteriores dio luz verde y el cuerpo pudo viajar hasta Oriente Medio gracias al pago de los costes, efectuado por la embajada yemení. Hizo parada en Jordania, donde esperaba Said, el hermano del fallecido, que viajó desde Argelia para coger el vuelo que le llevaría a Aden. "Es una pérdida para nosotros como familia y una pérdida para Yemen en su conjunto". En Saná también lo estaban esperando su madre y su otro hermano pequeño.
Tanto Said como Akram son ingenieros químicos y estudiaron en la misma residencia universitaria, aunque llegaron a Argelia antes que Helal, que estudió ciencias del Deporte. Los resultados de la autopsia, practicada antes de que se entregara el cuerpo a las autoridades yemeníes y a la familia del fallecido, no han trascendido por el momento, pero todo apunta a que las contusiones o el ahogamiento pudieron ser las causas del fatídico suceso.
La guerra ha sumido Yemen en un verdadero caos desde marzo de 2015. Ocurrió cuando Arabia Saudí decidió bombardear a los rebeldes hutíes presentes en el país. Este panorama ha dejado un escenario devastador dentro de las fronteras del país, provocando el éxodo de miles de personas debido al colapso de la economía y la creciente escasez. Cada vez son más las ONGs que reportan el aumento de las cifras de aquellas personas procedentes de Palestina, Yemen y Eritrea que llegan a Melilla por vía marítima y condenan la acción pasiva de los Gobiernos, cuyas leyes restrictivas obligan a los refugiados "a tomar otras vías menos seguras" para entrar en Europa. Acnur, entre otras organizaciones, exige y apela a la expansión del espectro legal por parte de los estados europeos para que los que huyen de sus países en busca de una vida mejor no tengan que hacerlo a través del mar.
"El presidente de Yemen vive en Arabia Saudí, y nosotros no tenemos electricidad, ni agua ni buena comida. No tienen interés en los ciudadanos, y la guerra no va a parar porque se conocen unos a otros y están enrocados", subraya Akram. "¿Qué hay de nosotros, que queremos vivir una vida normal? No podemos continuar".