Kayla Rahan es una chica estadounidense que llevaba varios meses preocupada por su peso porque había engordado mucho en poco tiempo. Aunque le encanta la comida, sobre todo la rápida, la causa de su aumento de peso no tenía que ver con esta debilidad: sino con un quiste ovárico.
A Kayla le costaba respirar, tenía dolores abdominales y un hinchazón descomunal en la parte baja del vientre. Tras acudir a varios hospitales sin que diesen con el problema que no le dejaba llevar una vida normal, por fin supo qué tenía después de que el equipo de urgencias del Hospital de Montgomery en Alabama detectase que la joven había desarrollado un quiste ovárico, es decir, un tumor benigno que pesaba 22 kilos.
El equipo médico del centro hospitalario determinó tras examinarla que debía someterse a una operación de manera urgente, ya que el quiste le estaba presionando los órganos internos y ponía en peligro su vida. La intervención fue un éxito y Kayla tuvo que permanecer en observación durante varios días hasta que se recuperó. Desde ese momento, el pasado mes de mayo, Kayle ha adelgazado 34 kilos.
El quiste ovárico, según los médicos, podía llevar en su cuerpo al menos un año. Y es que, aunque tienden a disolverse solos a veces persisten y si causan dolor se tiene que acudir al médico de manera inmediata. La lección que Kayla se lleva de su mala experiencia, es que a partir de ahora escuchará a su cuerpo y cuidará de sí misma.