Un nuevo estudio publicado en la revista Nature arroja luz sobre una de las preguntas más desconcertantes que se hacen los oncólogos en la actualidad: ¿por qué crece el número de casos de cáncer colorrectal en personas menores de 50 años?.
Mientras que tradicionalmente esta enfermedad se ha relacionado con el envejecimiento celular, la comunidad científica observa con preocupación cómo cada vez más pacientes jóvenes son diagnosticados sin antecedentes ni factores de riesgo claros.
La investigación, dirigida por la Universidad de California en San Diego y con la participación del CNIO, vincula la aparición de estos tumores con una exposición temprana a la toxina colibactina, producida por ciertas cepas de la bacteria intestinal Escherichia coli.
Esta sustancia es capaz de alterar el ADN de las células del colon y dejar una firma mutacional específica que ha sido identificada en los genomas de casi mil pacientes de 11 países.
Una marca genética precoz
El hallazgo más destacado es que estas huellas genéticas son 3,3 veces más frecuentes en personas menores de 40 años que en mayores de 70, lo que sugiere una exposición a la toxina en las primeras etapas de la vida.
Según Ludmil Alexandrov, autor principal del estudio, estas mutaciones pueden aparecer incluso antes de los 10 años y anticipar en décadas el desarrollo del cáncer: "Un niño que adquiere una de estas mutaciones a los 10 años podría padecer la enfermedad a los 40 en lugar de a los 60".

A pesar del avance, los expertos piden cautela. Como recuerda Julian Peto, catedrático de Epidemiología en Londres, estas mutaciones no prueban por sí solas que la colibactina sea la causa principal del aumento de casos. Además, se desconoce aún cómo y cuándo ocurre la exposición y si existen factores como la alimentación o el estilo de vida que la favorezcan.
El estudio apunta a nuevas vías de diagnóstico y prevención. Ya se investiga el uso de probióticos para eliminar las bacterias nocivas y se desarrollan pruebas que detecten las mutaciones en muestras fecales.
Para Isabel Portillo, investigadora del Instituto Biobizkaia, el trabajo representa una "nueva evidencia de un posible marcador genético" y abre la puerta a investigar más a fondo el papel del microbioma en la génesis del cáncer.
Este hallazgo forma parte del ambicioso proyecto internacional Mutographs of Cancer, que busca identificar las huellas moleculares que los agentes ambientales dejan en el ADN y que, como en este caso, podrían explicar parte de la creciente incidencia del cáncer en edades tempranas.