La pandemia del coronavirus ha cambiado por completo todos nuestros hábitos de consumo. El cierre masivo de tiendas y los confinamientos han llevado a un fuerte auge de la venta online, en el que la población que todavía mostraba retiencias al pago online se haya lanzado a experimetnar con esta vía.
Sin embargo, el hábito de salir de compras todavía pesa. De hecho, las grandes cadenas de moda se preparan para hacer una gran campaña de rebajas para deshacerse del stock disponible. La situación actual ha provocado un fuerte descenso, en parte porque nadie puede salir para estrenar prendas ni tiene la mente situada en este tipo de circunstancias... pero también porque la gran mayoría de los consumidores todavía contemplan la compra como una experiencia de ocio.
Las grandes firmas del sector son conscientes de ello. Entre ellas, El Corte Inglés, que con una situación complicada en sus cuentas, necesita una salida rápida ante la crisis económica y de consumo que se avecina, que podría tener efectos letales en sus cuentas.
Por ello, la firma de grandes almacenes ha empezado a diseñar el modelo de experiencia de compras que se impondrá en sus grandes almacenes. No hay que olvidar que sus edificios no operan como centros comerciales con tiendas diferenciadas al uso, sino que se trata de espacios diáfanos donde el espacio común constituye toda la superficie. Algo que abre una incógnita ante una verdadera apertura a partir de la fase 2, que empezará el 25 de mayo.
Toma obligatoria de temperatura para todos los clientes y empleados con batas desechables o pantallas faciales
El plan diseñado por la compañía incluye varios aspectos que apuntan a una contención reforzada respecto al resto de centros comerciales con el objetivo de conseguir una apertura paralela al resto de tiendas.
Según informa la central Fasga, el primer paso será la toma obligatoria de temperatura en las puertas de todos los grandes almacenes. Se hará antes del acceso, junto a la cola para reducir aforos. Aquellos que superen los 38 grados no podrán acceder al interior de las instalaciones y serán invitados a regresar a sus viviendas.
Además, la entrada de clientes se producirá con guantes y mascarilla. Habrá dispensadores de hidrogeles en toda la tienda. También se contará con medidas especiales para los probadores, como cerrar una cabina de cada dos y desinfección tras cada uso. Además, se permitirá la devolución de prendas, que permanecerán dos semanas en cuarentena hasta que finalmente vuelvan a situarse en los lineales.
Las tiendas también se desinfectarán escrupulosamente todos los días, cuando esté cerrada al público y con el objetivo de reducir, en la medida de lo posible, cualquier contagio por coronavirus.
En cuanto a los empleados, se eliminará la chaqueta en el uniforme masculino y se incorporará una vestimenta informal para el personal que no esté cara al público. Además, se proporcionarán batas desechables o lavables, mascarillas FFP2 y pantallas faciales cuando no sea posible el distanciamiento. Sin duda, una experiencia muy diferente a la que conocíamos que podría mantenerse hasta el hallazgo de una vacuna.