Corría el verano de 2007 y José Luis Rodríguez Zapatero afrontaba la crisis del trasvase del Ebro y una sequía galopante en todo el país. Su solución pasaba por aprovechar los mares para convertir el inagotable agua salada en agua dulce para el consumo humano. Apostó entonces por la creación de varias desaladoras de inmenso tamaño (la de Torrevieja es la más grande de Europa) y un gran coste económico.
Para convencer a la población de las ventajas de esta medida, la por aquel entonces ministra de Medio Ambiente y actual presidenta del PSOE Cristina Narbona aprobó la distribución de un millón de botellas de agua desalada por las costas valencianas, andaluzas y murcianas aquellos meses del año. Incluso ella misma las repartió, como señala el diario ABC.
Finalmente las plantas desaladoras se quedaron estancadas, y los millones de euros invertidos en ellas no han servido de nada hasta la fecha. Las infraestructuras, propiedad de la empresa pública Acuamed, permanecen a la espera de un movimiento político.
Un pliego lleno de irregularidades
Este no es el único gasto relacionado con el proyecto de desalinización de Zapatero. Las botellas de 33 centilitros que abarrotaron las principales playas de Valencia, Andalucía y Murcia costaron al Estado un millón de euros, entre embotellado, almacenamiento y distribución.
Lo más curioso es que tres de los cincos contratos que se adjudicaron se los llevaron dos agencias de publicidad, a pesar de que en los pliegos se indicaba que la empresa debía "desarrollar una actividad que guarde relación con el objeto del contrato". Por si fuera poco, ambas agencias tenían a un mismo miembro en común, Enrique Martínez Leyva, representante de Pleno Impacto y consejero delegado de Plataforma Marketing y Publicidad.
La tercera empresa, Pararelo 37 Publicidad Málaga, que se encargó de la planificación, organización y distribución de botellas de agua desalada por Murcia y Andalucía, destinaba sus esfuerzos diarios a la radiodifusión, no a asuntos relacionados con la adjudicación. El último contrato fue el que realmente se adaptó a las bases, y se lo llevó Ensuma Congresos de Valencia.
El agua utilizada provenía en un 75% de la desaladora de San Pedro del Pinatar, en Murcia. Para promocionar las plantas desaladoras, la empresa pública Acuamed desembolsó más de 18 millones de euros.