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Un ex trabajador de DiverXO desvela la verdad: así es trabajar con Dabiz Muñoz

Los restaurantes del chef han logrado el máximo prestigio, pero algunos ex empleados revelan que no todo es ideal dentro de sus fogones.

Un ex trabajador de DiverXO desvela la verdad: así es trabajar con Dabiz Muñoz

El chef Dabiz Muñoz se ha alzado como uno de los principales representantes gastronómicos en nuestro país. Sus restaurantes, entre los que se encuentran DiverXO, StreetXo, GoXO o RavioXO, se han convertido en todo un símbolo aspiraciones y destacan por sus particulares creaciones y experiencias.

El cocinero, además, se mantiene de actualidad por su último documental en la plataforma Netflix, titulado 'UniverXO Dabiz', en el que relata el día a día de sus establecimientos y que se ha convertido en todo un fenómeno viral.

Pero también han surgido muchos testimonios de antiguos empleados que estuvieron trabajando en sus establecimientos y que han querido relatar muchos aspectos del ambiente laboral en los establecimientos del reconocido chef. Y no todo luce como parece.

El testimonio de un ex empleado de Dabiz Muñoz

A pesar de que trabajar en DiverXO puede ser el sueño de cualquier cocinero y una meta laboral, la realidad es que trabajar en los restaurantes del famoso chef también esconde algunos detalles que ahora salen a la luz.

Así lo ha confirmado Pablo Colmenares, que trabajó en el pasado en sus restaurantes y actualmente dirige la cadena de cocina The New York Burger. En una intervención en el podcast 'Con los pies en el suelo' ha relatado cómo fue su experiencia.

Un testimonio de grandes exigencias laborales y en el que todo estaba permitido menos parar por cualquier motivo: "Mi día era llegar, cambiarnos y empezar a correr. Solo recuerdo correr, correr y correr. No teníamos tiempo de pensar".

"Tu cerebro se apaga. Nos enfocábamos en una cosa y no levantábamos la cabeza hasta que comenzaba el servicio", ha continuado relatando Colmenares, que no ha dudado en describir el ambiente de grandes exigencias que vivió en sus cocinas.

En todo caso, esta tensión ocurre en un restaurante en el que el menú de sus clientes se paga a 450 euros: "Comíamos justo antes del servicio, en un bol, rápido y andando por la cocina. No nos sentábamos".

Como consecuencia de este ritmo incansable, reconoce que los días de libranza estaban prácticamente destinados al descanso, porque no tenía oportunidad de hacer otra cosa: "Y eso que era muy joven en esa época y tenía mucha energía, pero me tumbaba en la cama y estaba como si hubiese corrido una maratón".

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