Duncan Laurence superó con nota su primera reválida rumbo al micrófono de cristal. El holandés, gran favorito con mayúsculas para la victoria en Tel Aviv, por fin saltó al arena para confirmar todas esas apuestas que le mostraban como gran ganador de Eurovisión 2019, y si había algún tipo de duda, la disipó al momento.
Y es que su 'Arcade' fue sin duda la gran protagonista de una noche de gran nivel musical. Luego de una primera semifinal más inestable y propensa a las sorpresas, en la semifinal del jueves sí vimos un show musical de mucha más altura y donde en líneas generales conocíamos quienes se iban a ganar el billete para el sábado.
En una gala donde seis de los primeros siete clasificados en apuestas se veían las caras, el nivel estaba asegurado y desde luego no se falló a las expectativas. Y es que junto a Duncan Laurence, nombres como los de Lucca Hanni, John Lundvik o Chingiz también mostraron su mejor cara, demostrando que a salvedad quizá de la australiana Kate Miller-Heidke, el resto de grandes posiciones de la final vendrán de la segunda semifinal.
El mejor pase de Duncan
Puede que llevemos toda la semana de ensayos considerando que la puesta en escena de Duncan Laurence era demasiado simple. Junto a su piano (quizá algo pequeño),y con el simple acompañamiento de los visuales asemejando el espacio y una bola luminosa que recuerda a la luna, muchos esperaban algo más para una actuación modelo en lo vocal. Sin embargo, ayer quedó claro, que con esto es más que suficiente.
Con delicadeza, una voz increíble y un silencio sepulcral, el bueno de Duncan pasó por Tel Aviv con una de las actuaciones que se recuerdan tiempo. Su 'Arcade' hipnotiza por momentos y deja los ojos vidriosos, garantías de éxito en un evento como Eurovisión.
No seremos nosotros quien aconsejemos ir conociendo qué tal es Amsterdam para celebrar Eurovisión, pero algo nos dice que todo se va a terreno de tulipanes.
Suecia y unos coros que valen oro
Otro de los favoritos en aparecer en escena fue el bueno de John Lundvik con su 'Too Late For Love'. El sueco, con una puesta en escena calcada a la del Melodifestivalen como suele ser habitual, cuajó un pase más que correcto, en una canción buena y atractiva que tiene un punto de inflexión definitivo con la aparición de 'las mamas', sus cuatro coristas afroamericanas que dejan sin aliento a cualquiera.
Suecia, como de costumbre (aunque en los últimos años no tanto quizá) se ha plantado en Tel Aviv con una candidatura ganadora, que quizá podría ser la única capacitada de darle un susto a Duncan Laurence en la lucha por el micrófono de cristal. Esperando un descalabro holandés, Lundvik cumplió con su papel, guardó la ropa para el sábado, y demostró que la SVT sigue yendo muy en serio en esto de Eurovisión.
Lucca trae movimiento a la semifinal
Por último, el suizo Lucca Hanni fue el otro gran favorito en aparecer en la semifinal del jueves, y como sus anteriores compañeros, cumplió con nota la labor de convencer a Europa.
Y es que su 'She Got Me' se ha llevado lo mejor de las puestas en escenas de Sacha-Jean Baptiste para Eurovisión 2019. Jugando a las mil maravillas con las tonalidades rojizas en escena, al igual que con la estética 16:9 en pantalla al más puro estilo cinematográfico, el público vibró de lo lindo con un show simpático, medido y de calidad.
Había quien dudaba de que los suizos pudieran aguantar el reto de luchar por un top-5, y apenas ha hecho falta verlos en directo para confirmar que esto de que cuatro años después lleguen a una final, no es casualidad, y que este año acabarán en una posición noble de la tabla.
La música culta hoy sí es recompensada
En la semifinal del martes nos dolió en el alma ver como las propuestas más cultas de la gala se quedaban en la lona. Propuestas como las de Hungría o Georgía sucumbían ante el pop estonio o bielorruso, un hecho que de cara al jueves no se repetiría.
Y es que si hubo alguna sorpresa sin duda fue la de ver como Macedonia del Norte conseguía hueco en la final seis años después, o como el jurado terminaba dándole hueco a la albanesa Jonida Maliqi en la final del sábado.
Ambas con baladas de tono alto, mensaje con conciencia y no excesivos fuegos artificiales, serán la tonalidad más elaborada de una final que merecía tener a países así en sus filas. Ya decía Salvador Sobral que la música no eran fuegos artificiales, y con propuestas así año tras año nos queda claro.
Un tourmalet para cerrar la final
Como es costumbre, nada más acabar la gala a la KAN se le presentaba el gran reto de elaborar el running order de la final. Más temprano que otros años, minutos antes de la 1:30 de la madrugada la televisión israelí presentaba el orden de la final, para el cual se guardaban el último puesto para Miki y 'La Venda'.
Lo curioso del asunto será ver como salvando quizá a Suiza y a Australia, que estarán ambos justo antes de España, el resto de favoritos tienen que conformarse con la primera semifinal. Suecia en el puesto nueve, o Países Bajos en el doce, serán rara avis en una cola más que cerrará con fuerza, encadenando un Francia-Italia-Serbia-Suiza-Australia-España que no te permitirá moverte del sofá.
De esta manera, todo está listo y dispuesto para una final de Eurovisión que parece que tiene el nombre del ganador ya escrito. Sea como sea, cualquier cosa puede pasar, aunque por si acaso, vayan mirando vuelos en Amsterdam.