El crack del 2008 se hizo sentir en todo el mundo, pero con especial incidencia en España: a la crisis de los mercados se unió el estallido de la burbuja inmobiliaria. Desde entonces, el país ibérico ha pagado con creces aquella 'fiesta'. Aunque, con la nueva etapa de crecimiento, volvemos a caer en algunos errores.
Ahora, casi una década después de aquel dramático mes de octubre del 2008, Europa enfrenta el mismo reto que vivió España: la sobrecarga inmobiliaria y un mercado con precios inflados. Sobre todo en la burbuja del alquiler, donde algunos factores como los alquileres turísticos, la moda por el centro de las ciudades (con menor espacio habitable) y la gentrificación han transformado este sector.
Combinando todos estos hechos, los expertos han establecido cierto consenso en torno a un punto de inflexión: 2022. Y apuntan a un nuevo ciclo económico que cerraría la tendencia alcista que hemos vivido desde el año 2014.
Estos ciclos, que se repiten a lo largo de la historia, ya han mostrado algunas pinceladas de menor calibre, como la brusca caída del Wall Street el pasado 6 de febrero de 2018, donde hubo un desplome del 4,6%. Precisamente, aquel movimiento fue la respuesta al encarecimiento de los valores por encima del mercado y podría ser una de las pruebas del contexto que se avecina.
El ladrillo afectará especialmente a las grandes ciudades
El auge de las grandes metrópolis europeas puede estar generando esa burbuja que se hará sentir con fuerza a lo largo del próximo lustro. En España, hay especial incidencia en Madrid y Barcelona, donde los precios de vivienda nueva se han disparado un 33,5% y un 27,8% respectivamente, frente a un 17,8% de media en todo el país.
La tendencia excesivamente alcista durante este período iniciado en 2014 también se extiende a otras capitales como París, Roma, Berlin, Ámsterdam o Londres. Todas las capitales sufren precios realmente inflados frente a la media de sus países.
Este fuerte auge de los precios es otra de las herencias de la pasada crisis. La fuerte ola de paro alcanzada en Europa (especialmente en España, con más de seis millones en la peor época), hizo que mucha gente emigrara hacia las capitales en busca de una mayor fortuna. Es, a la postre, la misma reacción que se registró en la década de 1960, con una tendencia alcista que terminó con bruscas bajadas en plena crisis del petróleo de 1973.
Lo que ahora suceda en el mercado inmobiliario será de relevancia. Este sector representa nada menos que un 4,5% del PIB y continúa creciendo. Por otro lado, las principales ciudades afectadas, Madrid y Barcelona, acumulan una población conjunta de 5 millones de personas, casi 15 si juntamos ambas comunidades autónomas.
Si mezclamos el empobrecimiento de una masa tan amplia de población, junto con una crisis que representa el 4,7% del PIB, el consumo podría verse afectado y finalmente 'contaminaría' al resto de la economía.
La importancia del mercado europeo
Como hemos comentado, la crisis que se avecina a España se reproducirá en las grandes capitales europeas. No hay que olvidar que la Unión Europea se encuentra en un momento crucial, con la posibilidad de un 'Brexit' sin acuerdo muy perjudicial para la economía.
Las exportaciones de España hacia la UE representan un 34% del PIB y el turismo añade otro 14,9%. Junto con el ladrillo, son tres fuentes importantes de riqueza que podrían verse debilitadas si los acontecimientos se desarrollan tal y como ahora. Por tanto, la salud financiera de los países de nuestro entorno es fundamental para el desarrollo de nuestra economía, aún demasiado impermeable a estas circunstancias.
Algunas medidas, como el control de los precios del alquiler o el aumento de los salarios, permiten corregir en cierta medida estos desequilibrios y mantener los precios del mercado en una población con mayor ahorro en el bolsillo. Son medidas necesarias para, al menos, amortiguar la próxima llegada de un nuevo ciclo económico de recesión.