El Etna, el volcán más grande de Europa, situado en la isla italiana de Sicilia, ha entrado en uno de sus habituales periodos de erupción. Las imágenes han sido captadas a través de una de las cámaras de Skyline, que vigila la cima del cráter.
Las erupciones del Etna suelen ser bastante habituales, y es normal que se produzca una de ellas cada tres meses. Aunque suelen ser asiduas, las erupciones no son todas iguales, dependiendo de si se producen desde los flancos o desde la cumbre, que son las más espectaculares debido a que son extremadamente explosivas. No obstante, esto no quiere decir que sean peligrosas, ya que rara vez han provocado la evacuación de la población local.
El volcán, que supera los 3.000 metros de altura, cuenta con una larga lista de erupciones. La más peligrosa data de 1669, cuando arrasó con varias regiones adyacentes. Desde ese año, no se registró una erupción similar hasta 1928, cuando se produjeron grandes desastres en los alrededores. Lejos de esas dos fechas no se tiene constancia de otras erupciones que supusieran un peligro para la vida local, aunque a lo largo del siglo XX han sucedido varias que han puesto en alerta los protocolos de actuación, la última en 2012.
Protagonista de historias y mitos
En 2013 el Comité de la UNESCO declaró el Etna Patrimonio de la Humanidad, por su impresionante paisaje y por la historia que este conlleva, ya que su figura guarda gran relevancia para la mitología griega y romana. De hecho, su nombre se lo debe a la ninfa Etna, hija de los creadores de los dioses, Urano y Gea. Desde sus orígenes, el volcán guarda entre sus escondrijos gran cantidad de historias y curiosidades, como la que afirma que el filósofo griego Empedocles saltó desde este para probar que era un dios inmortal.