El trastorno depresivo es una de las enfermedades más extendidas en el mundo; de hecho, y según la OMS (Organización Mundial de la Salud), más de 320 millones personas lo sufren. El estudio refleja que los últimos años este problema ha incrementado casi un 20%, posiblemente reflejo de lo estresante de la vida actual. Los jóvenes y adolescentes padecen cada vez más esta enfermedad, lo que hace saltar las alarmas de los expertos. En España, más concretamente, afecta a un 2% de los menores entre 6 y 12 años, y durante la etapa adolescente, la tasa de afectados se duplica en el caso de las mujeres.
La crisis y sus consecuencias, la agitación política o la tensión en el hogar parece que ha extendido la tristeza, la ira, la falta de sueño y hambre o la depresión en últimas instancias en nuestra sociedad. La epidemia de tristeza, según lo llaman los expertos, padece haberse apoderado de gran parte de los ciudadanos españoles. Una sensación que parece haberse apoderado de demasiadas personas en nuestro país; de hecho, unos de los últimos estudios del Centro de Estudios Psicológicos (CIS) refleja que el 15% de los españoles se consideran infelices; y, aunque, sea un porcentaje relativamente bajo, la percepción es que poca gente es realmente feliz en España.
El aumento de la infelicidad y de los trastornos depresivos en los jóvenes puede obedecer a varios motivos: la crisis económica, el aumento del estrés diario, la falta de futuro, los conflictos en el colegio y las altas presiones sociales y psicológicas: además, hay que añadir que este tipo de problemas, ahora, aparecen a una edad más temprana, por lo que agudiza el problema. Esto provoca que los niños tengan menos mecanismos para enfrentarse a ellos, es decir, no tienen la suficiente madurez.
Los padres, posible causa del problema
El entorno familiar y, sobre todo los padres, pueden tener cierta parte de culpa de este problema que, en muchos casos, se convierten en una figura demasiado autoritaria, coartando las libertades (conocer gente y salir con los amigos) de sus hijos adolescentes demasiado pronto.
Según dicen algunos expertos, la inestabilidad social, el estrés y la presión hacen que ellos -los padres- impriman una capa de "infelicidad" a sus hijos. Hay que añadir a los niños, en muchos casos, se les deja demasiada libertad en su propia toma de decisiones. Es decir, los padres recalan demasiada presión en unas mentes demasiado inmaduras como para estar seguras que quieren ser y hacer en su futuro; en ese caso, debería poner ciertos límites.
Uso excesivo de las redes sociales y las nuevas tecnologías
El uso excesivo de las redes sociales y las tecnologías que derivan de ellas, son otro de los factores que según los expertos son el causante o detonantes de esos problemas. Estas pueden crear cierta ilusión o sensación de compañía; sin embargo, estas pueden crear problemas de aislamiento y pobre desarrollo de los mecanismos de socialización que puede derivar en la autoestima de los más pequeños.
La realidad es que este tipo de problemas deberían ser tratados correctamente y lo antes posible, para evitar que se agudice; de hecho, puede derivar en síntomas más graves a partir de los 18 años e, incluso, un cuadro más grave más después de los 30. Este tipo de enfermedades no se pueden tomar a la ligera y, aunque, es un tema un tanto peliagudo en la sociedad, hay que dar un paso adelante ya que sus consecuencias se arrastran a lo largo del tiempo.