El tamaño de nuestras pupilas suelen ser reflejo de la cantidad de luz que alcanza a la retina en un momento dado. Sin embargo, una nueva investigación comprueba que utilizar la imaginación para visualizar imágenes mentales oscuras o brillantes también pueden modificar el tamaño de tu pupila.
Una publicación para Psyhology Today por Christopher Bergland cuenta que "los investigadores encontraron que la viveza de las imágenes mentales de alguien se correlaciona con los cambios en el tamaño de la pupila o la falta de este".
Así, cuanta más precisión y capacidad se tenga para imaginar escenarios claros u oscuros, cuanto más se fantasee, más alteraciones de tamaño se podrán ver en la pupila. Se podría decir que una pupila que cambia mucho en entornos con una luz constante pertenece a una persona con mucha imaginación.
El experimento
Para probar sus hipótesis, los investigadores escogieron personas con y sin "afantasía", una condición por la cual resulta imposible representar mentalmente con imágenes ningún objeto. Se les pedía a los participantes que clasificasen la intensidad de sus imágenes mentales.
"Como era de esperar, las personas con afantasía no informaron imágenes mentales vívidas y esta falta de imaginación visual se correlacionó con que el tamaño de la pupila permaneciera igual durante los ejercicios de visualización", explica el propio Bergland.
Uno de los responsables de la investiación, Joel Pearson, informó de que "aunque ya se sabía que los objetos imaginados pueden evocar los llamados cambios endógenos en el tamaño de la pupila, nos sorprendió ver cambios más dramáticos en aquellos que informaron imágenes más vívidas".
Se comprobaba así por primera vez que la potencia de las capacidades cognitivas de una persona a la hora de fantasear visualmente con otros mundos puede afectar a algo tan aparentemente inconexo como la dilatación de la pupila.
La afantasía
Según datos oficiales, 2 de cada 100 personas tienen afantasía. Es una condición más común de lo que parece. Hasta la fecha, diagnosticar esta condición únicamente era posible a través de las experiencias autoinformadas de quienes la padecen, pero las cosas están a punto de cambiar.
Ahora, con este nuevo estudio, como ya hemos visto, según la dilatación de la pupila, se podría detecar si se padece esta condición. Los científicos sugieren que las regiones del cerebro que interpretan la información visual procesan lo imaginario de la misma manera que los datos visuales reales. Así, cuánto más potente o vívida sea una imagen mental, más perceptiva resulta la misma.