Las compresas y los tampones podrían pasar a mejor vida. Y es que una nueva opción higiénica, saludable, económica y 'eco-frindly' ha llegado al mercado, y parece que para quedarse.
Se trata de la copa menstrual, un dispositivo capaz de recoger el flujo de la mestruación en lugar de absorberlo. Su utilización es sencilla: se inserta en la vagina, al igual que un tampón, y puede ser vaciada cada 4-12 horas. Actualmente se pueden encontrar dos tipos distintos de este producto, la copa vaginal, que tiene forma de campana, y una copa vertical que se coloca alrededor del cuello del útero en la parte alta de la vagina.
Pero este producto revolucionario no lo ha tenido fácil, ya desde su nacimiento han surgido diferentes polémicas que pretendían poner fin a su comercialización y frenar su consumo. El principal argumento de los detractores de la copa es que esta supone un mayor contacto con la sangre menstrual, que a día de hoy continúa siendo un gran tabú. Por otro lado, otras usuarias afirman que su uso es complicado, o consideran que el hecho de tener que vaciar la copa supone una gran complicación a la hora de acudir a lugares públicos.
Asimismo la polémica por el uso de la copa menstrual se avivó cuando la CUP de Manresa presentó en 2016 una moción para educar a los jóvenes en la existencia de métodos higiénicos alternativos a las compresas y los tampones, entre los que se incluye la copa menstrual. Tras la propuesta, la formación fue objeto de una oleada de críticas que acusaban al partido de tratar de "imponer la copa menstrual" o tachaban a sus dirigentes de "feministas anti-tampax".
Segura y saludable
Las polémicas han quedado atrás ahora, porque un nuevo estudio publicado en The Lancet Public Health ha llegado a la conclusión de que el uso de las copas menstruales tan seguro y efectivo como cualquier otro producto sanitario.
La investigación se ha realizado con una muestra de 3.300 mujeres y niñas y ha tenido en cuenta 15 estudios llevados a cabo en países de ingresos medios y bajos y 28 de países con ingresos altos. Además, se ha valorado la disponibilidad y el coste de uso de las copas menstruales con estimaciones sobre el posible ahorro de desechos que podría obtenerse con el uso de las mismas.
Los resultados del análisis arrojan que no existe un aumento del riesgo de infección con el uso de las copas menstruales y descartan que ésta tenga efectos adversos en la flora vaginal. Además, el estudio destaca un menor riesgo de fugas con la utilización de este método. Entre el total de las participantes, tan solo 5 asociaban el uso de la copa menstrual con dolor y 6 de ellas presentaban casos de alergias o erupciones.
La opción más económica
En cuanto a su coste, el estudio afirma que una misma copa menstrual con una vida de 10 años supondría entre un 5 o un 7% del coste de 12 compresas desechables o tampones, por lo que suponen una opción más económica que el resto de productos sanitarios.
Pero la importancia de la copa iría más allá, y es que este revolucionario producto ha permitido, además, poner fin a las barreras a las que se enfrentan las mujeres de países en situación de dependencia para adquirir productos de higiene femenina. Además de impedir a las mujeres contraer el síndrome de shock tóxico, supone acabar con la preocupación por manchar la ropa. Una cuestión muy importante si se tiene en cuenta que en Kenia las jóvenes pierden una media de 4,9 días de escuela al mes debido a esta cuestión.
Por ello, la copa menstrual, que ha despertado tantas pasiones como odio, se ha convertido en una de las opciones más en alza en el mercado y ya se relaciona, incluso, con el empoderamiento femenino. Hasta el momento, cada vez más mujeres se han sumado ya a esta nueva alternativa.