Un estudio ha concluido que el desastre nuclear de 1986 en la central de Chernóbil, en Ucrania, ha provocado que los perros callejeros que se encuentran en sus alrededores sean genéticamente diferentes. Esa es la conclusión a la que han llegado los investigadores que han realizado un análisis genético a más de 300 canes asilvestrados, que han comprobado que la afinidad genética con el resto cambia según aumenta la distancia con el reactor número 4.
Las diferencias que se han detectado, sin embargo, podrían tener otras causas ajenas a la liberación de material radiactivo o que los niveles no fueran dañinos a largo plazo, en una zona donde se está experimentando nueva vida salvaje.
Perros analizados
En Chernóbil se produjo el mayor accidente nuclear registrado hasta la fecha, el 26 de abril de 1986. Fue en el reactor número 4 de la central nuclear Vladímir Ilich Lenin, a 17 kilómetros de la ciudad, que se vio desalojada.
Las autoridades de la extinta Unión Soviética ordenaron, en el momento del accidente, el sacrificio de todas las mascotas, pero sin embargo, algunos perros consiguieron escaparse.
Los perros han sido el objeto de análisis en este caso. Hay más de 800 censaros, según la Iniciativa para la Investigación de los Perros de Chernóbil. Prácticamente la mitad viven en los alrededores de la central y Prípiat, la localidad más cercana. Otros 150 son de Chernóbil, la localidad situada a 17 kilómetros de la zona cero. Y 16 se encuentran a Slavútich, una población situada a 45 kilómetros, fuera de la zona de exclusión.
El estudio ha analizado la sangre de los canes y ha realizado un mapa de similitud genética. Los resultados se han publicado en la revista Science Advances. Concluye que son perros diferentes al resto de los analizados en otros territorios.
Las conclusiones indican que, dependiendo de la exposición a la radiación, se genera estrés oxidativo, daño celular y en el ADN, entre otros efectos. Los autores del trabajo no han publicado ningún otro dato sobre alteraciones en los perros.
Los expertos consideran que es probable que los perros se hayan adaptado a la radiación con esta base genética, en niveles bajos pero crónicos.