Se acabó el esperpento. El Congreso de los diputados ha acogido estos 21 y 22 de marzo la moción de censura presentada por VOX contra el Gobierno de coalición de Pedro Sánchez presentando como candidato a Ramón Tamames, de 89 años. Desde que Santiago Abascal la anunciara allá por diciembre nadie dudó de que no iba a salir adelante, pero sus pretensiones de marcar la agenda política y ganar cierto protagonismo la han abocado al más estrepitoso de los fracasos.
Para sorpresa de nadie y al igual que pasó en la moción de censura que presentaron en 2020, esta solo ha cosechado los votos a favor de los 52 diputados ultras, muy lejos de la mayoría absoluta de 176 escaños necesarios para que prospere esta iniciativa. A ellos se ha sumado Pablo Cambronero, exdiputado de Ciudadanos.
Supera por la mínima a la de 2020, la moción de censura con menos apoyos de todas las que se han presentado en la reciente historia democrática de nuestro país desde que se aprobara la Constitución de 1978.
Cambian, eso sí, algunas posturas. Si en la de 2020 la negativa del resto de partidos fue unánime cosechando 298 votos en contra después de que Pablo Casado, por entonces líder del PP, optase por alejarse de la extrema derecha, esta vez Alberto Núñez Feijóo, consciente de que si tras las elecciones generales de final de año gana el bloque de la derecha apostará por un pacto con VOX, ha preferido colocar al PP de perfil optando por la abstención.
Así, la mayoría absoluta de la Cámara, con 201 votos en contra, lo ha rechazado con el voto en contra de PSOE, Unidas Podemos y los socios parlamentarios habituales del Gobierno, mientras que 91 diputados (89 del PP y los dos tránsfugas de UPN) se han abstenido.
Dos modelos de país
En términos políticos, la moción de censura ha sido una caricatura grotesca cuya principal víctima, más allá de la extrema derecha, ha sido la credibilidad de las propias instituciones que en las últimas 48 horas han sufrido una erosión desde dentro de parte de aquellos a los que la democracia se les queda grande.
Santiago Abascal, como de costumbre, ha hecho gala de su trasnochado discurso en el que no faltaron insultos cargando contra Sánchez por presidir el Gobierno "de la dictadura". Su mayor propuesta para España fue sugerir mayor decoro en las vestimentas de los diputados y de las diputadas.
Por su parte, Tamames apenas pudo seguir la larga primera jornada de la moción de censura, protagonizando algún momento curioso por su evidente cansancio en el escaño o por sus interrupciones a algunos de los ponentes. Poco se ha alejado del discurso escrito que se filtró días atrás materializando la idea de una España vacía y cargada de clichés ya superados.
La moción de censura de VOX ha acabado siendo contra sí mismo e incluso contra el PP, que ha quedado retratado, exponiendo de manera descarnada los dos modelos de país que definirán las elecciones generales de final de año y que tendrán su primera prueba de fuego en las municipales y autonómicas de mayo.
La coalición ha salido reforzada. También sus socios, destacando los discursos de Gabriel Rufián, Íñigo Eerrejón y Joan Baldoví. El portavoz de ERC en el Congreso aprovechó para señalar todos los agujeros de VOX, su falta de propuestas y todas las veces que ha votado en contra de políticas para mejorar las vidas de los españoles y las españolas. Eso sí, con mucha bandera de España.
Victoriosos salen, pues, tanto Pedro Sánchez como Yolanda Díaz. Ambos han sabido coordinarse para marcarse su primer mitin de campaña erigiéndose como una opción de futuro y progreso. Pusieron en valor la gestión del Gobierno en una situación internacional especialmente complicada a causa de la pandemia y de la guerra de Ucrania. Con datos, con dardos directos especialmente a Feijóo, el presidente y la vicepresidenta han anclado la coalición al tiempo que han apabullado a VOX, al PP y a Tamames.
