El líder del Partido Popular, Pablo Casado, ha optado por la vía FAES que llega a la sede de la calle Génova a través de la correa de transmisión que representa Cayetana Álvarez de Toledo. La visión del sector duro de los conservadores pasa por reunificar a todo el centroderecha bajo unas mismas siglas fagocitando a VOX, escorando el discurso hacia la derecha porque el voto de Ciudadanos se considera ganado.
Durante las primeras semanas de la pandemia, Casado parecía dispuesto a hacer que el PSOE viviera una crisis similar a la que dinamitó al PP tras el 11-M, llegando a culpar al propio Sánchez de esconder personalmente la verdadera cifra de muertos e incluso de las pérdidas humanas.
No ha habido una oposición leal desde el PP, a pesar de que esta postura ha generado incomodidad dentro del partido. Sobre todo, entre el presidente andaluz, Juanma Moreno y el gallego, Alberto Núñez Feijóo; que han intentado morder al Gobierno sin demasiado entusiasmo.
Caso aparte lo representa el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, que ha desistido de confrontar con el Gobierno y ha elevado su figura política. Dentro del PP, algunos ya le apelan con el nombre de 'Alcalde de España', algo que representa 'per se' que Pablo Casado no puede ser 'Presidente de España' si sigue una estrategia frontalmente distinta a la del regidor capitalino.
Durante la sesión de control del Gobierno, el PP está exhibiendo cierta pérdida de rumbo. La media de las encuestas evidencian que el Gobierno no se está desgastando tanto en la crisis como le gustaría. Los populares se han limitado a criticar al Gobierno porque no abre las escuelas en plena pandemia, abocando a los menores a sufrir en sus carnes la brecha digital. En todos los oídos retumba qué sucedería si el Ejecutivo enviase a estos pequeños a vivir un contagio seguro.
El caso específico de Madrid
Mientras tanto, el PP lo fía todo a la estrategia que Isabel Díaz Ayuso ha emprendido junto a su nuevo asesor de comunicación, Miguel Ángel Rodríguez. Una estrategia profundamente agresiva que se reduce a una macropresencia en los medios de comunicación, incluyendo un particular book fotográfico junto a cada avión con cargamento, motivo por el cual llegó dos horas tarde a la pasada reunión de Moncloa con las comunidades autónomas (ya habían intervenido nueve presidentes cuando ella apareció).
Evidentemente, la presidenta quiere exhibir una máxima solvencia a la hora de gestionar la crisis, sin olvidar que actualmente se encuentra bajo el mando único del Gobierno y que las comunidades autónomas, sin llegar a serlo, oficialmente mantienen una suerte de rango de Dirección General.
Al final, en todo caso, lo que queda es el ruido. Fotos con aviones, gritos lanzando muertos, alusiones al comunismo y el chavismo... ¿Realmente alguien pensó en el PP que esto formaba parte de la estrategia de un partido serio de gobierno?
El modelo de Portugal
La contraposición a la vía del PP se encuentra en Portugal, donde el líder de los conservadores, Rui Rio, se ha olvidado de las batallas partidistas y ha ofrecido un papel completamente institucional: "No coopero con el Partido Socialista, coopero con el Gobierno del país", ha señalado.
En la virtud del político también se encuentra la del estadista, la de analizar el contexto en el que se realiza una crítica y cómo vendes la herramienta que representa un partido: como unaplataforma útil o un bloqueo.
Cierto es que Portugal representa una especie de oasis en el Viejo Continente, sin tensiones territoriales y con una estabilidad parlamentaria que ya nos gustaría imaginar en España, donde costará, con creces, alcanzar pactos de calado para afrontar una situación de emergencia nacional.
Porque no solo hay una crisis económica: España también necesitará reenfocar su papel internacional, en un paradigma donde las potencias asiáticas están llamadas a ganar mucho peso, donde se afronta un nuevo paradigma de desglobalización, donde se afrontará una profunda crisis de modelo en el seno de la UE y donde habrá que concretar la necesidad de empezar a relocalizar algunas producciones que decidimos enviar a Oriente. Con las que ahorramos mucho dinero pero con las que, también, hoy somos mucho más débiles.
Y ni qué decir de la tormenta económica que se avecina, sin el músculo de 2008 y con un país endeudado ya por encima del 100%. Los retos que afronta el país tienen mucha mayor incidencia que las tradicionales rivalidades partidistas. Valga recordar que, con VOX crecido y Ciudadanos débil, al PP le queda una oportunidad ideal para crecer hacia el centro y robar todo el electorado de Ciudadanos y el PSOE más moderado. Un sector mucho más amplio que el representado por la ultraderecha.