Lo primero en lo que nos fijamos muchos de nosotros para elegir un lugar de vacaciones es el tiempo que nos tendremos que pasar metidos en el avión hasta llegar a destino. No son lo mismo los 45 minutos que se tardan aproximadamente entre Barcelona y Mallorca, que las casi 19 horas que separan Nueva York y Japón.
Claro que puede que si tenemos esto en cuenta, los habitantes de las islas Papa Westray y Westray tengan bastante claro su destino, y tardarían un par de minutos en llegar. Solo 2,7 kilómetros de distancia separan estas islas escocesas entre las que opera el que está considerado según Guinness World Records, el vuelo comercial más corto del mundo.
El avión suele estar en el aire alrededor de 2 minutos; incluso si los vientos son favorables y el peso de los equipajes es ligero, este tiempo puede acortarse hasta los 53 segundos.
Los habitantes de estas islas solo tienen dos opciones para moverse entre ellas: un viaje en ferry que a menudo sufre retrasos por las incidencias meteorológicas o este vuelo, que algunos consideran como un breve viaje en metro.
Un vuelo peculiar
Este vuelo empezó a realizarlo la compañía Loganair en el año 1967 y desde entonces ha ido ganando en popularidad entre los más curiosos del mundo de la aviación. El trayecto entre ambas islas se realiza 2 o 3 veces al día en un avión Britten-Norman Islander que solo cuenta con 8 asientos.
Claro que todo lo relacionado con este vuelo no tiene nada que ver con lo que estamos acostumbrados. El check-in se realiza 25 minutos antes de embarcar y, como la mayoría de los pasajeros realizan el trayecto de forma habitual, no es necesario identificarse.
Para los residentes el vuelo está subvencionado por el gobierno escocés mientras que los turistas deben pagar entre 20€ y 35€ y recibirán, al finalizar el vuelo, un certificado de que han viajado a bordo del vuelo más corto del mundo.
