Un ataque epiléptico. Eso es lo que ha desencadenado el violento motín que se está viviendo en estos momentos en el Centro Penitenciario Ocaña I, en Toledo. Los presos denuncian la tardanza de los médicos a la hora de atender a este paciente.
Los hechos se han producido durante el mediodía de este jueves 9 de abril, según han relatado fuentes penitenciarias al diario El Español. Los internos han comenzado a prender fuego a los contenedores y a cantidades de droga, mientras que la Guardia Civil ha sitiado el recinto.
Todo ha comenzado a las 12:30 cuando uno de los presos ha sufrido un ataque epiléptico. A pesar de las insistencias de sus compañeros, el médico no se ha acercado a atenderle, lo que ha generado la indignación de los presos.
Ocaña 1, ánimo compañeros ????????????#sosprisionespic.twitter.com/Vie0KsnzW8
— espartano99 (@espartano9999) April 9, 2020
Poco a poco, la situación se ha ido tensionando hasta que ha estallado un motín en el interior del centro que, todavía, se está intentando resolver. Los vecinos han grabado varias imágenes donde se aprecia una columna de humo saliendo del patio de la cárcel.
Incendio
Los internos se han encerrado en el patio, se han negado a subir a sus celdas y han empezado a quemar todo tipo de cosas: papeleras, sillas de plástico, papeles... Luego han roto una columna, han tratado de romper las ventanas de los baños o han quemado las puertas de las galerías inferiores.
Sin embargo, algunos presos ya han reculado. De los 300 que han iniciado el motín, solo permanecen un grupo de 50 que se niegan a seguir las recomendaciones de las autoridades. Todos los empleados del centro están trabajando para contener la revuelta. Muchos de esos funcionarios ya habían denunciado previamente algunas de las carencias con las que cuenta el centro.
La tensión en las cárceles españolas está siendo creciente durante el actual estado de alarma, puesto que las prisiones están aisladas. Los 50.800 presos que se encuentran en cárceles del país no tienen jornadas de vis a vis, no pueden recibir visitas de familiares y amigos. Eso está pesando también en la convivencia que se vive en estos momentos en las prisiones españolas.
Además, el cierre de las prisiones también ha supuesto la entrada de la droga que se vende en el interior de los penales. La poca que todavía circula entre los reclusos se vende a precios disparados, alrededor de 100 euros por gramo de cocaína, lo que ha generado un aumento de la conflictividad entre los internos y síndromes de abstinencia.