Está demostrado que los perros también tienen sentimientos, y todavía más con historias como esta. Pebbles es una perrita muy sociable, pero con quien mejor se llevaba era con su hermana Ruby, con la que jugaba a diario y salía a pasear. Pero todo cambió el día en que la perra Ruby fue diagnosticada de cáncer, y murió con solo cuatro años, según Upsocl.
Cuando Ruby no volvió a acostarse en su sitio favorito, Pebbles notó enormemente la ausencia de su amiga. Seguía empujando la pelota con la que solían jugar, pero esta vez nadie le seguía el juego.
La familia que adoptó a ambas trató de ayudar a que Pebbles se despidiera de su amiga y que siempre guardara recuerdo de ella. Conservaron las cenizas de Ruby y pusieron su collar en una mesa para que Pebbles sintiera que estaba cerca de ella.
Al cabo de unos días, Pebbles pareció por fin haberse despedido de su amiga, y comenzó a recuperar la energía, volviendo poco a poco a ser la misma de antes. Pebbles nos ha enseñado que los perros muchas veces tienen más sensibilidad que los propios seres humanos.