Cuando una circunstancia empieza a desbordarse, de pronto se destapan sus vergüenzas y se resquebrajan los pilares que la sostenían hasta entonces; evidenciando que el sistema, en la mayoría de ocasiones,debe funcionar como un todo en el que sus engranajes estén adecuadamente engrasados. Ocurrió con la pandemia, que destapó en nuestro país los déficits del "mejor sistema de salud del mundo". Pero también ha ocurrido ahora, en el lado más trivial de nuestra realidad, con la crisis de audiencia de Mediaset.
El cambio de tendencia en nuestra televisión es evidente y, aunque lento, se lleva experimentando desde hace ya unos años. En otro de nuestros artículos fijábamos el punto de inflexión en el momento en que Atresmedia arrebata a Telecinco el concurso 'Pasapalabra'. Era, quizá, uno de los pocos formatos estrella de Mediaset que resistía sin apenas desgaste en la parrilla de la cadena. Pero, por entonces, programas como 'Gran Hermano' ya vivían una segunda vida muy diferente a la de sus orígenes y 'Sálvame' navegaba a lo largo de los años por distintos mares, algunos más favorables que otros.
Mediaset lleva años jugando las mismas cartas y obteniendo unos resultados envidiables. Pero la audiencia parece haber detectado el patrón y ya no se sorprende. Los reality shows, sus buques insignia, pasan ahora desapercibidos. El último de ellos, 'Secret Story', cerraba su última temporada con un 12,4% de cuota media; y 'Supervivientes', que se estrenó este jueves 21 de abril, lo hizo marcando 8 puntos menos que el estreno del año anterior. Telecinco parece perdida y sin capacidad de reacción sin un buen formato que retroalimente al resto de programas de la cadena, lo que a muchos les ha hecho preguntarse... ¿Es el final del reality show como formato? ¿Debe Mediaset cambiar radicalmente de estrategia y experimentar con otros contenidos? Para analizarlo, hemos reunido a diferentes profesionales del mundo de la televisión y la psicología que nos han ofrecido las claves para entender qué puede estar ocurriendo.
"El reality show todavía interesa muchísimo"
Los datos de audiencia hablan por sí solos: el consumo en la televisión tradicional ha cambiado mucho y la referencia para medir un éxito está transformándose constantemente. ¿Podemos decir entonces que el reality show, como formato, sigue interesando? "Muchísimo, pero los tiempos han cambiado. La tele en directo ya no genera tanto interés porque la audiencia quiere elegir cuándo ver su programa o serie favorita", comenta Víctor Santos, guionista y redactor. En la misma dirección apunta David Insua, presentador de 'Menudo cuadro' (Podium Podcast): "Los realities de Netflix funcionan muy bien, la gente los consume en forma de maratón y tiran para otra cosa, por eso hay que cambiar el paradigma de cómo se plantean los realities en las generalistas".
Y es que hay algo mucho más transformador en la producción del contenido en la actualidad, y es la forma en la que se cuentan las historias. En este sentido lo resume Álex Novo, redactor de televisión: "La forma en la que muchos influencers en Instagram, o los streamers en Twitch, crean sus contenidos es con las dinámicas de los realities. Por eso no están funcionando las cosas en Telecinco. Estoy tan acostumbrado a ver a gente compartiendo su vida que, si tu reality consiste simplemente en encerrar a un grupo de personas y grabarlos, no me aporta nada", asegura.
La sobreexposición de los personajes está cambiando las reglas del juego, pero no nuestros deseos voyeur que nos invitan a mirar la vida de los demás. Así lo asegura Alba Jiménez, psicóloga sanitaria: "No solo no hemos superado esa etapa voyeur, sino que los realities van un punto más allá, van de vivir otras cosas que tú no puedes vivir". Si la audiencia está cambiando de canal, opina Jiménez, es más una cuestión de tendencias que de intereses humanos.
"Hay que introducir a los concursantes en narrativas más características de las series"
Es probable, entonces, que los nuevos formatos tengan que hacer un sobreesfuerzo por innovar y entregarle al público una nueva forma de entretenerles, como ha ocurrido recientemente con realities más novedosos como 'La isla de las tentaciones' o, en el plano de los talent, 'Mask Singer'. Sin embargo, la histórica reivindicación de "volver a los orígenes" sigue estando vigente entre los fans de algunos formatos como 'Gran Hermano'. Pero... ¿qué significa exactamente volver a los orígenes? "Para mantener la esencia de lo que siempre ha funcionado hay que innovar. Lo que suponía para un concursante y para un espectador un reality en los 2000 es muy distinto a lo que supone en 2022. Si se quiere volver a esa esencia, no se puede volver a lo mismo", explica Álex Novo. Para él, los productores deben "diluir todavía más la línea entre lo que es un reality de lo que es una serie". "Hay que introducir a los concursantes en dinámicas y narrativas más fantásticas, más características de las series".
Y es que eso mismo trataba de lograr 'Gran Hermano' en sus ediciones más exitosas. Cuando el público ya conocía el formato, le dieron la vuelta, como recuerda Víctor Santos: "Siempre queda un resquicio para la innovación. 'GH' siempre era lo mismo, pero en cada edición proponían cosas nuevas: dos casas, secretos, concursantes espías, privilegios...". En definitiva, la sensación de que nada era lo que parecía y de que el formato estaba siempre a punto de dar un volantazo para cambiar el destino de sus concursantes... como ocurre en la ficción.
El caso 'Secret Story': ¿un fracaso dadas las circunstancias?
Tratando de combinar esas dos tendencias, la de mantener lo de siempre sumando algún ingrediente innovador, llega 'Secret Story'. La crítica ha valorado un buen casting, se han testado nuevos presentadores, el programa ha permitido que el público pudiera votar de forma gratuita y han tratado de reencontrarse con parte de la esencia de 'Gran Hermano', pero la audiencia no ha acompañado. ¿Se puede hablar de fracaso? Víctor Santos no lo tiene tan claro, pues cree que "habría que plantearse si el dato es malo o no, teniendo en cuenta el consumo que tenemos ahora en la televisión en abierto".
En lo que sí están de acuerdo los críticos es que la innovación ha sabido a más bien poco: "Había una premisa nueva, que era la de los secretos, pero al final no hicieron nada con eso. La única novedad era ninguna", comenta Álex Novo. Para el redactor, que analiza en su cuenta de TikTok los movimientos televisivos, el problema ha estado en la gestión de los contenidos: "¿Cómo puede ser que, con lo que cuesta hacer una gala en directo, el contenido de esas galas gire en torno a una discusión que ha habido en la casa sobre unas naranjas? Me parece bastante grave", critica. "Es lo que está pasando en Mediaset en general", asegura Insua, "nadie piensa en los formatos. Cuando piensas las cosas a medias, el resultado también se queda a medias".
Al menos, "el casting de 'Secret Story' sí fue un acierto", opina Santos, aunque la psicóloga Alba Jiménez cree que no estaba bien enfocado: "Han buscado a personas menos cliché de concurso, aunque también los había. Pero personas tan dentro de la 'neutralidad' tienden a permanecer en lo neutro. La estrategia de querer acercarnos a los concursantes no fue solvente. Las personas no tendemos a identificarnos con otros tan neutros, nos solemos fijar en esos pequeños despuntes de personalidad en los que nos vemos reflejados". Sin embargo, tanto para ella como para Novo, destaca Rafa, el ganador: "Rafa es el mejor concursante de las últimas ediciones", asegura Jiménez. "Conocía el concurso y a los espectadores, esa era su estrategia y conectó". Por su parte, Álex Novo no puede estar más de acuerdo: "Su perfil es muy interesante para los realities de Telecinco, porque es una persona que es consciente de dónde está y de la imagen que da, pero actuaba genuinamente. En Telecinco la gente tiene las dinámicas muy claras, saben lo que tienen que decir y cómo decirlo. Cuando alguien se sale de eso, se nota y está muy guay".
"Es más interesante un buen casting de anónimos que un mal casting de VIPs"
Quizá ese destello genuino era lo que los anónimos podían volver a aportar a la televisión. 'Secret Story' ha sido el reality que ha vuelto a poner a perfiles desconocidos en primera línea del universo Mediaset. "Hay que seguir apostando por el anónimo", opina Víctor Santos, "sobre todo para que en la televisión haya nuevos personajes. Los nuevos personajes te reactivan el universo, los anónimos de hoy serán los famosos del mañana". De hecho, Álex Novo pone de relieve la importancia del elenco: "Es más interesante un buen casting de anónimos que un mal casting de VIPs". La clave está en que el público pueda encontrar en ellos un espejo donde reflejarse: "El punto de los realities es que ves a personas reales comportándose, y eso es lo que dista de la ficción", explica Alba Jiménez, "pero nunca van a ser personas cien por cien auténticas, porque estás en la tele y vas a ganar 150.000 euros". Por eso, el equilibrio para David Insua es el mestizaje: "Yo apostaría por un cincuenta cincuenta. 'Supervivientes' hacía esta mezcla y no daba malos resultados, dinamizaba mucho las tramas".
Pero no todo se consigue con un buen casting, también hay que saber contar las historias y adaptar los contextos a sus personajes, como explica Novo: "Una cosa que no suele hacer Telecinco es que si tú tienes un formato que tiene una versión con anónimos y otra con famosos, no puede ser el mismo tipo de programa. 'MasterChef lo hace superbién, por ejemplo. 'MasterChef Celibrity' es un programa y 'MasterChef' es otro. Tienen dinámicas distintas. Como en Telecinco es todo tan difuso, es el mismo formato todo el rato y hace que se desgasten más rápido".
"Es mucho más fácil que te funcione un reality grabado que en directo"
Y entre esos tejidos imprecisos y confusos que construyen los pilares de la tele, apareció hace dos años 'La isla de las tentaciones'. "No eran tan anónimos", explica Insua, "muchos venían reciclados de otros programas. Pero lo que sorprendió es que no estábamos acostumbrados a ver en abierto un reality de convivencia con un guion y un montaje, en el que tú ya veías las piezas montadas". Quizá, "americanizar" nuestra televisión podría darle una vuelta al reality show. "Si es la fórmula necesaria para que el contenido sea más dinámico para el espectador, me parece bien", opina Santos. "Seguir un reality en directo en España supone estar entre tres y cuatro horas delante de la tele", critica. Y este cambio de paradigma debería ser la hoja de ruta de nuestra televisión, según Novo: "Es mucho más fácil que te funcione un reality grabado que en directo. Aunque los directos suelen generar sensación de pertenencia y de acontecimiento, mientras sigan emitiéndose en la televisión tradicional y haya un día de emisión, ese sentimiento de evento se sigue manteniendo. Sigue habiendo esa sensación de que cualquier cosa puede pasar".
Y es que las cadenas generalistas tienen que estar preparadas para que su audiencia vaya a visualizar sus contenidos en diferido, como hace una gran parte del público en la actualidad. "La escaleta de un programa en directo no es igual que la de un programa grabado", apunta Insua. "También facilita que luego se pueda ver en diferido. Si es un contenido que su estructura ya está pensada para emitirse como contenido grabado, es distinto", opina Novo. Además, el reality que ya ha ocurrido se puede contar de una forma distinta, como explica el conductor de 'Menudo cuadro': "En un programa grabado, las tramas las planteas con una cierta lógica, coherente con la narración. Casi siempre con una distribución aristotélica de personajes: el protagonista, el antagonista, la que se enamora, el malo, el bueno...".
El caso 'Insiders' y el futuro de los reality shows
Parece, entonces, que la receta para hacer un buen reality show en la actualidad consiste en hacer un buen casting, encerrarlo bajo una premisa original y distinta, grabar todo lo que ocurre y luego contarlo con una estructura guionizada y ofrecerlo en una plataforma bajo demanda. Es decir, más o menos la receta que trató de hacer Netflix con 'Insiders'. "Era superpretencioso", cree Álex Novo. "La forma en la que las plataformas pueden suplir la ausencia del sentimiento de pertenencia y acontecimiento es emitir fragmentado. Pasaba con 'Euphoria', los domingos era el día de 'Euphoria'".
Con los realities puede suceder lo mismo, según Víctor Santos: "El reality show necesita eso para conocer mejor a los personajes, para que hablemos de ellos, para que tengamos esa sensación de que está sucediendo algo en vivo, aunque sea grabado". Aunque siempre hay excepciones: "Un reality también es el de Georgina, y mira cuánto se habló. Es verdad que es un personaje famoso, pero está claro que el reality interesa". El espectador, apunta, es curioso por naturaliza, pero hay etapas: "Hace dos años augurábamos el fin de la ficción en abierto, y ahora están funcionando las series turcas o 'Entrevías'. Quizá el reality en dos años vuelve a interesar un montón".
Para Álex Novo, por su parte, las redes sociales podrían estar supliendo esa "necesidad" voyeurística del espectador, pero el reality adquiere otra dimensión: "Lo que engancha es un conflicto, que no una discusión. Y Telecinco confunde a menudo ambos conceptos. Si hay una persona que está en un dilema o que tiene que superar un reto, eso es lo que engancha", concluye. El futuro del formato, pues, pasará por volver a poner el foco en lo que a la gente le despierta, le conmueve y le atrapa.