Las evidencias del cambio climático son ya más que visibles en algunos lugares del planeta, como en el Polo Norte, donde los grandes glaciares poco a poco se están derritiendo. Conocemos algunas de las advertencias, como que Venecia quedará sepultada bajo el mar, pero aún no somos conscientes de cómo podrá afectar en nuestro país.
Para ello, un informe avalado por el propio Gobierno de Mariano Rajoy -y publicado en el portal de transparencia gubernamental- recoge los efectos que, a largo plazo, podría sufrir la Península. Y no son nada halagüeños.
Según recoge El Diario, nuestro país podría perder hasta en un 80% de su territorio cualquier rastro de vegetación. Es decir, España sería un completo desierto tal y como sucede ya en Monegros -Zaragoza- o en Tabernas -Almería-.
A ello se debe la combinación de dos factores: por un lado, el aumento progresivo de las temperaturas, y por otro, la drástica bajada en el nivel de precipitaciones, cada vez menos frecuentes, más dañinas y fuertes cuando se suceden. Por ello, se puede dar la paradoja de que nos encontremos en un desierto y vivamos, periódicamente, con unas fuertes inundaciones que, además, contribuyen a la desertificación porque deterioran la calidad del suelo.
Todo ello implicaría que, por ejemplo, dos parques nacionales como el de Doñana en Huelva o el de Tablas de Daimiel en Ciudad Real se convertirían en amplios terrenos áridos sin posibilidad de recuperarse. Ahora, estos parajes albergan una flora y fauna especialmente rica y diversa que ya se encuentra en peligro de desaparación.
En ese peligro se encuentra también la práctica totalidad del territorio situado en la parte inferior de la Meseta Sur, puesto que "la desertificación es ya un problema real para una parte importante del territorio español ya que a los factores tradicionales se añaden los efectos relacionados con el cambio climático", han destacado los propios técnicos del Ministerio.
Las áreas más afectadas, en concreto, serán la zona norte de Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, el Valle del Ebro, amplias zonas de Cataluña y la submeseta norte, que se va a ir tornando más seco hasta perder el tono verde característico de las zonas húmedas. Por otro lado, las tradicionales regiones áridas, como Almería o Murcia, emperorarán y se tornaran más anaranjadas.
El informe viene a corroborar las afirmaciones realizadas por el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático de la ONU, que ha alertado de que en el agua va a escasear de manera importante en el sur de Europa.
El norte también se seca
Pero el norte de España, tradicionalmente verde debido a las condiciones climáticas, no está exento de riesgos. En total, está lloviendo tan solo entre un 5% y un 20% de lo que se evapora. Y esto está afectando a todos los territorios, desde Galicia hasta Almería.
El informe prevé un incremento fuerte de las áreas catalogadas como semiáridas, sobre todo en el tercer cuarto de siglo. Pero sin duda, los efectos serán más desvastadores en las zonas que fueron incluidas, de manera especial, en el año 2000, cuando se registró un incremento importante.
La España húmeda, que ocupa ahora un 39% de nuestra superficie, pasará a ser tan solo el 20% del territorio cuando acabe el siglo. Algo que traerá importantes consecuencias en el país con mayor diversidad de aves, mamíferos y anfibios de toda la Unión Europea. La ONU ya ha alertado del fuerte peligro en "la pérdida de hábitats y especies" a la que nos enfrentamos.
La producción agrícola se enfrenta también al peligro de la desertificación, por lo que las consecuencias económicas pueden ser muy importantes. A ello contribuirá especialmente el riesgo de incendios, que se verá incrementado de manera importante en nuestro país.
Canarias, en peligro
Quien sufrirá de manera especial las consecuencias del cambio climático son las Islas Canarias, por su especial orografía y situación geográfica. El informe del Ministerio ha alertado que las consecuencias para las islas serán devastadoras.
Según Ecologistas en Acción, la previsión es que aumente la temperatura entre 2ºC y 4ºC en verano y 1ºC y 2ºC en invierno. Aunque parezca poco, comparado con los 7ºC que se esperan en la Península, lo cierto es que el cambio climático puede afectar, por ejemplo, al propio litoral: se prevé que las playas retrocedan entre 20 y 70 metros según la zona.
El fenómeno de las calimas será más abundante y la constante desertización del Sahel africano provocará que el nivel de polvo en suspensión aumente de manera importante.
El cambio en las condiciones meteorológicas puede provocar también consecuencias sanitarias. La ONG alerta de la "llegada de organismos urticantes y floraciones de algas nocivas" durante las épocas más calurosas que además podrán provocar la huida de los turistas.