Vivir sin identificarse con ninguno de los géneros que impone la sociedad. Es la lucha diaria a la que se enfrentan los individuos que cuentan con el denominado género fluido, que luchan precisamente contra el modelo binario de hombre-mujer en el que muchos tratan de encasillarles.
Las personas que así se identifican pueden identificarse como una transición entre los géneros masculino y femenino, como neutros o como parte de un mismo género a la vez. Además, al enmarcarse como género fluido, pueden sentir un cambio en su propia identidad de género a lo largo del tiempo.
Este hecho constituye una identidad de género igualmente respetable y admisible que el hecho de ser hombre o ser mujer. E, igual que a ningún chico le gustaría que le vistiesen de chica porque sí, tal y como se podría plantear entre los menores escolares, a los menores con género fluido tampoco les apetece que se les imponga algo que atenta contra su propia identidad.
Contra esa discriminación en las aulas está luchando el International Grammar School de Sidney, una de las instituciones preferida por las familias LGTBI de la ciudad.
Su lema: Unidad a través de la diversidad. Como para el colegio, esta frase no es una mera declaración de intenciones, todas las políticas a llevar a cabo intentan evitar la discriminación de cualquier niño a toda costa: "dejamos que los menores sean quienes son: Estamos de acuerdo en que tenemos que dar las mejores herramientas a nuestros estudiantes para enfrentarse al mundo. Empoderarlos y dejarles ser quiénes son sin retricciones", ha asegurado Hauna Colnan, directora del centro. Todo un mensaje que bien se podría aplicar Hazte Oír, más centrado en sembrar el odio entre los niños que en conseguir una sociedad más justa.
Todo ello llegó a raíz de varios alumnos, preocupados porque uno de ellos, de género binario, se sentía incómodo con el uniforme escolar: "Teníamos un estudiante que se identificaba como alguien de género no binario y los profesores se preocuparon cuando les preguntaba si podía quitarse la corbata y si se metería en problemas por no llevarla. Les dije que hiciéramos que los estudiantes estén lo más seguros que se pueda", ha declarado Colnan.
Con esa premisa, decidieron cambiar todos los uniformes por unos de género binario, de forma que en la actualidad todos ellos se encuentran integrados y no prevalece discriminación alguna. Llama la atención, también, el grado de concienciación que han tenido sus compañeros, movilizándose para que su compañero contase con un uniforme adaptado a su identidad de género.
Una educación inclusiva
El modelo de la International Grammar School ha sido alabado constantemente en diversos medios por su fomento de la igualdad y su rechazo a todo tipo de discriminación. Fundada en 1984 y con unos 1200 estudiantes, la institución ha visto a pocos alumnos abandonar sus aulas antes de llegar a la Universidad.
Conocida como "la pequeña Finlandia", la IGS siempre ha contado con los mismos valores y precisamente este último cambio ha contado con la aprobación expresa del fundador del centro. Una muestra de su concienciación la aporta la actual directora que relata que, cuando un alumno se acercó a él cuando aún dirigía el centro preocupado por si le podrían echar la bronca tras teñirse el pelo de azul, su respuesta fue "me da igual de qué color sea tu pelo, lo que me importa es lo que hay debajo".
El ejemplo de la International Grammar School ayudará a evitar la discriminación diaria a la que otros niños con género fluido se enfrentan en las escuelas a lo largo y ancho del mundo. Una discriminación que, posteriormente, provoca secuelas que en muchos casos pueden ser permanentes.