El volcán de Yellowstone, en Estados Unidos, es uno de los más grandes y longevos del mundo y tiene la capacidad acabar con toda la humanidad. Es por ello que la NASA estudia la posibilidad de enfriarlo.
Cada 600.000 años aproximadamente el Yellowstone entra en erupción y forma grandes calderas y cráteres de decenas kilómetros de diámetro. Ahora, lo que se cree es que la próxima erupción podría acabar con toda la humanidad. En la zona, por ejemplo, se detectaron 77 terremotos durante el año 2019.
Yellowstone se encuentra en el estado de Wyoming, en el corazón de las Montañas Rocosas. Cuenta con una superficie de unos 9.000 kilómetros cuadrados y es reserva de la Biosfera desde 1976. Se le considera un supervolcán puesto que su potencia eruptiva puede superar hasta 100 veces la de un volcán convencional.
Para la ONU, si se diera la catástrofe sería el inicio de un invierno volcánico y conllevaría una hambruna mundial, dejando las reservas de alimentos justas para vivir durante dos meses y medio.
La NASA busca evitar la catástrofe
Según la NASA, la erupción del volcán de Yellowstone es una de las mayores amenazas naturales para la humanidad y su próxima erupción causa temor entre lo especialistas en la materia.
Para evitar que se produzca la catástrofe que vienen anunciando, lo que la NASA estudia es la posibilidad de enfriar el Supervisor de Yellowstone utilizando importantes cantidades de agua.
Tres erupciones en los últimos dos millones de años
Afortunadamente, Yellowstone sólo ha tenido tres erupciones en los últimos dos millones de años. "Entrará en erupción nuevamente, pero no se sabe cuándo sucederá ni en qué escala", ha afirmado el profesor Michael Branney, vulcanólogo de la Universidad de Leicester.
La ceniza impactaría en casi todas las partes de Estados Unidos y de Canadá, provocando que la mayor parte de América del Norte fuese inhabitable.
Habitantes dentro de los mil kilómetros de radio morirían por la explosión. Las cenizas bloquearían el sol, causando que el mundo entero sufriera una repentina caída de la temperatura de hasta diez grados. Estos descensos del mercurio podrían extenderse durante una década y dejarían numerosos cambios en los ecosistemas de la Tierra.
Sin embargo, profesores e investigadores de la universidad de Utah llaman a la calma, pues no hay evidencia de que una erupción catastrófica de este tipo sea inminente.