Siempre hemos creído que el desayuno es la comida más importante del día, aunque realmente la afirmación nunca estuvo argumentada. Asimismo, un estudio publicado en The BJM desmontó el mito: ni la ingesta del desayuno es imprescindible, ni sirve para combatir el sobrepeso.
No provoca que lleguemos más saciados al resto de comidas, sino que hace que ingiramos más calorías. No obstante, es beneficioso para comenzar nuestro día, ya que nos pone en marcha y ayuda a prevenir consecuencias como bajadas de azúcar. La clave está en consumir alimentos sanos y no conformarnos con lo que conocíamos hasta ahora, ya que estos son los cinco errores más comunes que cometemos al desayunar:
1 El zumo no es fruta
El vaso de zumo parece esencial e indiscutible en cualquier desayuno ideal, pero la realidad es que no debemos confundirnos: tomar un zumo no es lo mismo que tomar una pieza de fruta. Además, tomar un vaso de diario de zumo casero puede terminar provocando que engordemos unos siete kilos más al año, según la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.
Engordan porque llegan los azúcares libres que aparecen al exprimir la fruta y si tomamos una naranja entera en lugar de una exprimida, estaremos ingiriendo también la fibra y la fructosa propias de la fruta, en el matiz común.
2 Los cereales, una bomba de azúcar
Rápidos, apetecibles y ricos. Los cereales de desayuno son una bomba de azúcar, algo que la Organización de Consumidores y Usuarios estudió junto a la World Action on Salt and Health. Analizaron 19 marcas diferentes, vendidas en varias partes del mundo y los resultados aclararon que el 58 % de los cereales contiene niveles altos de azúcar, y ninguno de ellos tiene menos de un 5 % del total.
Sin embargo, existen otras alternativas, no tan coloridas ni azucaradas, como los copos de avena o los copos de centeno integrales.
3 Magdalenas y galletas, los ultraprocesados estrella
Son los ultraprocesados más populares que enganchan tanto a niños como adultos con sus apetecibles sabores. Más aun tras haber descubierto las alternativas "light", "digestive" y "sin azúcar", aunque estas etiquetas no son más que un engaño: continúan siendo unltraprocesados que engordan.
La dietista-nutricionista Marián García declaró a El Español, que "no hay ni una galleta industrial que sea buena porque la definición de galleta es harina refinada con azúcar. Eso es lo que es una galleta. ¿Qué les hacen? Les ponen harina integral a algunas, pero siguen llevando azúcar. Y si no llevan azúcar, a las 0 % les ponen polialcoholes. Los polialcoholes no dejan de ser edulcorantes que favorecen la apetencia del dulce. Hay magdalenas que llevan hasta un 30 % de polialcoholes. Esto es: de cada tres magdalenas que te comes, una estaría compuesta íntegramente por edulcorantes".
4 Chocolate (o azúcares) en polvo
Colacao, Nesquik, Cacaolat y diversas alternativas de chocolate en polvo conquistan los paladares y se convierten en imprescindibles de desayunos y meriendas. Son alimentos muy energéticos, tanto porque en la mayoría de casos, más del 70 % del producto es azúcar.
Sin embargo existen otras variaciones, como cacao en polvo desgrasado. Se recomienda, igual que ocurre con el chocolate, que consumamos aquellos que tengan al menos un porcentaje del 85 % de cacao.
5 Pan para todo
Las tostadas de pan blanco con tomate o mermelada son insustituibles en las mesas de muchas casas, aunque los expertos recomiendan intentar huir de este alimento, que tanto almidón contiene. Diversos estudios han demostrado que tomar dos o más porciones de pan blanco al día se relaciona al sobrepeso o la obesidad.
La alternativa más famosa es consumir pan integral, pero debemos recordar que para que un pan integral lo sea de verdad, debe tener harina integral al menos en un 75 %.
