Lejos del circuito turístico del centro de la capital, en un barrio obrero, en mitad de un descampado, en una zona de difícil acceso y en las inmediaciones del inmenso solar que dejó la cárcel de Carabanchel tras su demolición. Así se encuentra parte de la historia de la capital, su iglesia más antigua, una ermita mudéjar del siglo XIII que ha vivido un estado de deterioro y que, de situarse en otro punto de la capital, seguramente sería la joya de la corona de las visitas turísticas.
Ni siquiera la mayoría de vecinos de la zona son conscientes de la joya que conservan en sus alrededores. Se trata de la única iglesia completamente mudéjar conservada en Madrid y la más antigua de la capital, teniendo en cuenta que, en realidad, el término municipal de Carabanchel fue independiente de Madrid hasta 1948.
Destaca de este templo la cubierta mudéjar que actúa como pie o soporte, donde se pueden apreciar algunas escenas de San Isidro y castillos y leones, referidos al reino de Castilla y León. También la portada, donde se realza un enorme alfiz característico de su estilo. El templo, sin embargo, ha estado lleno de basura y grafitis en su exterior durante años.
Para llegar a la ermita, el camino tampoco es precisamente cómodo. Hay que bajarse en Metro en la estación de Eugenia de Montijo (línea 5), atravesar el parque de Ingenieros y adentrarse, después, en la valla del cementerio de Carabanchel Bajo. Al llegar, junto a una casa en mitad del descampado desolado, frente a lo que en su día fue la cárcel de Carabanchel, se encuentra la iglesia más antigua de toda la capital.
El templo conserva su arquitectura mudéjar, que se puede apreciar en el ábside, la torre, parte del muro sur, la portada y las pinturas murales. Puede apreciarse el ábside semicircular, con bóveda de cuarto de esfera. Después, apreciarse su puerta lateral, con su arquería y posteriormente su torre de ladrillo.
El Colegio de Arquitectos de Madrid expone en su 'Guía de Arquitectura' sobre este templo: "El bellísimo pórtico es el máximo exponente del mudejarismo local de Madrid, con tres arcos abocinados de ladrillo, concéntricos, ondulados y lobados con enmarcado en alfil". Y continúa: "El ábside, con ventana o hueco central de traza ojivas provista de saetera cegada con despeine enjarjado y encumbramiento en rudimentario trance de alfil, es de traza semicircular con base de mampostería, sucesión superior con paños de mampostería separados por verdugadas de ladrillo y culminación con canecillos de ladrillos en saledizo".
Visitas
Las visitas a la ermita se pueden realizar los sábados, a las 11 de la mañana, cuando abre el templo. Su localización, cabe recordar, con el paso de los años no ha sido la más positiva: un camino en el que han confluido una escombrera de materiales de la cárcel de Carabanchel y lápidas del cementerio.
Un templo que tiene gran vinculación con San Isidro, patrón de Madrid. Al pasar la puerta del lateral de la torre, se accede al lugar en el que se encuentra el pozo en el que se indica que realizó uno de sus milagros. San Isidro estaba trabajando en el campo cuando su hijo cayó en el interior de este profundo pozo. Su mujer, Santa María de la Cabeza y él se pusieron a rezar y el nivel del agua comenzó a subir hasta que el niño salió a la superficie, sano y salvo.
Este hecho aparece nombrado en el Códice de Juan Diácono, que conserva el Cabildo Catedral y se expone en el Museo. Datado en 1271, en este códice aparecen las primeras noticias sobre el patrón de Madrid. Tras la canonización de San Isidro, en 1622, la ermita se convirtió en un lugar de peregrinación. La tradición desapareció con el paso del tiempo, aunque a finales de los noventa, la Congregación del Carmen de Carabanchel la recuperó haciendo una romería popular hasta las puertas de la ermita, con reparto de limonada y pastas 'delicias de la antigua'.