Somalia, Afganistán o Libia. Son tres de los Estados fallidos con peores pronósticos del mundo. Territorios en los que el Gobierno no tiene ningún poder, controlados por señores de la guerra y en los que las violaciones de los Derechos Humanos son una constante. Y, de paso, núcleos y focos de radicalización islamista.
Este paisaje desolador, sin embargo, es fruto de una concatenación de hechos que, quizás, nadie pudo prever. Porque, no hace mucho, los tres países representaban el exotismo más ansiado y eran los destinos de la 'jet set' por excelencia. Esta es su historia y este ha sido el devenir que ha dejado unas consecuencias muy dramáticas.
1 Somalia
Mogadiscio era conocida como la Perla del Índico y la joya de la corona de uno de los países con mayor turismo de toda África: Somalia. Hasta finales de 1980, con la caída del régimen de Mohamed Siad Barre y el inicio de la Guerra Civil; el país del cuerno de África despertaba el encanto del África subsahariana, el atractivo de unas playas de ensueño y el beneficio de aislarse del frío gracias a su clima tropical.
Todo ello quedó arrasado con la guerra civil que derrrocó al dictador Mohamed Siad Barré en el año 2001...
Y, lo cierto, es que este destino incluía todo tipo de atractivos: mezquitas, catedrales, paredes blancas llenas de ventanas árabes, arquitectura de influencia italiana, cafés bohemios y playas blancas llenas de cocoteros. Y, por cierto, escapadas a la naturaleza, con los safaris como máximo atractivo.
En un país dominado, en parte, por la milicia yihadista Al Shabab; llama la atención un pasado con playas abarrotadas de turistas y mujeres en bikini en pleno 1983. Poco antes, en 1976, también aparecía uno de los lugares con mayor fama, la discoteca del hotel Juba, con mujeres y hombres tanto africanos como europeos bailando con faldas hippies y pantalones de campana.
Barré, un dictador que poco a poco entraba en una espiral de desgracia, cayó en 1991. Las milicias comenzaron a luchar entre sí por controlar el territorio pero, como ninguna conseguía imponerse, todo terminó con un país que vive un vacío de poder. Mogadiscio pasó a quedar arrasada, ser centro de ataques terroristas, con coches de diplomáticos y cascos azules de cristales tintados a toda prisa y sin hacer ningún alto para evitar caer cualquier tipo de ataque... las imágenes lo dicen todo.
La ciudad ha cambiado en repetidas ocasiones de manos. Sin embargo, en la actualidad, el Gobierno comienza a imponerse en cierta medida. La guerra ha terminado oficialmente (que no oficiosamente) y se plantea la creación de una Constitución consensuada.
Sin embargo, hay ciertos movimientos que denotan cierta recuperación. Por ejemplo, el boom inmobiliario que está viviendo la capital y la reconstrucción de algunos edificios dentro del plan 'Nuevo Mogadiscio'. El Ejecutivo quiere vender esa recuperación al mundo y ahora intenta volver a atraer el turismo que tanto triunfó hace tres décadas. Aunque, por el momento, la tarea se antoja imposible.
2 Afganistán
Kabul era uno de los destinos turísticos más frecuentados por hippies y amantes de lo exótico. Muchos de los europeos y norteamericanos viajaban a la capital afgana porque consideraban que respiraba un clima de mayor libertad y con unos valores más cercanos a estos movimientos.
El mundo de la moda también se sintió atraído. Revistas como Vogue viajaron al país asiático para ilustrar sus portadas.
Las mujeres gozaban de mayor libertad y las calles se llenaban de manifestaciones feministas, por ejemplo, durante la concentración por el día de los trabajadores del 1 de mayo. Ahora, todo eso no existe:
Kabul ha quedado prácticamente destruida por la guerra. Los parques o edificios que antes adornaban sus calles se han visto inundados por la estepa que recorre todo el país. Campos llenos de tanques soviéticos abandonados que se mezclan con ruinas de tiempos mejores. Uno de esos ejemplos es el Palacio de Darul Aman. Construido en 1920, se ideó con un estilo neoclásico de influencia europea para demostrar la intención de abrir el país del Rey Amanullah Khan.
Las clases más pudientes tenían la posibilidad de alojarse en el hotel Intercontinental, dotado de una piscina de grandes dimensiones en la que los códigos de vestimenta no se contemplaban:
Durante la guerra de 2001 se convirtió en refugio y lugar con una brillante decadencia. Todo cambió desde la caída del régimen talibán. Olvidado del turismo, ahora aloja a diplomáticos o periodistas y no se escapa de la ruta terrorista. El último ataque, producido en 2018, dejó un total de 20 muertos.
El país formaba parte del Sendero Hippie entre Europa y La India y que empezó a perder su atractivo a partir de la década de 1970 ante el auge de todos los conflictos bélicos de la región.
Sin embargo, algunos parajes como el Band-e Amir un lugar con seis lagos cristalinos en plena cordillera del Hindu Kush, eran el sitio ideal para organizar acampadas hippies. Cualquiera lo diría ahora...
Al oeste del valle se encontraban los conocidos como Budas de Bamiyán, dos monumentales estatuas de buda talladas en un resquicio horadado de un acantilado. Algunos historiadores datan las figuras entre los siglos V o VI, con una mezcla del arte greco-budista (no hay que olvidar que el país se encontraba en plena ruta de la seda y camino entre Oriente y Occidente desde la época de Alejandro Magno).
Sin embargo, el gobierno talibán las destruyó en 2001 al considerar que violaban las normas del Islam:
Fue la etapa más oscura de Afganistán y, 17 años después de la caída del régimen extremista, no hay esperanza para este país asiático. Sin embargo, hay un santuario que se ha respetado: la mezquita azul de Mazar i Shariff.
Rodeada en su exterior de minas, restos de metralla y tanques soviéticos abandonados, este centro de peregrinación (los viajeros llegan a jugarse la vida), es un ejemplo irónico de la desolación que vive Afganistán.
3 Libia
El Sol, la playa, el desierto, la vida de Trípoli (conocida como la Novia Blanca del Mediterráneo) y los vestigios de la época romana eran los mayores atractivos del país que gobernó el sanguinario dictador Muamar el Gadafi.
Las playas, con todo el encanto del Mediterráneo, eran objeto del turismo...
Y han terminado siendo escenario de las ejecuciones sumarias perpetradas por el Daesh, el grupo que se impuso en la ciudad tras el final de la guerra civil que derrocó al gobierno de Gadafi.
El conjunto de Leptis Magna se mantiene, aunque corre peligro de destrucción por los combates. Era uno de los centros turísticos con mayor éxito del país, ya que su estado de conservación es completamente envidiable:
Algunas de las calles más centricas de la capital, Trípoli, eran objeto de interés turístico, aunque algunas se encuentran en peligro de conservación.
El país, mientras tanto, se mantiene dividido en varios territorios controlados por señores de la guerra que no reconocen al gobierno actual. Y, por tanto, actúa como un Estado fallido sin posibilidad de imponer su soberanía en todo su territorio.
4 La difícil tarea de recuperar el turismo a Siria
La guerra de Siria ha reducido a la mínima expresión un sector que, en otras épocas, representó la principal industria del país. Con el paso de los años y con el temor a que el Daesh vuelva a recuperar territorios, el Ejecutivo de Bashar Al Assad recupera apoyos explícitos o velados y, por tanto, se encuentra con posibilidades reales de vencer en el conflicto.
Esta pequeña estabilización en algunos territorios recuperados se ha materializado en la nueva presencia de Siria en la última edición de Fitur, la Feria Internacional del Turismo celebrada en la Feria de Madrid.
Se trata de una tarea difícil, ya que algunos de los bastiones con mayor interés se encuentran actualmente arrasados:
También la ciudad de Palmira, uno de los enclaves más importantes gracias a sus construcciones milenarias y que ahora ha quedado reducido a cenizas. Se calcula un lustro de trabajos para reconstruir e intentar retornar la zona a su antiguo esplendor.
Las únicas zonas que se encuentran en mejor estado son la capital, Damasco, con algunos barrios periféricos destrozados. Y, sobre todo, Latakia, un enclave del Mediterráneo que el Ejército se ha esforzado en conservar, ya que alberga la única base de operaciones militares rusa en la región.
Parte del patrimonio también ha quedado destruido:
También la ciudad de Palmira, uno de los enclaves más importantes gracias a sus construcciones milenarias y que ahora ha quedado reducido a cenizas. Se calcula un lustro de trabajos para reconstruir e intentar retornar la zona a su antiguo esplendor.
Las únicas zonas que se encuentran en mejor estado son la capital, Damasco, con algunos barrios periféricos destrozados. Y, sobre todo, Latakia, un enclave del Mediterráneo que el Ejército se ha esforzado en conservar, ya que alberga la única base de operaciones militares rusa en la región.
[img=Latakia ha sido el único lugar de Siria en el que la guerra no ha hecho presencia"
Centro de fiestas, Sol y playa, esta especie de oasis en plena guerra sin cuartel llama la atención de cualquier visitante, tal y como muestra este reportaje de la CNN.
Son algunos de los retos de unos países que han vivido conflictos con miles de muertos y personas que huyen a países en los que puedan salvar sus vidas. Egipto o Túnez están esforzándose en estos momentos por recuperar a todos los visitantes que temen la zona. Una tarea especialmente difícil.