España todavía no cuenta con ningún plan nacional para prevenir el suicidio, un problema de salud pública sobre el que no se ha diseñado una estrategia concreta. A pesar de ello, las cifras han mostrado la necesidad de combatir esta epidemia con herramientas concretas: 2020, por ejemplo, fue un punto de inflexión con una media 11 personas que fallecieron por esta problemática al día, 3.941 personas en total, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
La mayoría de entidades de salud mental han pedido un plan específico, pero por ahora no ha salido adelante. El último debate se realizó en el Senado a propuesta de UPN, pero finalmente no fue aprobado y se teme que este problema quede diluido en una estrategia de salud mental sin un enfoque concreto, después de años en los que ha sido tratado como un asunto tabú.
La ONG Teléfono de la Esperanza (717 003 717) es una de las principales defensoras de este Plan Nacional de Prevención del Suicidio. Esta organización es muy activa en la intervención de personas en situación de crisis y en la promoción de la salud emocional. Hablamos con Josefina Santos Arévalo, miembro de la Junta Directiva y vocal de comunicación.
¿Cuáles son los principales problemas que atendéis?
En 2021 se recibieron 200.000 llamadas, en una proporción cerca de 60-40% hombre-mujer, más mujeres que hombres. El principal problema que se detecta está relacionado con problemas de ansiedad, depresión, soledad... Son los tres grupos que más tenemos.
Cada año detectamos, de todas formas, que nos llaman cada vez más hombres y la edad media se encuentra entre 45 y 65 años, es el tramo de edad en el que llaman más personas.
¿Cómo intervenís cuando las personas os solicitan ayuda?
Generalmente ofrecemos ayuda a las personas que se encuentran en situación de crisis, entendiendo por crisis emocional aquellas situaciones que la persona tiene alguna adversidad y no tiene los recursos suficientes para gestionarla. Esto le hace que derive en un momento de gran sufrimiento emocional, la persona no se siente bien, está sufriendo, por ansiedad, miedo, tristeza o cualquier situación emocional que le desborda un poco.
Las llamadas son totalmente anónimas, lo que lleva a abrirse más a la persona, nosotros no juzgamos, no cuestionamos, hacemos un proceso de escucha activa, escucha empática, intentamos entender el problema de la persona, e intentamos entender a la persona para que se desahogue y luego la reestructuración, para que la persona dé una vuelta al problema, para que la persona intente ver una solución por su parte. Lo que intentamos globalmente es que la persona vea sus propias vías para intentar solucionar el problema por su propia parte.
Uno de los problemas es la prevención del suicidio, que se ha visto agravado durante los últimos años. ¿En qué áreas lo abordáis?
Estamos trabajando bastante en esa línea, estamos haciendo trabajos en diferentes áreas. Por un lado, tenemos un grupo de trabajo específicamente para la prevención del suicidio en el que trabajan profesionales en el que colaboran psicólogos. Estamos haciendo una guía, haciendo formación al voluntariado y estamos dando formación desde lo más básico, hasta para coger el teléfono, ya que estamos formados para atender en situaciones de crisis. Y luego también intentamos hacer prevención del suicidio, desde personas que se encuentran en esta situación, hasta los familiares. Además, trabajamos en una plataforma para hacer un Plan Nacional de Prevención del Suicidio en el que colaboran varias asociaciones.
¿Afecta la problemática del suicidio a los más jóvenes? ¿Hay que poner el foco especialmente en ellos?
La prevención en la edad juvenil es muy importante, por sus cifras, que sitúan esta causa entre los 15 y los 29 años. Se trata de la segunda causa de muerte después de los tumores y por las diferencias de la población adolescente con los adultos. Influyen factores como la adicción a redes sociales (videojuegos, retos virales..), alcohol y otras drogas y las relaciones disfuncionales en el ámbito escolar y círculo de amistades.
La principal prevención es la formación en este tema a la población adulta que conviven o trabajan con adolescentes. Y en cuanto a los jóvenes que presenten algún problema en este sentido, les animamos a que hablen de su situación con adultos cercanos de confianza, así como facilitarle la escucha y la atención por profesionales cualificados.
La pandemia, que tanto afectado a afectado a la salud mental de la población, no habrá sido un momento fácil para vosotros
Nosotros, por suerte, tuvimos una ventaja, ya que se puso en marcha una aplicación, ya que aunque no se pudo atender presencialmente a las personas, sí pudimos hacerlo desde nuestras casas a las personas que llamaban, que aumentaron entonces.
El número de llamadas aumentó entonces, problemas de ansiedad, miedo, por la situación que estábamos viviendo, pero también por problemas de relación, puesto que al estar en un confinamiento. Se pudo atender a todas las personas entonces.
¿Hay alguna problemática que se vio intensificada y se ha venido arrastrando desde entonces?
El aumento en la intensidad de las personas que tenía problemas psiquiátricos, de depresión, síndrome ansioso depresivo... al no poder tener sus revisiones habituales con la unidad de salud mental que lo estuviera atendiendo, o que no pudieran ser atendidos por sus profesionales habituales, los problemas se agravaron. Nosotros intentamos atender a quienes vieron intensificado su sufrimiento.
¿Los problemas de soledad no deseada también se han visto agravados durante todo este período?
Sí, mucho. Las personas que estaban solas previamente se vieron aisladas, y había personas dependientes, que se vieron con otras problemáticas añadidas.
En estos casos, cuando una persona en soledad no deseada llama, generalmente se le ofrece acompañamiento y en algunas provincias se ofrece un programa específico de acompañamiento. Hay que recordar que no es lo mismo estar solo que sufrir soledad, intentamos que la persona no se sienta sola, por ello, intentamos que la persona tenga un acompañamiento llamándolo, de forma que no es la persona quien se pone en contacto, se les adjudica un voluntario con una frecuencia semanal.
¿Cuáles son los grupos más afectados por la soledad no deseada?
Se percibe en grupos de personas mayores especialmente. A pesar de ello, hay mucho trabajo destinado a ellos y se está avanzando mucho en este terreno, las personas mayores, por viudedad, porque los hijos abandonan el hogar, porque dejan de salir de casa por problemas físicos, se genera un aislamiento social que deriva en esa sensación de soledad no deseada.
Después de la pandemia, ¿percibes un cambio de perspectiva respecto a la salud mental?
Creo que, por suerte, por circunstancias, viene de antes. Sabemos que determinados políticos han hablado de salud mental, la cuestión es que durante los últimos años se habla tan abiertamente de salud mental como de la salud física, y es importante, porque es igual de relevante.
Esto, además, lleva un aumento de la salud social a nivel general: si todas las personas fuéramos saludables mental y emocionalmente, seríamos una sociedad mucho más saludable. Además, desde hace unos años, los medios de comunicación se hacen más eco de la prevención del suicidio, que antes parecía que era un tema tabú.
¿Detectáis alguna carencia en el sistema, atendiendo tantos perfiles?
No es porque lo digamos nosotros, se percibe todos los días, a nivel de nuestras llamadas, la salud mental está un poco deficitaria, y tengo la esperanza de que mejore, espero que todo vaya mejorando, lo fundamental es la conciencia, y yo creo que tanto políticos como sociedad se están concienciando de la importancia de la salud emocional y mental.