No. España no ha ganado el Festival de Eurovisión 2021 con el murciano Blas Cantó, ni tampoco ha conseguido resarcirse de los últimos puestos cosechados en los últimos años. El certamen sigue interesando al mundo entero, arrastrando audiencias millonarias allá donde se retransmite, con un creciente y progresivo interés en el entorno digital, y siendo cada vez más viral. Y si no que se lo digan a los italianos Måneskin, cuyo éxito 'I Wanna Be Your Slave' ha conseguido reunir tras el festival casi tantas escuchas como su hit eurovisivo. Lo están petando con sus actuaciones en los eventos y cadenas de televisión de todo el continente y no es para menos.
Su carrera va viento en popa, pese al continuo y reiterado pensamiento de que el paso de un artista por la competencia es como agujero negro en sy trayectoria. Este ha sido uno de los primeros tópicos a desmontar con 'Yo tampoco gané Eurovisión', el nuevo libro del burgalés Javier Adrados y la periodista Patricia Godes. Adrados ha visitado nuestra redacción para analizar de forma introspectiva las experiencias que han atravesado todos y cada uno de los representantes españoles a lo largo de los más de 60 años de palmarés patrio en el concurso. Ha habido de todo, eso sí, según explica Adrados, "todos han sentido satisfacción" tras haber acometido dicha misión.
Mientras que el certamen pone rumbo al país de la moda y las pizzas, este profesional de la industria musical no solo ha querido indagar en la terrible andadura española de los últimos años, sino que también pretende desmontar aquellos mitos y dichos populares que cada año escuchamos tras la gala: "España no quiere organizar Eurovisión, cuesta mucho dinero", "Si lleváramos flamenco alucinarían, intentamos copiar a otros", "Los países del Este [de Europa] se votan entre ellos", "Siempre ganan los mismos", "Tenemos que cantar en inglés", "Eurovisión es política". Bien, ocho veces por debajo del puesto 20 en los últimos diez años y la ausencia de un "top five" en los últimos 26 dan para demasiado que hablar. No obstante, el tiempo ha demostrado que el destino eurovisivo de una nación es impredecible, con el caso reciente del portugués Salvador Sobral, que en 2017 cosechó para los lusos su primera victoria histórica en más de cinco décadas o el segundo puesto francés de Barbara Pravi, en esta última edición. Los galos no saboreaban el podio desde su casi victoria en 1991, que finalmente les arrebató la sueca Carola. "Es un aire que deberíamos cambiar todos. Hay mucho prejuicio", reclama, haciendo referencia a que el público, además de los artistas, debiera darle un valor mayor, como ocurre en muchos otros países de Europa.
Subirse a un escenario en el que más de 180 millones de personas ponen sus ojos durante unas horas es todo un reto y todos los cantantes que lo han pisado son conscientes de ello. El también autor de la primera biografía autorizada de Mecano (2004), a los que admira desde joven y de los que ha estado muy cerca, sabe lo que supone un negocio como Eurovisión y apunta a que Radio Televisión Española tendría que hacerlo mejor: "No siempre podemos ganar, pero todo el mundo lleva buenos artistas a Eurovisión, no solo España". "No digo que España haga el ridículo, porque no lo hace, pero cada país intenta ganar. No siempre podemos ganar", considera. No obstante, queda un halo de incertidumbre, tristeza y cierta desgana entre los fans más acérrimos al eurofestival. Por ello, Adrados afirma que ha escrito este libro "como un homenaje a los eurofans". De hecho, también tienen su espacio en las últimas páginas del libro. Como él mismo se plantea... ¿son los verdaderos ganadores? La respuesta no esconde demasiada incógnita.
Toñi Prieto, ¿culpable de los últimos descalabros de España?
Por otro lado, Javier atribuye la desgracia española, y el mal sabor de boca que cada año se le queda a la delegación y a la audiencia, a no estar en el momento oportuno para que el país acaricie el triunfo. "Creo que deberíamos mandar canciones festivaleras", opina, mencionando y citando varios títulos como 'Lady, Lady' o 'Dile que la quiero', y sus respectivos y satisfactorios resultados, además de apelar a que en el futuro sean más los artistas consolidados que se suban al barco y se animen a llevar su música a Eurovisión. "Los artistas más consagrados no echan la culpa a nadie, pero los millenials quedan mal y no lo admiten, siempre le echan la culpa a alguien", subraya, apuntando a las últimas generaciones que han abanderado a la pública. Él ha podido hablar con todas ellas, con todas excepto con una. Barbara Reyzabal, más conocida como Barei, no ha dejado su huella en una publicación en la que hasta Massiel y Salomé, únicas ganadoras eurovisivas, han dejado sus palabras a través de sendas cartas. Las razones, no quedan del todo claras, pero ha querido enviarle una invitación verbal para la segunda edición, en caso de que llegara a ver la luz.
De hecho, una de las razones por las que Reyzabal podría no haber quedado del todo satisfecha con su incursión en el eurofestival, allá por el año 2016, puede atender a los desencuentros con la cúpula directiva de la cadena y la delegación, por aquel entonces encabezada por Federico Llano. Los recuerdos de Barei, como hace algunas semanas compartía en una entrevista para la Cadena SER, quedaron empañados por un archivo pdf que nunca llegó a manos de los productores de Sveriges Television (SVT) y, por tanto, aquel concepto al completo que el mundo nunca llegó a ver. Se volvió a España con un vigesimosegundo puesto, aunque también con el apoyo del público, al que puso en pie durante toda su actuación en el Globen Arena de Estocolmo.
Como cada año, desde que su nombre aparece relacionado con toda decisión en torno a la candidatura española, Antonia Prieto, hasta hace pocos días directora de Entretenimiento de RTVE y más conocida como Toñi Prieto, ha sido el blanco de todos aquellos que señalan a la Corporación como principal culpable de los fracasos españoles. Todo un arte el de fracasar, como decía el diario El País, que algunos le atribuyen, y del que algunos incluso dirían que se siente orgullosa. Toñi Prieto se defiende cada año afirmando el deseo y la intención de traer de nuevo Eurovisión a la península ibérica. El escritor se posiciona de su parte tras haber contado con la directiva en uno de los capítulos finales del libro: "Estoy de acuerdo con lo que dice en el libro". "Hará lo que pueda, no creo que no quiera ganar, pero tiene un puesto de trabajo, lo hará lo mejor posible y ella no es la artista".
Más de 20 años ligado a la música
En la entrevista, Adrados explica además cómo la pandemia frenó el proceso de creación del libro y cómo Godes le animó a seguir adelante con él: "Cada vez me exigía más". "Desde el primer día tuve claro que iba a ser diferente", remarca, explicando cómo él y la editorial abordaron el proyecto, principalmente a través de una serie de entrevistas a cada uno de los cantantes españoles en Eurovisión. A algunos les contactó por correo electrónico, a otros a través de WhatsApp y al resto, tirando de agenda y de contactos que ha ido guardando durante más de dos décadas de trabajo y formación autodidacta. Su perseverancia fue determinante. Este fue el caso de los TNT; el fallecido Jaime Morey; o la cantante Lucía, con quien ya había coincidido en la publicación de un disco recopilatorio a principios de milenio aunque, por su falta de presencia ante los focos, le fue difícil alcanzar. Finalmente, lo consiguió.
Godes, por su parte, ha elaborado y puesto su ímpetu en aquellos capítulos relacionados con el componente sociocultural de Eurovisión. Tanto Javier como Patricia saben mucho del oficio que relatan en todas las páginas de este libro, pues el propio Adrados, y como veníamos contando, ha colaborado con las multinacionales del sector, como Sony Music, en el lanzamiento de discos de artistas como Raphael, Ana Torroja, Ana Belén, El Canto del Loco, La Oreja de Van Gogh o Amaral. Además, tiene otros títulos en el mercado como la biografía del grupo La Unión, 'Los Tesoros de Mecano' (2011) o 'Yo también leía Súper Pop' (2019). No se considera eurofán, pero sí entiende el movimiento, pues él mismo formó y reunió al primer club de fans de los desaparecidos Mecano. Tan próximo se encontró del grupo que hasta notó cierto feeling con Nacho Cano. A Patricia, sin embargo, lo de escribir y el gusto por la letra y la palabra le viene de nacimiento. Su vocación es innata y ha desarrollado una carrera como especialista en cultura pop, música, moda y tendencias, tanto en radio como en televisión.