Soledad, baja autoestima, falta de tiempo, cansancio... son algunas de las excusas que puede que aparezcan en cualquier conversación con tu pareja en una época de baja satisfacción sexual. Parece que existe una lista de impedimentos que arruinan momentos íntimos en cualquier tipo de relación. Sin embargo, para algunos expertos existen maneras de entrenar el apetito sexual con tu pareja, para que no se apague la llama.
Jessica Maxwell, profesora de psicología en la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda) opina que existen dos mentalidades a la hora de mantener una relación duradera. Por un lado, el tipo de relación entre personas que creen que las ha juntado el destino, por lo que deben tener algún tipo de compatibilidad natural que lleva a la pareja al disfrute. El problema para este tipo de relaciones llega cuando no existe o se disipa el deseo natural, pues empiezan a basar su relación en algo abstracto, irreal.
Por otro lado, encontramos aquellos que creen en el crecimiento personal y tienen en cuenta que los momentos íntimos requieren esfuerzo y trabajo además de dedicación a la otra persona. Estas parejas crecen juntas y tienen en sus mentes que se eligen el uno al otro todos los días. ¿Pensamos que nuestra pareja está con nosotros por el destino o realmente la hemos elegido conscientemente? ¿Solemos creer en las medias naranjas o en que el amor se construye de forma gradual?
Las expectativas pueden jugar una mala pasada
La profesora Maxwell informa de que las expectativas determinan en gran parte los resultados de satisfacción de la relación sexual. Esto puede ser positivo o negativo, y en el segundo caso es fácil de corregir, tan solo habrá que afrontar la situación con mente abierta y ser más conscientes de cómo pensamos o sentimos la relación en la que estamos y, en concreto, sobre el sexo.
¿Lo malo de idealizar? La infidelidad
Dylan Stelterman, profesor de la Universidad de Johns Hopkins en Baltimore (Maryland) descubrió en una encuesta sobre infidelidad realizada a 500 personas que aquellas que veían la relación como fruto del destino tenían más posibilidades de ser infieles en caso de que las cosas se torciesen. Esa mentalidad de estar condenados a encontrarse y acabar juntos no era positivo para la salud de la pareja a largo plazo.
En cambio, aquellas que entendían la relación como algo más realista, que se podía trabajar con tiempo y paciencia, poseían menos probabilidad de que la relación se terminase a causa de una infidelidad. El saber que están eligiendo estar con alguien más que confiar en que un ente superior o un oráculo los haya juntado, hace que perciban las infidelidades más como una prueba que como una condena o punto y final.
Maxwell opina que estas dos concepciones sobre el amor influyen en las relaciones sexuales que se mantengan. Influye sobre todo de manera negativa para aquella relación que crea que el sexo es una actividad innata y de manera positiva para la que sepa que se puede trabajar con el tiempo y requiere esfuerzo de las dos partes.
Al fin y al cabo, comprender que existe el crecimiento sexual en cuanto a aprendizaje adquirido aumenta la disposición de los dos personas a adaptarse a las necesidades sexuales del otro. Merece la pena pensar en las relaciones sexuales como algo que evoluciona y crece con la relación. El sexo no es fijo ni estático, sino que puede estimularse y tratarse con conversaciones dentro de la pareja.
¿Y esto cómo puede ayudar a mejorar las relaciones afectadas por la rutina?
Sin duda, lo primero es alejarse de la idea de que existe una especie de gusto o apetito sexual inherente entre las dos personas de la pareja. En ocasiones, esta idea puede crear una necesidad o deseo de acostarse. Es importante entender que existe crecimiento sexual y que entre cada relación y la siguiente hay conocimientos aprendidos sobre la otra persona y también sobre uno mismo.
Hay que mostrarse dispuestos a adaptarse a las necesidades de la pareja, y abiertos a hablar sobre fantasías y deseos puede abrir puertas a explorar cosas nuevas para llegar a nuevos acuerdos. Esto sin duda se volcará en una vida sexual más sana y satisfactoria. El deseo sexual no es algo tangible, no existe por sí mismo, hay que trabajarlo e impulsarlo. Si pensásemos que no puede tratarse o modificarse, es posible que viviéramos en una desilusión y concluiría en problemas irresolubles en la pareja, que nos harían abandonar a la primera de cambio.
Hay que creer en el sexo como algo evolutivo, que hay que trabajar y estimular entre las dos o más personas implicadas. Tiene que existir chispa y atracción, evidentemente, pero no podemos dejar que eso sea lo único que influya. Hay que pensar con la cabeza, y si elegimos a nuestra pareja, la elegimos porque hay algo más que una decisión del destino, hay dos personas involucradas y hay que aprender a conocerse, trabajarse y construír atracción y pasión entre ambas partes.