Después de años viviendo en Valencia, Toño Piñeiro, natural de Sober, un municipio rural de Lugo, espera jubilarse en su tierra natal. Esta idea le ha llevado a comprar una casa un A Pousada, una aldea, la cual está rehabilitando. No se imaginaba lo que iba a encontrar en su interior.
En diferentes estancias de las casa ha encontrado seis botes llenos de pesetas. El montante, según publica El Progreso, ascendería a 9 millones de euros, que son unos 54.000 euros. No obstante, la alegría por este hallazgo no ha sido plena pues solo ha podido cambiar el contenido de los dos primeros botes con los que dio. Con los otros cuatro no ha podido ya que desde el pasado 2021el Banco de España ya no acepta la antigua moneda.
Piñeiro compró la casa en 2015, cuando llevaba casi cuatro décadas deshabitada. La propiedad era de un hombre al que llamaban Manuel do Xentes, que trabajaba en la fábrica de cerámica y ladrillos de la parroquia de Canabal y era también tratante de ganado. Los vecinos cuentan que murió sin herederos.
Resignado
El dinero se encontraba en ocultos en botes de Nesquik. "Supongo que los guardaban en estos recipientes para evitar la humedad. Es cierto que los últimos estaban algo estropeados, pero los otros no, estaban planchados, era increíble", cuenta.
Toño Piñeiro restaura una casa en Lugo, encuentra 4 millones de pesetas en botes de Nesquik, y el Banco de España no se los cambia porque "se acabó el plazo". En @elprogreso_Lugo ???????? https://t.co/IXxQ9AfJuP pic.twitter.com/Ig5k1XSWX7
— Dani Álvarez (@DaniAlvarezEiTB) September 4, 2022
Los encontró poco a poco en diferentes puntos de la casa. Piñeiro trabaja en el sector de la construcción, por lo que él mismo va llevando a cabo la rehabilitación de la casa en sus periodos de vacaciones. "Cada vez que vengo acabo encontrando dinero. Igual en Navidad, cuando volvamos de Valencia para seguir con la obra, aparecen más", bromea al medio lucense.
Los dos últimos botes los halló este mismo verano, los cuales contenían cuatro millones de pesetas en billetes de 5.000 del año 1979. Ante la imposibilidad de cambiarlos, el gallego se reasigna: "No me voy a echar a llorar".