El código de vestimenta de algunas empresas está siendo cuestionado por sus propios trabajadores después de que las temperaturas de esta ola de calor (propia del cambio climático) estén siendo especialmente insoportables.
En muchas empresas aún se mantienen estrictas normas en torno a la manera en que los trabajadores deben de acudir vestidos al puesto de trabajo. El problema en todo ello es que, en muchas ocasiones, provocan auténticas rebeliones.
Por norma general, a los hombres se les impide acudir con pantalones cortos, ya que se considera que esta prenda no transmite la seriedad necesaria para mostrarse de cara al público ante los clientes (o acudir a un acto oficial).
Sin embargo, cuando se habla de mujeres, no se imponen las mismas normas en cuanto a enseñar mayor o menor parte del cuerpo. ¿Por qué este doble rasero? ¿Estamos pecando de machismo sin darnos cuenta?
Esta situación, que por regla general ha sido aceptada a nivel social, está comenzando a cambiar. O al menos, a que sus detractores no duden en mostrar su indignación ante lo que consideran todo un completo agravio.
Movilizaciones
Uno de los pioneros en protestar frente por esta situación ha sido Joey Barge, un joven de 20 años de Inglaterra, que se vio en apuros por acudir al call-center en el que trabaja con pantalones cortos.
La dirección de la empresa rápidamente le emplazó a regresar a su casa para cambiarse de pantalones, algo que Joey no creía por la elevada temperatura que estaba sufriéndose en la calle.
El joven se fue a su casa, pero lejos de resignarse, publicó en Twitter todo lo que había sucedido y su decisión: iba a acudir a su puesto de trabajo con todo un refrescante vestido rosa brillante para que su jefe se replantease el código de vestimenta.
Lejos de lo que podría pensarse, Joey no salió mal favorecido en las fotografías, pero su reivindicación rápidamente se ha viralizado por todo Reino Unido y amenaza con extenderse a otros países.
Todo ello porque el joven trabajador, lejos de ser despedido, consiguió en cierta medida lo que buscaba: la dirección remitió un correo a los empleados en el que permitía, a partir de entonces, que los hombres visiteran pantalones cortos de 'tres cuartos', algo así como unos 'pesqueros' en el habla vulgar.
Es decir, Joey consiguió en cierta medida lo que buscaba, y contó con muchos apoyos en redes sociales, de personas que criticaban lo que han calificado como una "doble moral" en torno a unos códigos de vestimenta tan diferenciados según el sexo.
Ahora, los sindicatos están estudiando impulsar una nueva legislación que permita a los empleados acudir a su puesto de trabajo con una vestimenta más adecuada si las temperaturas superan los 30ºC, 26ºC en el caso de que sean trabajos con grandes esfuerzos físicos. También plantean que se sumistre a los trabajadores bebidas refrescantes y tomar descansos regulares.
Su gesto se replica
El movimiento de Joey se ha viralizado y a lo largo de Reino Unido hay varios colectivos que han decidido sumarse a sus reivindicaciones.
Un ejemplo de todo ello lo hemos encontrado en la escuela de Isca, en la ciudad británica de Exeter, donde un puñado de jóvenes han decidido colocarse el uniforme reglamentario de la escuela, pero en este caso, con la falda que suele imponerse a las alumnas femeninas.
"Muy refrescante", ha afirmado con cierta sorna uno de los pupilos en declaraciones al diario The Guardian. Muchos de ellos se han tomado en serio la protesta, e incluso han terminado depilándose las piernas para que la instantánea de cintura hacia abajo pueda lucir mucho mejor.
Los estudiantes quisieron protestar por la imposición de unos calurosos pantalones largos en una de las olas de calor más intensas desde la que sufrió el país en 1976. A diferencia de Joey, estos jóvenes no han conseguido su objetivo, aunque la dirección del centro ha afirmado que abrirá el debate. Al menos se han podido echar unas risas.
Cruzando el Canal de la Mancha, en Francia, los conductores de los autobuses también se han querido enfundar la falda de tubo para lo que consideran una imposición, con temperaturas insoportables de hasta 38ºC: "Preguntamos si podíamos vestir una ropa adecuada para las altas temperaturas, pero nos dijeron que no podíamos llevar pantalones cortos. Como las faldas están autorizadas, finalmente decidimos ponernos una", ha afirmado el líder sindical de los conductores, Didier Sauvetre.
El gesto ha conseguido abrir el melón de un debate que siempre estuvo en el aire pero que nadie se atrevió a plantear de manera seria: ¿Son discriminatorios los uniformes reglamentarios? La polémica está servida.