La llegada de internet y la denominada generación millennial ha supuesto todo un cambio en torno a las relaciones sociales. Al igual que ha cambiado la forma de ligar -ahora todo se basa en girar a la derecha o a la izquierda ese perfil de Tinder que, quizás te llama un poco la atención (o no)-; también lo ha hecho la forma en la que cada cual decide finalizar sus relaciones de pareja.
Todo se debe a que ahora, por regla general, nuestros vínculos con la persona que estamos conociendo son mucho menores. Ya no tenemos amigos en común con esa persona, o compañeros de trabajo que puedan verse entre medias. Ahora, conocemos a un completo desconocido, no a alguien que viene de la mano de un amigo; y ello se materializa en que las rupturas sean mucho más abruptas.
En ello consiste el denominado ghosting, una técnica mediante la cual uno de los miembros comienza por dar evasivas, para después dejar de contestar completamente los mensajes de su interlocutor y terminar bloqueando para que, esta vez, sí que se dé por aludido.
Cambian las formas de relacionarse y, con ello, cambian las formas tradicionales formas de romper una pareja. Ya no existe el tradicional "tenemos que hablar" mientras que la otra persona tragaba saliva con cara de circunstancias.
Sin embargo, la técnica del ghosting tiene sus riesgos. Presenta, por ejemplo, el dilema ético sobre si es correcto no dejar a la otra persona la situación de manera clara. Corremos el peligro de confundirla o de hacerla más daño que el que causarían unas sinceras palabras.
Para evitar el trance que supone tener que rechazar a la pareja, un par de jóvenes ha decidido crear una nueva herramienta: The Breakup Shop. La idea partió de los hermanos canadienses Evan y Mackenzie Keast el pasado mes noviembre de 2015, y está siendo un auténtico éxito.
La bombilla y el ingenio se despertaron en Mackenzie cuando su novia, de repente, decidió hacer el mencionado ghosting: "Ella dejó de responder a los mensajes y llamadas telefónicas, desapareció totalmente. No tuvo el valor de romper con él", ha relatado su hermano Evans.
Una semana después de este hecho, Mackenzie llegó a la conclusión de que le hubiera gustado recibir un mensaje de rechazo de, al menos, un tercero; antes que haber estado dudando acerca de lo que pasaba. En definitiva, no quería haber pasado el trance de mantenerse confundido en torno a la relación.
The Breakup Shop
Y así nació la gran idea de estos hermanos. Los precios van desde los 10$ canadienses por el envío de un simple mensaje de texto o correo electrónico, hasta los 80$ que cuesta una "caja de ruptura" completa, en la que no falta detalle y se incluyen galletas y vino con el que consolarse tras la pérdida.
Los mensajes se pueden personalizar en todo momento, aunque los hermanos afirman que no permitirán ningún tipo de contenido que pueda resultar dañino u ofensivo para los remitentes.
La idea, al parecer, ha sido un éxito. Durante el período que ha pasado desde que iniciaron el proyecto, que ya ha despegado, estos dos jóvenes han sido los encargados de romper cientos y cientos de relaciones. Y, mientras tanto, no han abandonado sus propios empleos a jornada completa de desarrollo de tecnología y bienes de raíces. Es decir, que tiempo no les sobra.
Algunos expertos en comunicación consideran que este tipo de iniciativas consideran las normas sociales básicas y se muestran completamente en contra del proyecto. Los hermanos se defienden: "Estamos viviendo en una era de la comunicación rápida, en la que todo es repentino y abrupto, así es como se está comunicando la próxima generación".