Que las empresas ofrezcan a sus empleados incentivos para mejorar su productividad suele ser lo habitual. En varios sitios los mejores trabajadores pueden gozar de un viaje, de un plus salarial extra o de cenas exquisitas como premio a su alto rendimiento. Sin embargo, parece que en el lejano Oriente nos llevan una vez más la contraria. Si nuestra concepción de huelga es parálisis de producción, allí es multiplicarla, si aquí se lleva el moreno, allí el blanco gélido y si en Europa se ofrecen cenas de cinco tenedores como recompensa, en China castigan con cenas que mejor no catar nunca.
Este es el caso de un negocio de construcción de Hanzhong, provincia china de Shaanxi. La opinión pública se ha sobresaltado al descubrir el terrible castigo que les espera a los empleados de esta organización si no cumplen los objetivos. Según ha relato China News, los directivos de la empresa obligan a sus empleados a comer gusanos de harina crudos en público si perdían algún cliente.
Un día uno de los jefes reunió a toda su plantilla para leer las estadísticas y comunicar a sus empleados los resultados mensuales. Todo parecía normal hasta que al concluir su lectura comunicó a los cinco últimos que como castigo tendrían que comer gusanos vivos e ingerir alcohol. Seguro que a los elegidos la idea no les hizo mucha gracia, pero lo cierto es que varios empleados aprobaron esta medida con gran entusiasmo, ya que consideraron que era el mejor método para motivar a sus compañeros.
La gente observó atónita como 60 trabajadores se reunían en la plaza de la provincia, todos ellos vestidos con chalecos amarillos. Una vez allí el jefe de personal comenzó a repartir palillos, vasos, licores y gusanos vivos. Los 'afortunados' debían de tomar cuatro vasos de chupito, gusano dentro incluido, por cada cliente que hubiesen perdido. Entre los elegidos se encontraba una mujer embarazada, la cual se negó a tomar su vaso, saldándose el problema cuando un hombre se ofreció voluntario para asumir su castigo.
El menú incluía calamares vivos y hormigas
Después de que la polémica saltase a la luz, varios empleados han confesado que los gusanos no eran el único manjar que tenían el placer de disfrutar. También fueron obligados a ingerir calamares vivos y hormigas.
Por su parte, un delegado de la empresa ha querido aclarar que los empleados aceptaban el castigo con gusto y que veían con buenos ojos este método incentivador. Pero, a pesar de las declaraciones de este representante, las autoridades locales del Departamento de Inspección de Trabajo del lugar han declaro que este tipo de 'incentivos' sobrepasan la normal legal y están estipulados como una forma de castigo físico a los empleados.