El embajador del Vaticano en España lleva un año y medio sin responder a una denuncia por abusos sexuales en el seno de la Iglesia Católica. Así lo denuncia David R.F., que puso en conocimiento al italiano Renzo Fratini, nuncio de la Santa Sede en España (un cargo similar al de embajador) y que no ha querido tomar ninguna acción sobre este asunto.
Al parecer, el caso está prescrito. Así lo relataba la víctima en la misiva enviada a Fratini: "Cuando era niño, ejercí de monaguillo en las Basílica de Jesús de Medinaceli, en Madrid, durante cuatro años. A los trece, sufrí los abusso de un fraile de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos: fray Balbino". Sin embargo, la Iglesia no quiere pronunciarse sobre este caso a pesar de que la reclamación lleva en poder de la institución religiosa desde octubre de 2015.
El problema parte de que los cuaces legales ya han prescrito: la víctima cuenta ahora con 43 años. Sin embargo, con el fin de que estos abusos reciban algún tipo de sanción, David está intentando recurrrir a una figura aprobada por el Papa Francisco y que también ha aprobado la Conferencia Episcopal y el propio nuncio que ahora no contesta a sus reclamaciones.
Al parecer, cuando "el Obispado u otra autoridad eclesiástica es informada a través de una denuncia privada" de abusos, sin que éstos hayan sido denunciados a las autoridades, "se entrevistará, lo antes posible, con el denunciante, en presencia de un testigo, para cerciorarse de la seriedad de la denuncia y, si es posible, se ratifique, Se redactará un Informe escrito para dejar constancia del hecho".
A pesar de que los cauces para llevar a cabo esta denuncia son bastante claros, el propio nuncio vaticano los podría haber incumplido de manera flagrante. El caso, que sucedió en plena basílica de Medinaceli, una de las más famosas de España y cuya imagen cuenta con millones de devotos a lo largo de todo el mundo, se mantiene en un limbo. Hay constancia de que la carta llegó y la denuncia existe, pero la Iglesia no responde y en la basílica afirman no conocer a ningun fray Babino.
Sin embargo, los abusos sexuales existieron y dejaron una huella indeleble en su víctima: "Como no podía ser de otra manera, aquellos abusos me alejaron definitivamente de la Iglesia, de la fe y del Evangelio. Ya no podré arrancarlos de mi biografía".
Que no se toleren palabras a favor de la pederastia
Ahora, la víctima quiere que, al menos, resarcirse de todos los daños causados: "Tal vez ya no pueda recuperar la inocencia que me arrebataron en mi infancia, pero sí parte de mi diginidad en el asunto de marras, siempre y cuando lo sancionen o le insten a que se retracte públicamente de sus declaraciones".
En este punto, David se refiere a las palabras que el obispo de Canarias (donde él reside), Bernardo Álvarez Afonso, realizó en una entrevista: "Puede haber menores que sí consienten los abusos y de hecho, los hay. Hay adolescentes de 13 años que son menores y están perfectamente de acuerdo y, además, deseándolo. Incluso si te descuidas, te provocan".
Por todo ello, considera que "en 1987, ni estaba perfectamente de acuerdo ni lo deseaba. Ni que decir tiene que tampoco suponía una provocación, salvo que el fraile en cuestión fuera un vicioso, un depravado o un pervertido". Y afirma que "querer apropiarse deliberadamente de la experiencia traumática que muchos hemos sufrido (y sufrimos) en silencio sin conocer cabalmente las vicisitudes por las que hemos pasado para correr un tupido velo sobre los casos de pederastia o para escribir el transcurso de la historia a su favor es canalla, cruel, perverso, malvado, ruin y miserable".
Por todo ello, David considera que el obispo debería pedir "perdón sin enredos ni artificios, a todos los que nos sentimos especialmente traicionados y humillados por el clero en aquel momento [...] Pues en este deleznable y bochornoso asunto, las palabras no prescriben, nunca lo harán, si antes no se desdice el autor de aquellas sin cortapisas".
De todas formas, y tal y como han desarrollado los acontecimientos, David tiene claro sus sentimientos: "hoy, como ayer, siento un insoportable desprecio hacia el clero". Sus palabras, por el momento, no han recibido la respuesta deseada.