Tras pasar el colegio y sufrir superar el instituto, parece que estamos ya hartos de estar todo el día sentados en los pupitres de clase. ¿Cuatro años más encerrados en un aula escuchando a señores y señoras más mayores que tú dándote el sermón?
Pero quién no se ha consolado pensando 'en la universidad voy a estudiar lo que me gusta, será diferente'. Nada más lejos de la realidad. Y es que, por mucho que aciertes con la carrera o consigas deshacerte de las matemáticas que tan mal se te daban en el instituto, existe la regla no escritade quemínimo una asignatura al año te hará sufrir la dureza de la universidad.
Y es que, aunque muchos optan por la formación profesional y otros por comenzar a trabajar, para bien o para mal, una gran mayoría deciden aventurarse a entrar en la universidad (si es que la nota les da). Pero no, no todo es malo, y esa es la mentalidad que hay que mantener. La universidad está plagada de conocimientos, experienciasylecciones muy positivas que marcarán tu vida futura y se te quedarán grabadas con nostalgia en la memoria.
1 Las fiestas universitarias
Obviamente, todo el mundo sabe que una de las asignaturas obligatorias de cualquier carrera son las fiestas universitarias. No es necesario vivir en Estados Unidos para asistir a memorables fiestas que, aunque pasen los años, recordarás siempre.
Da igual la temáticade la fiesta: si hay que ir de hawaiano se compra un collar de flores y una falda, si es de Halloween se utilizan grandes cantidades de maquillaje y cualquier prenda vieja que se pueda romper. Pero nunca han hecho falta motivos para celebrar una fiesta universitaria, así que da igual si no sabes ni quién la ha organizado, preséntate en la puerta de la casa con cervezas y te dejarán entrar.
2 El aguante juvenil de nuestros cuerpos
Un poco relacionado con las fiestas universitarias, algo que echaremos de menos es el poner al límite nuestro cuerpo, aunque no siempre voluntariamente. La capacidad que teníamos de aguantar el alcohol, el sueño y el cansancio será algo que no sólo echaremos de menos de nuestra época universitaria, sino que generará que tengamos cierto odio a las personas más jóvenes que nosotros que están viviéndolo ahora.
Pero el aguante de nuestro cuerpo no es un superpoder que te dé la universidad, sino que es propio de la juventud, pero la universidad pone al límite tu organismo con fiestas y alcohol, algo que, obviamente, no teníamos en el instituto porque éramos menores de edad, ¿verdad?
Pero lo cierto es que el poder trasnochar para estudiar o el empalmar la noche con las clases eran grandes virtudes que nuestro ajado cuerpo echará de menos cuando tengamos que acostarnos a las 22:00 para poder madrugar.
3 No enterarte de nada en clase
Que pudiéramos ir a clase aunque hubiéramos trasnochado no quiere decir que estuviéramos en plenas facultades. Pero, dependiendo de la asignatura y el profesor, lo cierto es que podíamos asistir y viajar a nuestros submundos mientras mirábamos al infinito. Tras tantear un poco la carrera, podías elegir a qué asignaturas asistir sólo en cuerpo y dejar tu mente descansando en casa o a cuáles llevar a toda tu persona a escuchar al profesor.
Esta es la parte responsable de la universidad, cuando asistías a pesar de todo. Porque no es raro la actitud de 'ya iré mañana'. La libertad de asistencia de la universidad hacía que pudieras quedarte en casa volviendo a ver la reposición de ese capítulo que tanto te gusta de 'Aquí no hay quien viva'.
4 Elegir si tomar apuntes
De nuevo, influye mucho la universidad a la que fueras o la metodología del profesor, pero lo cierto es que del paso del instituto a la carrera se aprecia un aumento de los medios tecnológicos de la clase. Con esto, llegaban los apuntes en Power Point, y se disminuían los libros de texto. Por lo tanto, como consecuencia, se acabó el escribir a toda prisa, el subrayar todo el libro con fluorescente o el 'Profesor, ¿puedes repetir?'.
La mayoría de docentes benévolos colgaban las diapositivas en el aula virtual, por lo que la mayoría de apuntes te los aportaban ellos. Pero la universidad no sólo denota la pereza de los estudiantes para hacer las cosas: los profesores no se libran de limitarse a leer los Power Point para dar su clase o incluso copiar textos de internet para rellenar sus apuntes.
Pero siempre estaban los profesores más perversos que no iban a subir las diapositivas, y te obligaban a tomar apuntes. Y para combatirlos, siempre existía la posibilidad de tomar apuntes con el ordenador para ir más rápido, el pedir apuntes a otros compañeros para completar los tuyos, o los alumnos más ingeniosos que hacían fotos con el móvil a la pantalla del profesor (que no compartan los Power Point no quiere decir que no los podamos obtener por nuestros propios medios).
5 En la biblioteca no sólo se estudia
Nunca había pasado tanto tiempo en la biblioteca. No se puede comparar la biblioteca de un pequeño instituto o la biblioteca pública de tu localidad con la gran biblioteca de la facultad. No sólo te ofrece más servicios, como alquiler de ordenadores u otros materiales como cámaras, etc., sino que también tiene más salas para hacer trabajos en grupo o para usar el ordenador como si de una campus party se tratase.
Cuando no dispones de buena conexión en tu piso de estudiantes, el potente internet universitario es perfecto para trabajar, o procrastinar, con el ordenador. Además de las salas para estudiar o buscar libros, las diferentes habitaciones te ofrecían la posibilidad de estar con tus amigos y charlar a un volumen más alto, siempre que no te pillaran los responsables. La biblioteca, esa segunda casa que siempre era mejor que la primera.
6 La independencia parcial
En función de las situaciones personales de cada uno, es posible que la universidad a la que hayamos logrado entrar esté cerca de casa de tus padres, o bien comunicada en transporte público. Pero, sin duda, una gran experiencia que a priori puede dar miedo es el ir a una universidad que esté más lejos de casa.
Si tu familia se lo puede permitir, la independencia parcial que te da alquilar un pisoycompartir casa con otra gente es una experiencia añadida a la vida universitaria. Y es que, en la mayoría de casos, es la primera vez que vivimos solos, tomamos nuestras propias decisiones de responsabilidad o disponemos de dinero propio, pero casi siempre bajo el ala de nuestros padres, que están ahí para ayudarnos en lo que necesitemos.
Los que hemos compartido piso comenzamos a desarrollar el gusto por vivir independientes, la libertad que nos da el disponer de tu propia casa, aunque sea alquilada, para invitar a quien quieras o celebrar fiestas. Además, si la mayoría de tus compañeros está en una situación parecida y vivís cerca, tendréis una relación de confianza y libertad que nada tiene que envidiar a las hermandades americanas.
Pero cuidado con esta pequeña independencia, ya que, como te veas obligado a volver a casa de tus padres, es posible que sufras una depresión postindependencia importante.
7 Los amigos de la universidad son para siempre
Los amigos de la universidad, ya sean de tu clase o que los hayas conocido en alguna fiesta, son sin duda una parte importante de tu vida. Hay diferencia entre los amigos de instituto y los de la carrera.
Muchos aún mantendrán esas amistades de infancia, pero lo cierto es que los compañeros que conoces durante la carrera suelen calar más hondo por diferentes motivos: si van a tu clase, comparten algunos de tus gustos y experiencias, y también nos encontramos en una edad más adulta, donde valoramos de forma diferente a las personas que conocemos.
Sin duda, en la mayoría de casos podemos decir que los amigos de la universidad son para siempre, y por mucho tiempo que estés sin hablar o muchos kil´ómetros que os separen, siempre están ahí.
8 Conocerte más a fondo
La universidad de la vida es una asignatura en la que nadie se matricula cuando empieza la carrera, pero todos la cursamos obligatoriamente. Todas las experiencias que vivimos en esta época joven-adulta nos marcan y definen nuestra forma de ser. Y en estos años es muy común que llegues a la universidad y no te conozcas a ti mismo al completo, y descubras cosas nuevas de ti casi cada día.
Si hacemos memoria, quizá al salir de la universidad hemos aprendido a respetar más a los demás, avalorar cosas más importantes e ignorar otras que eran tonterías, a darnos cuenta de lo que de verdad queremos a un amigo o familiar, etc.
Y en otro extremo más alocado, a lo mejor la facultad nos ha hecho descubrir lo bien que lo pasamos de fiesta, que nos gusta cierto tipo de música que antes detestábamos, o que no teníamos tan clara nuestra sexualidad como pensábamos.