En verano de 2012 las noticias echaban humo con el nombre de Cecilia Jiménez. Una vecina del pueblo de Borja, en Zaragoza, había llevado a cabo su propia restauración del cuadro Ecce Homo del convento de Santa Clara de la localidad. En ese momento, miles de personas se llevaron las manos a la cabeza sin dar crédito al horror que había quedado en el cuadro. A día de hoy, aparte de ser uno de los más famosos de la cultura popular, es un salvavidas para los ancianos sin recursos del pueblo.
Desde su creación hace diez años, el 'Ecce Homo' ha pasado a ser un meme conocido por todos. Además, la obra de Cecilia situó Borja en todos los mapas y cada año acogen a más de 300.000 visitantes curiosos por ver la obra. Situado en el Santuario de la Misericordia, este cuadro genera cada año entre 50.000 y 55.000 euros anuales.
Los beneficios destinados a obras sociales
Todo el dinero que ha generado este cuadro en los últimos diez años está destinado, por un lado, a los sueldos de los dos conserjes que lo vigilan (35.000 euros) y, por otro, a la Fundación Benéfica Hospital Sancti Spiritus y Santuario de Nuestra Señora de Misericordia, una residencia que acoge a dos personas en situación de vulnerabilidad gracias a ese dinero.
Cecilia por su parte, percibe el 49% de las ganancias del merchandising que se venda del 'Ecce Homo'. Según el Ayuntamiento de Borja, este dinero también acaba destinado a una fundación benéfica. Sea como fuere, esta obra es a día de hoy todo un icono de nuestro país y parece que incluso con final feliz pese a lo mal que se recibió al principio, especialmente entre los expertos y amantes del arte.
El origen del 'Ecce Homo'
En verano de 2012 nadie se imaginaba lo que iba a pasar. De un día para otro, toda la atención se trasladó al pequeño pueblo de Borja, en Zaragoza. "Es que entra aquí esta señora (Cecilia) y si ve algo deteriorado coge los pinceles y lo arregla", explicaba en su momento Miguel Ángel Blasco, exteniente alcalde de Borja. Él entonces se encontraba disfrutando de un balneario con su hijo cuando, a su vuelta, el concejal del pueblo le contó lo sucedido y le llevó al santuario para mostrarle la fatal repintura.
"Intentamos que no trascendiera el hecho en espera de que viniera la señora para que nos contara qué había hecho. De repente, el diario Heraldo se da cuenta de la noticia y lo publica. Ahí ya empieza todo el circo", contó Blasco. Tras esta situación, la sobrina de Cecilia explicó que todo el revuelo causó "dos ataques de ansiedad" a su tía en apenas una semana. "Si he pecado por pintarlo pido perdón, pero lo he hecho con muy buena intención", relataba ante las cámaras Cecilia Jiménez.
"La gente ya no viene a reírse de la pintura. Vienen a ver un fenómeno social y nosotros tenemos que vender el patrimonio cultural de Borja. Nos hemos convertido en un hito, en una parada turística", declaraba el alcalde de la localidad. Parece que al final el pueblo de Borja le debe más a Cecilia de lo que se pensaba.
