El juicio por el fallecimiento de Gabriel Cruz está llegando a su fin. Siete sesiones han hecho falta para reunir las pruebas, testimonios y hechos suficientes, como para ir definiendo la sentencia a la que Ana Julia Quezada tendrá que hacer frente como acusada directa y presunta asesina del pequeño. La pregunta ahora reside en si fue asesinato, homicio involuntario o premeditado. Sin embargo entran muchos factores en juego que al jurado popular se le están resistiendo. La Fiscalía y la acusación popular aún luchan por esclarecer los detalles en torno a la cuestión frente a lo establecido por la defensa de la propia acusada.
Sin duda, el delito influirá enormemente en la condena. La acusación ha solicitado una pena de prisión permanente revisable tras considerar que fue asesinato, aunque la fiscal deduce que el crimen no fue premeditado, una máxima que niega Francisco Torres, el abogado de Ángel David Cruz y Patricia Ramírez, padres del menor.
El abogado de oficio de Ana Julia Quezada, Esteban Hernández Thiel, pedirá 15 años para su defendida en caso de que finalmente se decrete que el homicidio fue voluntario, tres en caso de que fuera irreflexivo. Como bien podemos recordar, la acusada admitió su imperdonable actuación ante Gabriel Cruz el día en el que las autoridades intentaron reconstruir los hechos. El pasado martes 17 de septiembre, el letrado corrigió la primera pena que solicitó por escrito antes del juicio oral, en la que apelaba al cumplimiento de 10 años de prisión en caso de asesinato doloso. El hecho de que Gabriel fuera menor de 16 años, modifica obligatoriamente la primera petición de cárcel.
La defensa de Quezada apunta a homicidio no premeditado
Los nueve integrantes del jurado popular son ahora los encargados de decidir, junto a un cirujano, qué delito comporta la actuación de Quezada. Su deliberación, que podría hacerse pública a lo largo de la jornada del miércoles 18 de septiembre, determinará si la procesada es condenada o, por el contrario, queda absuelta y libre de cargos, opción poco probable. Sin embargo, aún no lo tienen nada claro y tienen una ardua tarea por delante en la que tendrán que valorar todo lo que han visto a lo largo de esta última semana y media.
Las probabilidades de que Ana Julia Quezada sea finalmente sentenciada a entrar en prisión son altas. Se debe simplemente a la presencia del jurado popular a lo largo de todo el proceso. Esta afirmación viene respaldada por los datos y estadísticas del Consejo General del Poder Judicial. Si ya de por sí, la balanza se inclina y señala que contra todo pronóstico será condenada, la probabilidad hubiera sido mayor en caso de haber contado con la intervención de un tribunal profesional. De esta manera, y con el objetivo de eliminar asperezas que considera innecesarias, así como la influencia de la opinión pública y los medios de comunicación, el abogado de la acusada habría querido que el proceso se celebrara sin jurado y a puerta cerrada.
Pese a que se espera que sea finalmente condenada por asesinato del homicidio doloso, existe una línea muy fina que podría alterar la resolución final. ¿Hubo alevosía, ensañamiento o concurrencia de precio o recompensa? En caso de decantarse por esta opción, el jurado ha de señalar cuál de esos factores entró en juego.
Hernández, que presentó la defensa durante una hora y cuatro minutos, considera que su amparada asesinó al pequeño "presa de la ira y sin medir las consecuencias de su acción". "Le tapó la boca y la nariz presionándole contra la pared, a pesar de la resistencia", que el joven Gabriel ofreció. En el nuevo escrito de defensa redactado por el letrado también entran en juego los atenuantes de confesión y arrebato.
Ha intentado convencer con su relato al jurado, explicando que la discusión entre ambos en la finca de Rodalquilar vino dada por los insultos que el menor le profirió y con el fin de que se callara "le taponó la nariz y la boca". No se percató del daño que estaba cometiendo hasta que ya era demasiado tarde. En cuanto al tiempo que tardó en contar el crímen, alega a que su protegida no lo hizo porque "no tuvo el suficiente coraje". Según el abogado, el objetivo de Ana Julia Quezada nunca fue hacer daño a su pareja sentimental ni a la madre del pequeño.
¿Hubo sufrimiento, agonía y apaleamiento antes de su muerte?
En cuanto a la fiscal, cuya intervención también duró cerca de una hora, Fernández piensa que Quezada debe ser condenada por asesinato, sin embargo discrepa de las alegaciones realizadas por el letrado de los padres de Gabriel. Según sus declaraciones, no hubo premeditación, aunque sí cree que concurrió la alevosía, puesto que no le dejó defenderse y lo hizo "a sangre fría". "Es un delito de asesinato con alevosía", subrayó, cuestionando a la acusación particular y el informe del forense aportado por Torres, abogado de los padres, que señala que "el niño se resistió muchísimo y no hubo agonía".
Asimismo, Francisco Torres manifestó ante el jurado popular su deseo porque Quezada no volviera a ver ni el más mínimo rincón fuera de una prisión. "Les pido que no les tiemble el pulso. No tiene derecho a respirar el mismo aire que nosotros. Va a matar a más niños", relató tras escuchar a la fiscal y apuntó a que Gabriel sí agonizó, "mientras-Ana Julia-fumaba", para después asfixiarlo. Llegó a plantear que se quiso deshacer de él descuartizándolo, razón por la cual, según él, le quitó la ropa interior. Quezada, presente en la sesión, negaba los hechos con la cabeza mientras las lágrimas salían inténsamente de sus ojos. Para el letrado familiar, Ana Julia Quezada sí cometió homicidio premeditado: "se aseguró de que nadie pudiera ir allí llevándolo a un paraje desértico".
Pese a que muchos apuntan a que la defensa le habría construido un papel para que lo interpretara ante el juez de la Audiencia Provincial de Almería y todos los presentes en la sala, Quezada tenía la última palabra en la séptima sesión del juicio y mientras lloraba a moco tendido, pidió perdón tanto a su propia hija, Judith, como a su exparejaÁngel David Cruz, la madre Patricia Ramírez y los familiares del pequeño. "Perdón a toda España. Que Dios me perdone", concluía.