Mucho se ha hablado de los beneficios que la marihuana, con preinscripción y tratamiento médico especializado, podría tener en los pacientes de distintos tipos de enfermedades. Ya hay dolores que se tratan de paliar con el uso de esta droga que, debido a los efectos relajantes que tiene, puede llegar a resultar muy beneficiosa si el paciente sufre de dolores crónicos.
No obstante, hasta ahora no se había estudiado nada sobre las drogas alucinógenas que, según ha publicado The Washington Post, también podrían llegar a ayudar a los pacientes con cáncer a lidiar con la ansiedad, la depresión y el miedo a la muerte. Enfrentarse a una enfermedad como el cáncer, de tal gravedad, conlleva consecuencias no solo físicas, sino también psicológicas. Los pacientes ven cómo su estado físico empeora y deben someterse a tratamientos muy duros para conseguir sobrepasar la enfermedad; además, en muchos casos, el cáncer se detecta demasiado tarde, en un estadio demasiado avanzado, y las consecuencias entonces son devastadoras.
En esto se ha centrado una nueva investigación, que ha visto que la psilocibina, un compuesto que se encuentra en las llamadas setas alucinógenas, podría llegar a hacer que los pacientes se enfrentaran a sus miedos de otra forma. No serían una cura para el cáncer, ni mucho menos, pero sí para la ansiedad y el estrés que este genera.
El jueves pasado se publicaron dos estudios científicos, ambos demostrando que la psilocibina redujo los sentimientos negativos durante meses en los pacientes que la tomaron. Además, consiguió aumentar el optimismo, y los pacientes aseveraron haber tenido experiencias místicas y espirituales. Estos estudios fueron publicados en el Journal of Psychopharmacology, y fueron realizados en la Universidad de Medicina Johns Hopkins y en el Centro Médico Langone, de la Universidad de Nueva York.
Tres participantes describieron su experiencia
The Washington Post se puso en contacto con tres de los participantes de los estudios, los tres enfermos de distintos tipos de cáncer, para que fueran ellos mismos los que tuvieran la oportunidad de contar al mundo su experiencia.
La primera en hablar lo hizo bajo el nombre de Petra. Petra padeció cáncer de ovario, y se encontraba muy preocupada por la posibilidad de que este cáncer volviese a aparecer en su vida. Fue en 2009 cuando estuvo diagnosticada por primera vez, y tuvo que someterse tanto a cirugía como a quimioterapia; los médicos que la trataban le dijeron que sus posibilidades de recuperarse eran de un setenta por ciento, algo que no la relajó demasiado. Su situación personal, además, no era la más óptima, puesto que su madre también se encontraba enferma y ella quería cuidarla. Fue por eso que se presentó voluntaria para este tratamiento, para ver si la psilocibina ayudaba en algo.
Petra ha comentado que durante el tratamiento, llegó a sentir que se había convertido en un árbol, y eso "fue increíble". "Yo estaba sólida y enraizada, y, sin embargo, podría mover los brazos. Lloré durante mucho tiempo de la sorpresa, una vez que me di cuenta de que todo eso estaba dentro de mí... Me hizo sentir que era más de lo que sentía que yo era. Me hizo sentir más fuerte, y más confiada". De esta forma, vio cómo la ansiedad desapareció de su vida, y comenzó a aceptar el mundo tal y como era. "Aprendí a convivir de una manera nueva, no gobernada por el miedo". Además, comenzó a meditar todos los días.
Otro de los pacientes que se sometió al tratamiento fue Patrick Mettes, un conocido director de telediarios. La que habló con The Washington Post fue su esposa, Lisa Callaghan, porque Mettes falleció en 2012. Ella fue la que facilitó al medio los extractos que su marido había escrito durante su tratamiento con psilocibina, describiendo su experiencia. "Más de una vez, sentí como si viaje y la experiencia general de la psilocibina contenían los elementos del arco clásico de la historia (inicio, nudo y desenlace). Al hablar con Lisa en mi camino a casa, dije que la experiencia se sentía metafóricamente como un lanzamiento de lanzadera espacial, un despliegue físicamente violento y algo torpe que eventualmente dio paso a la serenidad dichosa de la ingravidez".
Mettes explicó en esos extractos que, durante su viaje, conoció a la esposa de su hermano, que había fallecido de cáncer hacía unos treinta años, y que fue ella la que actuó como si fuera su guía turístico. Durante todo lo que él denominaba 'trayecto', explicó que todo se centraba en el amor, que era ese el único propósito. "El amor parecía emanar de un solo punto de luz... A veces era rojo, a veces azul. Era tan puro. Y vibraba".
Por último, Dinah Bazer fue la última paciente de este proyecto que habló con el periódico. Ella explicó que había sido diagnosticada de cáncer de ovario en mayo de 2010, y que tras la cirugía y la quimioterapia, su pronóstico había sido bueno. No obstante, sufría ansiedad constantemente, y fue por eso que se decidió a probar la psilocibina. Durante lo que ella denomina "su viaje", señala que pudo ver su miedo. "Era una masa negra debajo de mi caja torácica, como un bulto gigante de carbón. Empecé a irrumpir en cólera extrema, y le dije que saliera de ahí. Le grité en voz alta, y, cuanto lo hice, ese miedo se fue y nunca ha vuelto".
Si en algo coinciden los tres pacientes es que la experiencia que vivieron con la psilocibina fue tan poderosa que les hizo cambiar su visión del mundo, verlo todo de otra manera, y sentir mucha menos ansiedad.