El estallido del Caso Cursach, que ha afectado a varios altos cargos del PP de Baleares, ha despertado novedades muy polémicas gracias al testimonio de dos prostitutas que han tenido la valentía de relatar todo lo que han vivido pese a las amenazas y agresiones que perpetraron dos sicarios contra ellas.
Las dos mujeres regentaban un prostíbulo cuya existencia ya ha comprobado la Policía y que actualmente se encuentra cerrado. Según las testigos, el expresidente del PP de Palma, José María Rodríguez (expresidente de un partido que se ha visto envuelto en múltiples escándalos como el Caso Nóos), pasaba días enteros encerrado en el burdel, donde llegaba a gastar hasta 20.000 euros diarios en servicios sexuales.
Si la cifra del expresidente es escandalosa, aún lo es más la cantidad de dinero que el actual diputado del PP y concejal de Palma, Álvaro Gijón, que llegó a pagar para acostarse con prostitutas: 36.000 euros en un día.
Ninguno de ellos pagaba jamás la factura, sino que era un tercero, el magnate Tolo Cursach, el que financiaba los encuentros sexuales de los dos políticos, supuestamente, a cambio de algunos favores muy convenientes.
Los relatos de las testigos que se encontraban en el lugar de los hechos estremecen por la dureza de sus declaraciones: "Gijón y Rodríguez llamaban a no sé quién y la traían hasta el piso. Gijón seleccionaba a las chicas y las obligaba a consumir cocaína. Quien no quería tomar droga no entraba con él", ha relatado la mujer ante el juez.
En este escándalo no faltan todo tipo de implicados. Al parecer, varios altos cargos de la Policía Local de Palma eran frecuentemente implicados a las orgías para que después hiciesen la 'vista gorda' ante la crudeza de los hechos que se estaban desarrollando.
Y es que el testimonio de una de las testigos evidencia que los hechos contaban con pocos límites: algunas de las postitutas solían evitar a José María Rodríguez por sus "extraños y peligrosos" gustos sexuales. Cuando todo eso ocurría, el expresidente del PP balear traía a chicas de la calle o incluso chicos para que presenciasen cómo mantenían relaciones entre ellos. Según su relato, el político llegaba a terminar "en un estado lamentable y totalmente pasado de cocaína y alcohol".
Fiestas interminables
Las testigos del caso han asegurado que ambos políticos se dedicaban a encerrarse con las prostitutas y que jamás pagaban. Tolo Cusarch se encargaba de financiar las relaciones sexuales y en algunas ocasiones, ellos se limitaban a pagar los estupefacientes que consumían en el interior de las habitaciones.
Algunos de los empleados de las discotecas en las que se celebraban estos encuentros tenían la orden expresa de no cobrar a ningún político ni Policía Local. La orden es que todos los gastos corrían por parte del propio Cursach. "Su poder era completamente inmenso", ha relatado uno de los testigos del caso.
Se trataba de fiestas interminables que pagaba un empresario y que, posiblemente, eran después sufragadas a través de contratos amañados, aunque este punto ahora se encuentra en el foco de los investigadores y no se ha podido demostrar.
En las fiestas se incluyen todo tipo de datos escabrosos, como una paliza a otra prostituta que terminó sangrando por la boca, la vagina y un brazo roto. No ha trascendido quién fue el autor de los golpes, pero sí que Cusarch llegó a ofrecerle una importante suma de dinero con el fin de que callase todo lo sucedido y volviese a Brasil.
Bartolomé Cusarch, considerado como el rey de la noche mallorquina, mientras tanto permanece detenido acusado de 16 delitos y en prisión por una presunta trama de corrupción en la Policía Local, aunque los detalles que están saliendo en los últimos días podrían complicar aún más su situación judicial.