En plena pandemia del coronavirus, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha anunciado que congelará la entrega de fondos a la Organización Mundial de la Salud (OMS), bajo la acusación de "gestionar mal y encubrir" la propagación del Covid-19.
Trump llevaba varias jornadas criticando el papel de la OMS en esta crisis, a la que acusaba de llevar una política a favor de los intereses chinos, con quienes Estados Unidos mantiene una guerra comercial.
"La OMS ha fracasado en su deber más básico y debe rendir cuentas", ha asegurado el presidente de Estados Unidos, el país más afectado por el coronavirus en estos momentos.
El mandatario señala como uno de estos motivos la oposición que exhibió la OMS al veto a los viajeros chinos que se aplicó desde el pasado 31 de enero: "Afortunadamente, no me convencieron y así salvamos miles y miles de vidas". Trump ha sido, además, uno de los principales defensores de las medidas blandas contra el coronavirus, con el objetivo de anteponer la economía a la salud. Esto le ha valido críticas desde los organismos internacionales y una cifra de contagios especialmente alta.
Esa guerra con China, en la que ambas potencias buscan convertirse en el gran polo económico mundial, parece haber sido determinante en la ruptura entre Washington y la OMS. El mandatario estadounidense, de hecho, ha vinculado sus críticas a la gestión de Pekín con este organismo: "El silencio de la OMS ante la desaparición de investigadores y doctores y las nuevas restricciones a la información sobre la investigación de los orígenes del Covid-10 -por parte de China- es profundamente preocupante".
Una guerra comercial con China donde Estados Unidos no despega
El efecto inmediato de la medida, máxime en una crisis como la actua, no queda claro, pero sí que el presupuesto que aporta Estados Unidos a la OMS fue una quinta parte de los 4.400 millones que presupuestó el organismo entre 2018 y 2019. Es decir, la congelación de fondos de la Casa Blanca debilita al organismo sanitario internacional con mayor prestigio en la actualidad y, quizás, lo regala a la tutela de las potencias orientales, China y también Rusia.
Trump ahora se ha erigido en el principal analista de esta crisis, aquel que la supo venir. Quizás, solo quizás, ha olvidado que el 24 de enero celebró el papel de Pekín en su lucha contra el coronavirus: "China ha estado trabajando muy duro para contener el coronavirus. Estados Unidos agradece enormemente sus esfuerzos y su transparencia. Todo saldrá bien. De parte del pueblo estadounidense, quiero darle las gracias, en particular, al presidente Xi Jinping". El 6 de febrero, con el médico que alertó del Covid-19 ya muerto, Trump celebró que el presidente chino era "fuerte, agudo y muy centrado en liderar el contraataque al coronavirus".
Por aquellas fechas, el presidente estadounidense veía la amenaza del coronavirus como algo lejano, ajeno a la economía, que podía fortalecer el papel de Estados Unidos. Trump antes veía la reelección presidencial como un juego de niños: ahora, todo podía cambiarlo todo. Mientras Asia se recupera y Estados Unidos sufre más de 25.000 muertes, Pekín empieza a mover tentáculos para expandir su influencia. La situación se ha tornado muy difícil para el país norteamericano, también en su guerra comercial con China.
