Tratar de comprender el conflicto o conflictos internos de Podemos obliga a pegar un par de pasos atrás, a dejar a un lado el titular de diario, y, en primer lugar, a plantearse qué es Podemos y qué es una crisis en una organización política. El nacimiento de Podemos como organización política, no como partido, ojo, emana del pie de calle, como uno de los frutos institucionalizados del movimiento de indignados, o el movimiento 15-M.
Todo tiene un punto de inicio
El 15-M guarda esa característica espléndida que genera siempre un enemigo común, que es un grupo extremadamente heterogéneo haciendo piña frente a algo. La propia heterogeneidad del movimiento 15-M, la respuesta al malestar social de la austeridad, demarcaba la característica perecedera de esta reunión de personas reunida para un fin logrado: dar visibilidad a nivel planetario a la extrema situación vivida en España. Otros países vivieron movimientos similares, como Grecia. Sin embargo, los griegos tuvieron como respuesta a su movimiento la emergencia y ascenso de SYRIZA, y en España la recompensa más inmediata fue la Ley Mordaza. Sin embargo, este activismo heterogéneo a pie de calle desembocó en nutrir o crear plataformas y organizaciones de todo tipo. Las principales son las PAH, de afectados por la hipoteca, los movimientos de Democracia Real Ya como masa crítica, y, claro, Podemos. Sin embargo, Podemos emergió de una manera evidentemente orgánica, con la concepción federalista de los Círculos. Reuniones de distrito abiertas y ejecutivas, en las que el vecindario toma la palabra, con el incalculable valor de devolver a los ciudadanos a la vida política activa.
Sin embargo, Podemos, en este punto, todavía tenía muy poco que ver con la definición de partido político que ya conocemos, y de hecho siempre ha tratado de escapar de esta definición con uñas y dientes. En la carta fundacional de la organización, apoyada por algunas de las caras visibles que sirven como fundadores de este movimiento, y también por no pocos intelectuales reconocidos, se planteaba una realidad abstracta, pero certera: Podemos no se crea como una organización de derechas o izquierdas en los términos tradicionales, sino que daba cabida, una vez más y recogiendo ese espíritu del 15-M, a una masa heterogénea. Un sentir evidentemente cercano al socialismo, reivindicativo, activista, que quizá sea una palabra que concuerde más con el pensamiento de la nueva izquierda, y abierto.
Esta es la teoría de Podemos, a grandes rasgos. Una teoría previa al acceso a los cargos electos. Sin embargo, en el camino de la teoría a la práctica existe un riesgo incalculable, que pone en un brete la democracia líquida a la que tanto se recurre en el discurso al tratar de someterla al sistema parlamentario español. En este camino hasta el partido mejor intencionado entra en grave conflicto, y lo que nacía como el pretexto de hacer política de abajo a arriba, peligra a entrar en rutinas de cesiones que recuerdan más de lo necesario a las formas de política que tanto se desprecian. Los círculos han perdido protagonismo en el debate de Podemos, pero en la organización se siguen manteniendo dos máximas que la determinan: primarias, y una organización razonablemente heterogénea.
De la teoría a la práctica: la confrontación
En la lucha interna actual lo que se debate es la definición de Podemos en el escenario político posterior a la investidura. Poca broma. La lucha que se establece es entre una facción, la afín a Iglesias, que entiende que los viejos partidos están en "su epílogo" y Podemos debe ser el eslabón principal como representación de un escenario renovado para un contexto político cualitativamente diferente; mientras que el otro grupo, el de Errejón, apuestan por una postura más sutil, más compatible en las instituciones políticas actuales, fraguando una alternativa renovada del PSOE en el espectro político de izquierda que tradicionalmente conocemos. Una dicotomía que se resume en apoyarse en la fuerza de la calle o la fuerza de las instituciones, y que si bien en los medios tiende a quedar reflejada con la simpleza de radicales y moderados, esconde el proceso de definición de una organización política en construcción.
La confrontación de entre Iglesias y Errejón, el secretario político de Podemos, comienza a encontrar su cara a cara con la alianza con Izquierda Unida de las últimas elecciones. La vinculación con la formación de Garzón es una iniciativa de Iglesias, que se aleja de la postura del secretario político, muy celoso de alejarse de las etiquetas de "comunismo".
El debate se puede arraigar en las primeras declaraciones cruzadas entre ambos. Tras el resultado electoral el secretario general espetaba: "El día que dejemos de dar miedo seremos uno más, y ese día no tendremos ningún sentido como fuerza política", y la réplica de Errejón sirve para aclara posturas: "A los poderosos ya les damos miedo, ese no es el reto. Lo es seducir a la parte de nuestro pueblo que sufre pero aún no confía en nosotros". En este tira y afloja, Manuela Carmena, se mantiene relativamente al margen, pero con mensajes muy claros para la organización, a la que cuestionó en reiteradas ocasiones durante los intentos de investidura, pidiendo una "posibilidad de converger más amplia".
Sí compañero @ierrejon pero en Junio dejamos de seducir a 1 millón de personas. Hablando claro y siendo diferentes seducimos más
? Pablo Iglesias (@Pablo_Iglesias_) September 20, 2016
No les da miedo un partido, les da miedo la gente.La clave es no ser partido, sino herramienta de la gente, @Pablo_Iglesias_@ierrejon.
? Ramón Espinar (@RamonEspinar) September 20, 2016
.@ahorapodemos no se hizo un hueco riéndole las gracias al 1%. Siendo plata en desigualdad por culpa del PP y el PSOE. ¿Seguimos sonriendo?
? Juan Carlos Monedero (@MonederoJC) September 20, 2016
Seducir es ternura con los de abajo y dientes afilados con los de arriba. Ayudar a los más a sacudirse el miedo https://t.co/DmEwprTFMP
? Irene Montero (@Irene_Montero_) September 20, 2016
Pensando en el futuro, ¿unidos?
Con la investidura de Rajoy, y tras problemas con algunos socios de Podemos, como Las Mareas en el contexto gallego, nos aproximamos a uno de los puntos determinantes del futuro de Podemos, la II Asamblea Ciudadana Estatal de Vistalegre del próximo febrero. Aquí se deberá demarcar la línea clara de futuro de la organización, y las propuestas de los denominados errejonistas y pablistas se van dibujando cada vez de manera más clara.
Mientras que Errejón lanza un artículo en 20 minutos que agita las redes sociales, en el que teme que teme que Podemos "se encierre en etiquetas", proponiendo un "Podemos más plural, más inclusivo y descentralizado precisamente para ser más permeable", tratando de normalizar la organización en el sistema político, con la ambición de lograr "prestigio incluso entre sus adversarios". El objetivo último de Errejón es tratar de presentar una cara amable y aperturista, "centrada en las necesidades de la gente", para ser "capaz de escapar de todos los rincones en los que quieren encasillarlos". Una premisa que lleva presente en la trayectoria de Errejón, traducida en la cara más amable de Podemos que hemos visto en las fases electorales.
Desde el sector de Iglesias la respuesta es clara: el perfil errejonista acabaría sumido a la alianza necesaria con el PSOE frente al PP, "priorizando la actividad parlamentaria conjunta con el PSOE frente a otras actividades", un movimiento, aseguran, con el que "Susana Díaz estaría encantada". Por su parte, los partidarios de Iglesias abogan por definir un "espacio político que se expresa como oposición no solo a un gobierno del PP, sino a todo un régimen caduco", con una formación que apuesta "ser por ser oposición al régimen del 78 en su conjunto".
Hay una tercera pieza en este conjunto, que es el sector anticapitalista de Podemos, representado por Miguel Urbán. Mucho más cercanos a Pablo Iglesias en este debate interno, pero en una posición de relevancia suficiente para marcar buena parte de la pauta en el futuro inmediato de Podemos.
Ingredientes para una asamblea ciudadana
Por ahora, pese a lo que pueda parecer, Iglesias y Errejón mantienen la mano tendida para caminar juntos en Vistalegre, pero por el cariz que están tomando las cosas a falta de un mes para el encuentro, un enfrentamiento excluyente con listas diferentes en la sesión parece una opción cada vez más plausible.
El peor rasgo que puede tomar esta secuencia no es el fondo, sino las formas. Se espera de una organización como la morada la madurez suficiente para hacer siempre debate público y explícito, dando las herramientas necesarias a los afines de la formación. Un debate más alejado de personalismos y más cercano a los argumentos. Relata Tomás Ibáñez, Catedrático en Psicología Social en la Universitat Autònoma de Barcelona, uno de los principios básicos del pensamiento libertario, que se podría aplicar a momentos de discurso cruzado como este en forma de ejercicio práctico: "El anarquismo siempre ha propuesto una "revolución en el presente" que remite a la desconfianza hacia cualquier discurso que base su fuerza persuasiva en las promesas que ofrece y a la prevención hacia cualquier práctica que sólo se oriente a preparar el futuro. Su ética está atravesada de cabo a rabo por la exigencia de reducir al máximo la distancia entre lo que se dice y lo que se hace, o entre lo que se quiere ser y lo que se es". Una doctrina de necesaria aplicación más allá de los límites libertarios, como piedra de toque para cualquier formación apoyada sobre las personas.