Fueron héroes, quizá algo más que eso. Una de las grandes potencias mundiales había alcanzado su objetivo: desbancar a la URSS de su condición de líder en la carrera espacial tras pisar nuestro satélite. Gracias a ello, Neil Armstrong, Edwin 'Buzz' Aldrin y Michael Collins nunca volvieron a tener la vida que antes llevaban. Mientras que la Unión Soviética aún intentaba luchar por cumplir más y más metas que supusieran un reto para los norteamericanos, las vidas de los tres astronautas cambiaron radicalmente, algunas para bien y otras para mal. Sus familias fueron conscientes de ello, pues no todos los días se tiene un padre que ha llegado al cielo, lo ha pisado y ha vuelto para contarlo.
Los tres astronautas tuvieron que luchar por volver a una vida normal, algo que difícilmente consiguieron. El hecho de haber pisado la Luna aquel 20 de julio de 1969 les causó estragos difíciles de superar: divorcios, agresiones y alcoholismo fueron algunos de los destinos que aguardaron a estos tres grandes figuras de la historia de la humanidad, que nunca vieron indicios de una gran amistad entre ellos.
Quizá fue algo que no se plantearon hasta que no ocurriera, ya que el presidente estadounidense del momento, Richard Nixon, llegó a escribir una nota en la que se anunciaba el fallecimiento de los tres. Una misión del calibre de Apolo 11 tenía muchos riesgos, había muchas primeras veces, y es que en la ciencia y la tecnología, todo puede llegar a ser muy incierto. Había razones para ello, antecedentes que hicieron que lo más anhelado a finales de la década de los 60 fuera pisar la Luna antes que la Unión Soviética, pero también lo más temido, como rezaban las palabras del presidente John Kennedy.
1 Neil Armstrong
El hombre al frente del proyecto sufrió en sus pieles las consecuencias de ser lo más parecido a Superman. Neil no había pasado por el ejército antes de su incursión en el programa de la NASA, aunque sí fuera veterano de la Guerra de Corea y piloto de pruebas de la NACA. Probablemente, su apaciguable y tranquilo carácter fue clave a la hora de que fuera elegido como la persona al mando de la misión Apolo 11 y pudiera pronunciar unas palabras que probablemente sean las más célebres en la historia de la humanidad: "Es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad".
A la vuelta de aquella histórica aventura, recibió la Medalla de la Libertad y fue nombrado responsable de la coordinación del trabajo aeronáutico de investigación y tecnología general de la NASA, además de ejercer como profesor en la Universidad de Cincinnati hasta 1979. Durante los años posteriores, fue presidente del Computing Technologies for Aviation, así como de AIL Systems.
No reticente de su posición social en las memorias de toda la población mundial, sí que quiso apartar su vida de aquel círculo mediático que propició el éxito de la misión Apolo 11. Pese a ello, siguió dando conferencias por todo el mundo y estuvo presente en actos públicos hasta su muerte en 2012 con 82 años de edad, tras unas complicaciones en una cirugía de bypass en el corazón.
2 Edwin "Buzz" Aldrin
Aldrin también formó parte de la expedición humana que pisó por primera vez la Luna, aunque nunca asumió del todo bien su lugar, al que siempre tildaban de segundón. Los rumores apuntaban a que, por ello, su relación con Neil Armstrong empeoró, lo que motivó que no capturase muchas fotos de él sobre la superficie lunar. Una teoría que él mismo se ha encargado de desmentir esto en numerosas ocasiones. Además, Pixar quiso conmemorar y honrar su nombre poniéndole su apodo al famoso muñeco Buzz Lightyear, de la franquicia 'Toy Story'.
Antes de acceder al viaje lunar, también estuvo presente en la Guerra de Corea, como piloto de combate, además obtuvo una maestría y doctorado en el reconocido Instituto de Tecnología de Massachussetts (MIT). Su ingenio sirvió para desarrollar los procedimientos necesarios para el acoplamiento espacial, así como los trabajos que él y Armstrong realizaron fuera del módulo espacial, sobre el satélite terrícola. Aldrin era muy diferente a Neil Armstrong, pues tenía una personalidad expansiva y era muy hablador. Volvió a formar parte de la Fuerza Aérea en 1971, aunque le duró poco, pues se retiró al cabo de un año.
Desgraciadamente sufrió un cuadro de depresión que llevó a ser adicto al alcohol. A pesar de su dura historia con el alcoholismo, se recuperó gracias a un tratamiento y hoy en día, sigue siendo un gran promotor y defensor de que el ser humano siga explorando el espacio exterior, por lo que a lo largo de los años ha recorrido incontables conferencias, universidades y lugares allá donde es requerido. También ha formado parte de la cultura pop estadounidense, con apariciones en 'Dancing With The Stars' o 'Los Simpson'.Escribió dos libros que recogen sus hazañas más conmemorativas en la NASA, 'Return to Earth' (1970) y 'Men from Earth' (1989), en los que también da su visión acerca de la carrera espacial contra la U.R.S.S.
Del mismo modo, que ha sabido recuperarse de su caída, ha incurrido en problemas judiciales con sus hijos por la herencia y legado que dejará una vez muera, en los cuales también se ha visto involucrada su actual pareja. Por otro lado, sirve como activista a la hora de animar al Gobierno estadounidense y la agencia espacial que lo llevó a la Luna a dar el paso y viajar a Marte.
3 Michael Collins
Probablemente sea del que menos se ha oído hablar y no porque desapareciera del foco, sino porque hay que plantearse si alguna vez estuvo en él. Los medios de comunicación alabaron la hazaña de los tres astronautas, sin embargo Collins recibió el título de "ser humano más solitario de la historia", algo que le condicionó para siempre, pues fue el único de los tres que no pudo pisar el sátelite, ya que aguardaba ansiosamente la vuelta de sus compañeros en órbita, alrededor de la Luna.
A su vuelta del espacio, fue nombrado secretario de Estado adjunto para asuntos públicos, así como director del Museo Nacional del Aire y el Espacio en la ciudad de Washington. En 1978 asumió el cargo de secretario de la Instutición Simthsonian, de la que forma parte del museo. Posteriormente, ascendió al cargo de vicepresidente de la LTV Aerospace and Defense Company y renunció a ello en 1985. Tras tantas experiencias en las altas esferas burocráticas estadounidenses, decidió recoger sus vivencias en la NASA en varios libros: 'Carrying the Fire', 'Flying to the Moon and Other Strange Places' o 'Liftoff: The Story of America's Adventure in Space'. Su éxito fue tan notable que los expertos lo consideraron uno de los ejemplos de vida para entender la vida de un astronauta.
Su visita a España
Pese a las pocas simpatías que despertó el cambio de orden en el que los astronautas saldrían a la Luna, todos ellos fueron conscientes de lo que sus maniobras habían supuesto para la historia de la humanidad y aunque no se puede decir que forjaran una gran amistad, fueron conscientes de lo que habían hecho. Durante un tiempo se apartaron de la vida pública, al menos Armstrong y Collins, pero nada más volver tuvieron que atender numerosos compromisos que solo hicieron que festejar la llegada del hombre a la Luna.
Prueba de ello fue el viaje a la España franquista, que ya se encontraba en sus últimas, pero que internacionalmente había mejorado mucho su imagen, por su naturaleza más aperturista y es que después de la celebración de la decimocatorce edición del Festival de Eurovisión en Madrid, Franco dio la bienvenida a los héroes de la humanidad. Desfilaron por todo el centro de la capital un 6 de octubre de 1969, con los vítores de la ciudadanía madrileña del momento por las esquinas de Moncloa, Plaza de España, Gran Vía o la Plaza de Cibeles. Fue la quinta parada de una extensa gira que recorrió 24 países alrededor del mundo.
Sin embargo, España había tenido mucho que ver y es que desde la estación de la NASA ubicada en Fresnedillas de la Oliva, una localidad madrileña, fueron los primeros en escuchar que el módulo lunar Eagle había alunizado exitosamente. Los allí presentes fueron una pieza fundamental para las comunicaciones de los tres astronáutas con Houston y la conquista lunar.