Las casas de juego son un negocio en auge y proliferación en España. Son muchas las que se inauguran anualmente en ciudades y pueblos. Millonarios son sus beneficios y su inversión publicitaria, pero también el aumento de la ludopatía y barrios o localidades que se unen contra ellas. Un negocio que exprime, realmente, a los colectivos con más riesgo.
Cuatro jóvenes arquitectos y comunicadores de diversas nacionalidades han decidido investigar el negocio de las casas apuestas. Ellos son Leonor Martín, Akshid Rajendran, Samuel Fuentes y Natasa Lekkou, y operan bajo el nombre de 'Issues!Office', donde cada año dedican su investigación a un tema diferente, cuenta Público. Esta vez le ha tocado al negociazo y en el problema que se han convertido las casas de juego y apuestas, para intentar buscar formas de ocio más dignas y menos peligrosas.
Un diseño muy estudiado
Estos realizan un análisis pormenorizado tanto de los elementos físicos y psicológicos que hacen triunfar y enganchar a todo el que entra en un local de apuestas, Lo focalizan en los siguientes términos: privacidad, atemporalidad, oscuridad, individualismo, comodidad, concentración, control, masculinidad y soledad. De ahí, que el diseño de la sala sea capital para exprimir a todo aquel que entra.
Lo primero en lo que prestan atención es en la altura de los techos: siempre lo más bajos posibles. "Se intenta focalizar la mirada a la altura de las máquinas" para "no despistarse mirando hacia arriba" e intentando atraer constantemente la atención hacia "la única luz que sale es la de esas máquinas" explica Leonor a Público. Eso sí, siempre apostando por unos espacios muy acogedores.
Busca aislar al jugador
Por eso, es de importancia capital, según explica Leonor, que las salas generen una "situación de burbuja". Un efecto que se consigue a través de "espacios compartimentados, con tabiques, biombos..." para que el jugador no se sienta observado. Es decir, los diseñadores de estas salas de apuestas intentan romper con los espacios demasiados abiertos, ya que si "pones una tragaperras en un sitio abierto no va a funcionar porque no existe ese aislamiento", explica Laura. Además, es muy importante que tenga una iluminación más bien oscura que solo la rompa el tintineo y ruido de las máquinas.
Natasa Lekkou también apunta a que estas salas están preparadas para "aislar" al individuo ya que "no son espacios para socializar. Son juegos para ir solo y estar en soledad", explica la arquitecta. "El bar suele estar separado de la zona de juego, porque el espacio de los juegos es individualista, y la barra es el espacio de socializar", dice Natasa. Incluso, como apunta Akshid Rajendran, el diseño de las ruletas ha cambiado a favor de la focalizar en la individualidad del jugador. "Antiguamente las ruletas estaban diseñadas para jugar con varias personas y socializar. Pero ahora no. Ahora los jugadores tienen una pantalla individualiza", asevera Rajendran.
Atemporalidad hogareña
La atemporalidad es otra de las características clave para este tipo de sala de apuestas. Evitan a toda cosa que cuando te encuentras dentro pase el tiempo. "No sabes las horas que han pasado porque no hay luz natural. Tampoco hay presencia de relojes", explican los jóvenes. Señalan que se produce una total ruptura con la vinculación con el exterior y parte de ello lo consigue con la disposición de las diferentes máquinas en el local: máquinas de apuestas deportivas, tragaperras, zona de ruleta, etc.
Un local de apuestas tiene que ser muy cómodo. Tienes que encontrarte como si estuvieras en casa, para que te invada la sensación de que no "necesidad de irte", ¡explican desde 'Issues!Office'. Esto también se logra con la utilización de un suelo enmoquetado, el control absoluto de los ruidos y la climatización perfecta de la sala de apuestas. "Son espacios de relativo silencio. Fomenta un runrún de fondo, ya que cuando hay un silencio absoluto, es difícil concentrarte por completo", explica Leonor.
Menores de edad y daño en los barrios
Desde 'Issues!Office' explican que los trabajadores realizan un constante monitoreo de todos los jugadores que se encuentran en la sala. Todo está vigilado por cámaras para tener control total de los que más dinero juegan. "Los camareros tienen cámaras donde ven en todo momento si la gente no está jugando, qué tal le va la jugada para invitarle a más bebida", explica Marín. Incluso, advierte de las facilidades que encuentran los menores de edad para entrar en estas salas. "En la mayoría no te piden ni el DNI para poder entrar. Es un espacio de total privacidad, sin el control de los padres", asegura a Público.
Este estudio enlaza con la peligrosidad y el efecto perjudicial de este tipo de locales en los barrios. "No es lo más agradable para personas con problemas con el juego", explica Leonor. Natasa Lekkou insiste en lo nocivo que resulta la arquitectura de las fachadas de las casas de apuestas ya que "son solo un muro" y esto "a nivel de vida social de barrio" es malo. "Estos espacios solo se comunican con un tipo de persona, la que está interesada en el juego", y, además, es "un ocio privado. Que no revierte en la economía local ni fomenta las relaciones personales que genera el comercio tradicional", sentencia Martín.