La comunicación es una de las habilidades más importantes para la supervivencia del día a día, que se puede dar de muchas formas, ya sea mediante conversaciones con familiares y amigos, darle los buenos días al conductor o conductora del autobús que te acerca al trabajo, agradecer al camarero cuando te trae el café, entre otras interacciones humanas, tales como las relaciones sexuales.
Hay muchas formas de comunicación que pueden darse en el sexo, pero no siempre hay que quedarse en la comunicación no verbal, a veces se puede experimentar siendo claros y directos con lo que se va sintiendo durante el acto. Hay cierta vergüenza generalizada con hablar durante el sexo, comunicar lo que se va sintiendo o lo que te gustaría sentir, y, en general, de utilizar un lenguaje subido de tono. Esta vergüenza ocurre como si hablar de sexo sin tapujos en contextos de intimidad fuese algo inoportuno (como si se gritase todo esto a los cuatro vientos en espacios públicos).
Lo cierto es que el 'dirty talking' (o decir cosas subidas de tono para caldear aún más el ambiente) es una forma más de comunicación que no debería ir cargada de sentimientos de pudor. Hay que dar rienda suelta a esa imaginación, aunque luego, cuando el ambiente ya no esté tan subido de tono, pueda venir cierto sentimiento de vergüenza por todo lo que dijiste. Es algo completamente normal, pero aquí os presentamos una lista de pasos a cumplir para dominar el arte de la comunicación sexual.
1 Quítate la vergüenza
Al principio es normal que te dé cierto miedo decir guarradas en voz alta, no tanto porque no las sientas (porque los sentimientos están ahí), sino por la respuesta de la otra persona (o personas) a la que quieras decírselas. Es todo una inseguridad que surge del miedo a hacer el ridículo, pero no hay nada malo en ello. ¿Qué es lo peor que puede pasar? Más allá de las risas, no va a pasar nada. De todas formas, en el hipotético caso en el que se levante y se vaya, nunca fue la persona indicada.
Aun así, si no te encuentras con total seguridad para lanzarte a la piscina, puedes empezar ensayando frente al espejo, sin sentimiento del ridículo alguno. El sexo sigue siendo un tabú, pero quien no se lanza a probar cosas nuevas no avanza ni descubre qué le gusta. Hay que conocerse sexualmente.
2 Hacer una selección de palabras idóneas
Una vez se ha superado este miedo al ridículo, porque no hay nada de malo en hablar sucio, hay que saber cómo comunicarlo. Cada persona es un mundo y, por eso, hay que adaptar un poco el mensaje. No consiste en utilizar todos los eufemismos del mundo, pero tampoco consiste en asustar a la persona que recibirá el mensaje. Para ello es importante conocer un poco, al menos, con quién estás pasando el rato.
Si no sabes cómo comenzar, o aún sientes cierto pudor (que insistimos, es completamente normal), se puede empezar por pedir qué es lo que quieres y, posteriormente, comunicar si te está gustando. Es dejarse llevar, pero sin venirse arriba (o sí, depende de muchos factores). Si sabes con total seguridad qué es lo que sientes, puedes comunicarlo con la misma seguridad porque será totalmente honesto.
3 Encontrar el mejor momento (o no)
Esto también depende muchísimo de cada persona y de cada relación. No hay un Mejor Momento Universal; habrá quienes encuentren el momento idóneo en pleno acto o, por simple morbo, en misa. Hablar sucio no es algo limitado por las cuatro paredes del ámbito privado, siempre puede haber insinuaciones más allá, y puede convertirse en un juego.
Esta serie de estímulos pueden acabar reteniéndose en el subconsciente de la persona el resto del día, que se acabará materializando cuando haya un momento de intimidad (y donde se podrá seguir dando rienda suelta al 'dirty talking'). Realmente, hasta ahora todos los consejos se pueden resumir en: naturalidad y sin pudores de ningún tipo.
4 La comunicación, en resumen, es lo más importante
El punto clave de todos los puntos que hablan de cómo mantener cualquier tipo de relación sexual, no solamente hablar sucio, es la comunicación. El sexo sigue estando muy estigmatizado porque no hay una educación sexual decente y la pornografía se convierte en el único referente (advertimos: el porno nunca es un referente). No hay que demostrar ningún tipo de habilidades especiales, ni capacidades para realizar auténticas proezas dignas de deidades, para disfrutar en la cama.
Durante el acto sexual no hay nadie sometido a examen. Todo lo contrario, la única norma es pasarlo bien, comunicarse y respetar a la otra persona. A partir de ahí, hay que quitarse todas las presiones y decir todo lo que sientas, y la otra persona (o personas, insistimos) a ti.