Italia vive su enésima crisis política a lo largo de su historia en mitad de la problemática del Open Arms y la voladura total del acuerdo de gobierno entre la Liga de Matteo Salvini y el M5S.
El movimiento más destacado se ha producido este martes 20 de agosto con la dimisión del primer ministro Giusepe Conte, una figura independiente colocada por la coalición antinatural de gobierno entre antisistemas y ultraderechistas con el objetivo de apaciguar las diferencias entre ambos.
Sin embargo, el papel de esa coalición con el M5S de Luigi di Maio ha quedado eclipsado por la capacidad de acaparar protagonismo mediático que ha caracterizado a Salvini durante todo su mandato como ministro del Interior. El propio Steve Bannon ya lo predijo en 2016: "Gobernarán juntos, pero Salvini es el verdadero líder porque Luigi Di Maio se parece más a Emmanuel Macron".
El punto de inflexión se produjo durante las pasadas elecciones al Parlamento Europeo, donde la Liga dobló literalmente en escaños a su socio. Fue entonces cuando Salvini empezó su plan de moción de censura que anunció rodeado de Djs, fiesta y mojitos en una playa del país, en pleno agosto y con todos los políticos del Senado de vacaciones. La prensa ha llamado a esta situación como 'la crisis de los mojitos'. Trumpismo en toda regla.
La dimisión de Conte evita llegar hasta el pleno de la moción, que ya ha sido retirada y dejar de lado más escenas como la que ambos protagonizaron peleándose en el Parlamento con los escaños pegados y situados en el mismo bando.
"La crisis en curso socaba la acción de este Gobierno que se detiene aqui [...] Aprovecho para comunicar que presentaré mi dimisión como jefe de Gobierno ante el presidente de la República", pronunció Conte en un discurso en el que lanzó todo tipo de descalificativos contra Salvini, algo poco esperado en una figura dada a la templanza en sus apariciones públicas.
Salvini quiere unas elecciones cuanto antes
Todas estas salidas de tono de Salvini tienen, sin duda, una finalidad concreta: forzar la celebración de elecciones cuanto antes. Porque al actual ministro del Interior le interesan. Y mucho.
Su retórica tan propia de Berlusconi unida a la ola populista de extrema derecha que vive Europa han llevado a una situación inesperada: que un partido que defendía el separatismo septentrional como la Liga ahora sea la primera fuerza de todo el país en los sondeos.
Esto no lo obvian sus rivales políticos y las encuestas lo avalan. Según un sondeo realizado el pasado 31 de julio por el instituto Ipsos para el Corriere della Sera, Salvini obtendría el apoyo del 36% de los electores y alcanzaría el 50,6% en coalición con los conservadores de Hermanos de Italia (7,5%) y Forza Italia (7,1%), este último, heredero de Silvio Berlusconi.
La pelota, en el tejado del 'Pedro Sánchez italiano'
La única esperanza de la oposición a Salvini pasa, sin duda, por la firma de una coalición entre el predecesor de Conte en la presidencia, el líder de facto del Partido Democrático Matteo Renzi y el Movimiento 5 Estrellas.
Renzi, que ejerció como presidente del consejo de ministros hasta 2016 y al que todos daban por amortizado, vuelve ahora a tomar relevancia como la persona que encabeza la principal fuerza de centro izquierda y que, junto a los ya antiguos socios de Salvini, tiene mayoría para alcanzar el poder y evitar unos comicios que coincidan con la elaboración de los presupuestos de 2020. Si ambos partidos forman gobierno, cuentan con la mayoría suficiente para formar una nueva mayoría y terminar la legislatura.
Sin embargo, esa alianza no es fácil. La relación entre el M5S y el PD no es la más prolífica de Italia y, en el caso de que se haga un acuerdo temporal, hay temor a que cualquier fallo o medida impopular pueda suponer un nuevo revulsivo para el líder de extrema derecha, que actualmente goza de la mejor imagen pública de Italia y sabe muy bien cómo manejarse mediáticamente.
Mientras tanto, el país queda en un estado de transición, con el presidente de la República, Sergio Mattarella, ejerciendo como "garante supremo del equlibrio constitucional", según explicó Conte en su dimisión.
Inestabilidad
Lo que sucederá, por tanto, es una incógnita. Y, actualmente, se está trasladando a los mercados. Así lo reconoce la Bolsa de Milán, que registró al término de la jornada un descenso del 1,1%. También hubo números rojos en el diferencial entre el bono itaiano y el alemán a 10 años, como se mide el riesgo en Europa, que aumentó a 204 puntos básicos y llegó a registrar máximos de 218 a lo largo del día.
Pero, lo que es cierto, es que Italia se encuentra dominada por una ola populista que el M5S no ha sabido capitalizar, oponiéndose a demandas como la nominación de Roma para los JJOO de 2024 y los de Invierno de Turín de 2026; la construcción de un enlace ferroviario de alta velocidad con Francia o el proyecto de perforación petrolera en aguas territoriales. Y, además, a vivir la aprobación de una renta mínima que no se ha aplicado como se esperaba.
La sociedad italiana de la actualidad concibe todos estos puntos, junto con el rechazo a la inmigración y Europa, como una conjunción de modernidad y nacionalismo encarnada en Salvini. Y el M5S ha permanecido en una especie de catarsis, sin ni siquiera hacer frente a polémicas, mientras que Salvini acaparaba todos los focos desde su papel como ministro del Interior.
Ahora, el plan de la Liga pasa por aumentar la retórica populista e incluso cierta agresividad. Una especie de 'sin complejos' que se intenta calar en otros países como España, aunque con menor suerte. En Italia, tras el mandato de Salvini, sin duda se ha convertido en una auténtica demanda.